Ramón Callorda y Díaz
Antología Lírica
y
Páginas en Prosa
INTENDENCIA MUNICIPAL DE
CANELONES
- 1980 -
la. Edición
30 de Noviembre de 1980
1.000 ejemplares
Edición especial de la
Intendencia Municipal de Canel
por Resolución No. 1042
del 9 de Mayo de 1978.
Bajo los auspicios de la
Academia Nacional de Letras.
LIBROS QUE INTEGRAN ESTE VOLUMEN
"LOS IDILIOS EN LA GRANJA "
"CANTOS DE AMERICA" y "CANTOS PATRIOTICOS"
"OTROS POEMAS"
"LO QUE DICEN LAS COSAS" y " PAGINAS EN PROSA"
DEDICATORIA
A ti, amada mía, "desde el seno de Dios donde reposas ", te
pido recojas tas emociones de este libro , que a nadie podría
ofrecer con más legítimo orgullo que a ti, que fuiste ejemplo de
bondad y amor.
RAMON
PROLOGO
CANELONES tiene para mí un recuerdo afectuoso, inolvida-
ble a través de una vida, porque en esta ciudad, capital del depar-
tamento del mismo nombre, donde me inicié como profesor, dicté
cátedra durante diez años, cátedra modesta y humana sin engola-
miento de ninguna clase y por ella pasaron muchas generaciones
de hijos de este departamento que se destacaron en las letras, en
la diplomacia, en la política, en el foro y en muchos otros aspec-
tos de la vida: ellos fueron Ochot eco, Braida, los Legnani, los
Borbonet, losCallorda, Stelardo, etc..
Evoco el viejo Liceo, con su casona casi en ruinas, pero cor-
dial y amable. Centro de cultura que proyectaba sobre el depar-
tamento su magia eficiente, en las letras y en las ciencias.
Llegaban al Liceo de Canelones, alumnos de Las Piedras, de
Santa Lucía, de Pando, de Migues, que se confundían en abrazo
fraternal con los hijos de la ciudad de Canelones, porque ninguna
de aquellas ciudades tenía entonces centros de Enseñanza Secun-
daria o Preparatoria.
Debo recordar también a un hombre honesto y sincero que
fue mi gran amigo, Jaime Borbonet, que durante todo el tiempo
que fui profesor en Canelones hasta que me trasladaron a Monte-
video, fue el único director que conocí.
En aquel entrañable Liceo me vinculé con la familia Callorda
que vivía en Canelones, a través de un discípulo distinguido: Ariel
Callorda Verdaguer. Y a través de él conocí a su padre, don Ramón
Callorda y Díaz, mucho mayor que yo, por el año 1930, pero nó
por eso dejó de ser mi amigo, porque nos unía afinidades intelec-
tivas. Debo recordar que en aquella época no tenía una idea tan
cabal del valor intelectual de Don Ramón Callorda y Díaz, como
lo tengo hoy en día, que he leído y seleccionado su obra inédita
completa. Pero sí pude palpar su honradez, su sinceridad, su cora
je cívico, su calidad de educador, sü lírico idealismo.
Don Ramón Callorda y Díaz había nacido el 13 de noviembre
de 1878, en Las Piedras. Pasó su niñez en Las Piedras donde con-
currió a la escuela pública, trasladándose más tarde con sus padre:
a la estancia de su abuelo, Juan Ramón Callorda que poseía er
Cagancha, departamento de San José en cuyos campos se libró 1 í
célebra batalla de Cagancha.
Se graduó de maestro en 1 898. Formó en Canelones una fami
lia tranquila y bien constituida, de su matrimonio con doñ
Elodia Verdaguer Vidal, con la que tuvo tres hijos varones
Ejerció el magisterio pos-vareliano en Santa Lucía, departa
mentó de Canelones, hasta 1912, en la única escuela pública d
aquella localidad. Desde 19 1 3 a 1933 desempeñó el cargo de Teso
rero de Instrucción Pública. Fue miembro de la Junta Electoral d*
Canelones y durante dos períodos, miembro de la Asamblea Re
presentativa, organizando en 1922 un curso Nocturno para adu!
tos en la misma ciudad.
3
Tal es la trayectoria cívica de don Ramón Callorda y Díaz,
que si no llegó a ocupar más altos cargos, no fue porque no le so-
braran condiciones sino por haber militado en la oposición del
Partido Nacional.
Nos dedicaremos en este prólogo más que nada a la silueta del
poeta, dejando aparte al ciudadano y al hombre público.
Don Ramón Callorda y Díaz escribió una serie de sonetos
que tituló IDILIOS DE LA GRANJA y que hoy ven la luz junto
a otras poesías y prosas de este autor, por la colaboración que a la
publicación de su obra ha prestado generosamente la Intendencia
de Canelones, con el apoyo del Sr. Intendente, don Gervasio
González, al proyecto que yo presentara a la Academia Nacional
de Letras, de la que soy miembro y que el Ministerio de Cultura y
Educación ha hecho suyo, que fuera apoyado y aprobado, por la
Academia y el Ministerio, creando dos premios para obras edita-
das e inéditas, en apoyo de la labor de los escritores del interior.
El caso presente es de estricta justicia, pues se trata de hacer
conocer dentro y fuera del Departamento, la obra de uno de los
poetas más preclaros de Canelones.
En los sonetos de Callorda se canta a las animales de la
granja; la vaca, la paloma, el perro, el conejo, las abejas, etc. y en
:ada uno de estos hermosos sonetos, se cantan los amores, las
pasiones y especialmente las características sicológicas de cada
inimal. Sicología animal lírica expresada en bellos versos. La co-
bertura de los sonetos de Callorda, tiene la fineza de expresión,
a riqueza metafórica y el garbo ondulante de los sonetos de
lerréra y Reissig. Tal vez este poeta fue su poeta predilecto, como
o demuestra el poema que le dedica; pero Callorda no fue un
gritador, sino un creador, porque por otra parte, Herrera y
teissig es inimitable.
En “Las abejas” dice Callorda, por ejemplo:
“Zumban por tanto los enjambres bajo
el mosaico de tintas meridianas”
Del “Gallo”, dice:
“Y el gallo desentume la prusiana
apostura marcial que lo envanece”
Podríamos citar muchos ejemplos más de hermosos versos y
finales metáforas, pero no queremos hacer demasiado extenso
|te prólogo . Y hasta cierto barroquismo de Herrera y Reissig lo
icontramos en algún poema como el titulado: “En el cementerio
cal, mirando a la muerte”, que mucho nos ha gustado por la
ofundidad de sus conceptos.
¡ La musa polifacética de Ramón Callorda y Díaz le impuso
ros poemas de distintas formas métricas, en las que usó el verso
4
libre, la décima, etc. y temas muy diversos. Así son notables los
poemas dedicados a América: el Vuelo de Cóndores, a las Playas
de América y los cantos patrióticos: a la batalla de Sarandí, a
Zabala, etc. El tema del amor fue tratado también por el autor de
“Los idilios de la Granja”.
¿Era el poeta un romántico? Creo que sí, pero también un
realista, un fino observador y un ironista.
En prosa también demostró su talento como lo prueban sus
cuentos y diálogos.
Ramón Callorda y Díaz es un poeta de verdad y eso es decir
mucho.
ILDEFONSO PEREDA VALDES
5
PARA EL LECTOR
Siempre tuve por obra difícil la de escribir un libro. Dar a luz
un hijo del pensamiento, quedó reservado en otros tiempos, para
los predilectos del genio.
No hay elaboración más ardua que la del cerebro, pormuni-
ficente que éste sea. En sus complejos engranajes, el más ínfimo
desvío puede desmoronar una obra prolija y fecunda.
Nunca somos bastante sabios, para abordar las de esta clase:
desde el bacterio que gira en mu tt i- millonésimo radio de acción,
hasta el zodíaco que abarca palpitaciones luminosas, encuentra el
hombre, en vorágines infinitas, un libro que la humanidad apenas
deletrea.
Sólo por amor a la PATRIA INTELECTUAL, o por dejar
leve rastro de nuestra breve permanencia aquí, hemos de resolve-
nos a concretar en unas cuantas páginas, líricas emociones recogi-
das en nuestra peregrinación por los desfiladeros del mundo. Son
páginas vividas en la trama ardiente de los seres asociados a
nosotros, y de los cuales llevamos en nuestras pupflas la visión de
ensueños, cuando no la inquieta y palpitante del fervor con que
la VIDA realiza la perpetuidad admirable de sus criaturas.
Páginas de amor que no deberán leer quienes hayan abomi-
nado un instante siquiera de la fresca risa de las auroras, o quienes
hayan desgarrado sus sentimientos en los odios que menguan la
personalidad gris, existente en cada espíritu, pulido por el esmeril
de las civilizaciones.
EL AUTOR
"Los idilios de la Granja”
EN LA GRANJA
La tierra generosa y cancionera
Brindaban reparo con exceso:
Contemplaron el intimo proceso
Los gorriones que inundan la pradera .
Muy tímida en su joven primavera
la niña campesina pone un beso
De lánguido y altísimo embeleso
Del mancebo en la boca placentera. . .
Deslíese en palabras la promesa
De amarla con locura , hasta la muerte ,
Mientras vibran los cálices fecundos;
Y ala hora misma en que la noche empieza,
El esplendente cielo se divierte
Con su ajedrez de inenarrables mundos .
11
LA VACA
La noche es un embrujo de belleza -
Donde vagan los gnomos del misterio;
Fluye la evanescencia de un salterio
En toda la sutil Naturaleza.
Embriagan -vaso fino de tibieza
Del ambiente -las flores con su imperio
De perfumes. Plásticamente serio ,
El vaquero , flanqueando la maleza.
Arrea la lechera exuberante
Exclusa abierta de opúlénta ubre
Que olfatea de lejos al ternero ,
Pedazo de su entraña , mendicante ,
Que ella alumbrara en el cercano octubre
Sobre la gualda cama del ‘‘pajero
12
LA RATONERA
Sencillo traje de color (i raido ”
Mirándola parece que tuviera;
En su vuelo fugaz la * ‘ratonera”
Huye de los demás como un vencido.
No es un pájaro ignaro y atrevido
Como el tordo galán y calavera ,
Ni es la “doble laringe” cancionera
Que del acento nítido ha vivido.
Solo existe su amante para ella
del viejo muro en la profunda grieta
En donde crian la familia luego;
El sol de estío acaso alguna estrella ,
Alumbrará su lecho que interpreta
Aquel amor de corazón y juego.
13
LA PIARA
Plasma su augusta majestad el cerdo
Frente a la reina madre de la piara
Que lo contempla con amante cara
Ya que realizan fraternal acuerdo .
‘ "Junto a la mesa del banquete pierdo
-Gruñe aquel Sancho que a su prole ampara-
Esta mi forma en apariencia avara ,
Este mi paso mesurado y lerdo. ”
“Luego realizo el intimo Quijote
De amor de carne , hondo hasta los huesos
-Ritmo viviente, gráciles chicuelos-
Del alma mía julgido lingote ,
Vaso insonoro que derrama excesos
En la penumbra de invernales cielos . ”
14
LA PALOMA
Emerge , mensajera silenciosa
Del palomar lejano donde mora ,
Como si fuera la gentil señora
De la consagración maravillosa .
Cruza los campos sin tensión nerviosa
Del porvenir en pos y de la aurora ,
Y al nido toma luego porque es hora
De la nupcial salmodia religiosa.
La noche de zafir los envolvía
En túnica de astros y de soles
Cubriéndoles el tálamo también. . .
Cuando amanece cauteloso el día ,
Ensueñan los primeros arreboles
Un beso tierno bajo aquel edén.
15
COLIBRI
Gota de azul del cielo desprendida ,
Euritmia y bibelot , matiz de acero ,
Guiño fugaz del pálido boyero ,
Armonioso compendio de una vida;
Simula un arabesco tu emprendida
Carrera por las flores del sendero ,
Y llegas al nectario , caballero ,
En pos de una emoción desconocida
Regresas en las cálidas mañanas
Radiante de placeres a tu alhambra
Colgante del extremo de una hoja ,
Cuando pasan las cántigas lejanas
Entre compases de morisca zambra
Del ritmo tuyo , eterna paradoja.
16
EL CANARIO
Dice de luces alba primavera
Junto a la jaula de oro del canario
Que pulveriza -dulce estradivario-
En armónico canto su quimera .
Inflama su plumón la compañera
De amor y de pasión y de calvario ,
En encendido lecho solitario
Debajo de la riente enredadera \
Los grifos de cristal del árroyuelo.
Arrastran sus canciones por el suelo
Cuando eleva el canario su poema;
Rivaliza después un contrapunto
Al tiempo que la Urna como un punto
Engarzada en el cielo, es una gema .
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EL PERRO
Duerme la tierra su profunda siesta
De caliente verano en el regazo ,
Y en las húmedas cuencas del ribazo
Un can celebra del amor ¡a fiesta.
Su compañera con pasión le presta
Toda la fiesta de sensual abrazo.
Hasta que al fin en el postrer ocaso
Se van tranquilos por la senda opuesta.
Clausura el día con nocturno broche
Las sensaciones del amor vivido
De carne y hueso en la existencia toda;
Da pena el perro en la profunda noche
-Nuevo galeote a la cadena uncido-
Ver cómo añora su galante boda. . .!
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EL COCUYO
Enmudece la granja en la postrera
Extenuación del último celaje ,
Y se va por la puerta del paisaje
La tarde de una rienté primavera.
De los remansos triscan a la vera
Blancos rebaños de rizado encaje ,
Que emprenden luego inusitado viaje
Bajo el misterio de la azul esfera.
Inclinan la cabeza cual devotos
Y lánguidos y verdes saucedales
Que tejen los ensueños de la fronda ,
Cuando surgen cocuyos de los sotos
Con el oro estival de sus fanales,
Hacia la noche perfumada y honda.
19
EL CABALLO
Bajo el índigo cielo la faena
Inician lentamente los peones ,
Y un gallardo ejemplar de los frisones
Uncido corre a la fecunda escena.
Alma de procer en la brega , llena
De trabajo feraz las estaciones ,
Ligamento de amor de las naciones
En el asombro amargo de su pena.
Anuncia la campana en el alero
La mesa puesta , la bullente vianda ,
Bajo el cielo esperanza de las parras ,
Mientras sube la cuesta del otero
-La crin al aire como suelta banda-
El ancho flete de robustas “garras”.
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EL CONEJO
Estereotipa su r m irada roja
La inquietante pasión que le domina:
La toma , la contempla y abomina, ,
Otelo que la cela y que se enoja.
Luego , encendido , con desprecio arroja
-En un gesto de rabia que fascma-
De su volátil corazón la inquina
Como si fuera una mortal congoja .
Amanecen veranos promisores.
Opulentos , de rara inflorescencia
-Embriagante y sagrado pebetero-
En la nueva Bagdad de encantadores
Harenes de la erótica vehemencia „
En donde le mantienen prisionero.
21
LAS ABEJAS
Las horas de la granja las aldeanas
Celebran , canturreando en el trabajo;
Zumban en tanto los enjambres bajo
El mosaico de tintas meridianas.
Tocan las doce en punto las campanas
En dulces vibraciones a destajo ,
Y cuelga de los cielos el andrajo
Que tiñe de mal tiempo las mañanas.
Exploran los enjambres avizores
En las tardes de nácar los nectarios
Donde mojan el oro de su antena;
Ante el arco de múltiples colores
Geometrizan -insignes lapidarios-
Los panales de miel de la colmena.
22
EL GALLO
Dormita el vecindario y amanece
En góndolas de encajes la mañana ,
Y el gallo desentume la prusiana
Apostura marcial que lo envanece.
Sumisa la gallina empalidece
Delante su presencia soberana.
Y humilla la diadema de sultana
Que el seno y la cabeza le guarece.
A manera de harenes musulmanes
El tiempo se desliza sin desvelos
Viviendo las delicias del serrallo ,
Y príncipe y sultán de los sultanes
-Paterno bienhechor de sus polktelos-
Es un Quijote convertido en gallo.
23
EL GATO
Romancesco , sin capa y sin espada ,
Mensajero de amor , teta e/ tejado
Escala con. apuesto desenfado ,
£>z caballero , Gte su amada.
Inquiere en las tinieblas su mirada
La presencia del bien idolatrado :
En caricia noctámbula ha gustado
La extrema conmoción de la llegada. . .
Rubrican del amor aguda nota
Consolatriz , extrañas emociones
Sedantes y exquisitas en la hora
De aquella madrugada ya remota ,
Qwe eternizan divinas sensaciones
Que el romancesco caballero añora.
24
EL CORRIO
En la escena pueril de la hondonada
Trafican con la mies los labradores ,
Cuando queman de enero los calores
Y madura la espiga sazonada .
Taciturna la tarde y asoleada ,
Parece pensativa de esplendores ;
Y al compás dé infinitos surtidores
Abreva alegremente la bandada.
La voz de la campana desde lejos ,
Rememora el ritual de tiempos viejos
Y al cura solitario de la aldea:
Emigran a esa hora los gorriones.
Mendigando la voz de sus canciones
A los fiilgores de la luz febea.
25
EL PATO
Con tardo paso de invasor prudente
Van hacia el lago los tranquilos patos
Que por la senda marchan sin reatos
Bajo el bochorno del verano ardiente.
Galante parloteo de la gente
Semejan sus menudos pizzicatos
Que se dispersan en las sombras gratos.
Quemados por la fiebre del relente.
Abre la noche su sepulcro negro
Y cierra el día las esclusas blancas
Sobre la turbia vastedad del lago ,
Diluye el pato su primer alegro *
Y en un borrón se funden las barrancas
Gestos huraños del tranquilo pago.
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MANGANGAES Y MARIPOSAS
Abre su roja puerta primavera
Al celeste cairel de las, glicinas,
Y ensueñan como termes figulinas
Tornasoles de luz en la pradera.
Misioneros errantes en la esfera
Rezongan como viejas adivinas ,
Mangangaes en pos de golosinas
Que llevan a su nido en la tapera.
En rubíes de fulgidas facetas
Aparecen de noche los planetas ;
Inquietos peregrinos del espacio;
El silencio aterriza entre las cosas ,
En tanto las pintadas mariposas
Se acogen al calor de su palacio .
27
LA LECHUZA
Huye la tarde displicentemente
Huraña de avaricias invernales ,
Y en íntimo conflicto los jarales
Besan al río penitentemente.
La noche maga , fervorosamente
Celebra de sus bólidos astrales
Sus noctámbulas fiestas ancestrales
Cuando trafica las puerta del poniente.
En los abismos de la sombra cruza
En dubitante vuelo la lechuza
Con el puñal de su mirada yerta ,
Y claman en la noche desolada
Sus cantos que se pierden en la nada
Junto a la tumba mística y desierta.
28
LA MULA
Diluye el esfumino de la aurora
El sangriento rubí de un sol de enero ,
Y al uncir las tres yuntas , el boyero
La gris mañana silencioso explora.
Danza la Vida en la temprana hora
Sobre la verde grama del otero
Y anímanse las flores del sendero
Con el rocío que la noche llora.
La muía de la granja -la curiosa
Doncella de impecables castidades
Despierta , cual filósofo discreto-
Obra incompleta , acaso milagrosa ,
-La mentira mayor de las verdades-
De la Madre Inmortal , raro secreto.
29
EL TERU-TERO
En el extenso prado la pareja
Agudiza su extrema vigilancia ,
Y en vuelo calculado, la distancia
El teru-tero de su nido aleja.
Cuida la esposa a la manera vieja
Con arrogante y suma petulancia
Su lecho que embalsama la fragancia
Que en el ambiente la gramilla deja.
Urde avizor su melopeya extraña
Cuando sitia el rebaño su Rochela
En medio de los campos extendida.
En penumbras se envuelve la cabaña
Cuando raya los cielos una estela
Donde hiende la fiebre de la Vida.
30
EL HORNERO
Saluda con cánticos nativos
La presencia del sol de la mañana.
Cuando cruzan silentes la sabana
Los vacunos ariscos y agresivos.
Arquetipo de orfebres redivivos ,
Es una maravilla que se ufam
En el barro que moja la fontana
Donde graba sus puntos suspensivos . . .
Emmora la bella arquitectura
Del palacio que labra febricente
Cuando queman los hornos del verano;
Y parece que juera um locura
Que su nido surgiera del torrente
De las negras arcillas del pantano.
31
LA HORMIGA
Su pentagrama de color trasunta
En rituales de encantos , Primavera ,
Y el Cuerno de Abundancia en l ’a pradera
Se vuelca como signo de pregunta .
Hunde el arado la bruñida punta
Que guia el labrador con la mancera ,
Mientras marcha, tomando delantera
Paso ante paso , la paciente yunta.
Los enjambres de hormigas invasoras ,
Después de las molicies del invierno ,
Acometen los cálices abiertos ,
Y en ‘ [Flámulas de fuegos” las auroras ,
Dejan su beso de caricia eterno
Sobre la frente de los tallos muertos.
32
LA CALANDRIA
De mañana -temprano- cuando vierte
Octubre el zumo de la noche fresco
El cuadro se presenta pintoresco
Alejando el fantasma de la muerte .
Subráyase la vida de tal suerte
El prado rememora un arabesco
De luciente contorno principesco
Junto al barranco de apariencia inerte .
La joya del cristal de su garganta
Vuelca en la onda de esplendor sonoro
La calandria magnifica y amable. . .
¡Y parece que habla cuando canta
El más vidente pájaro canoro
De la modulación incomparable!
33
LA LIEBRE
La mies tapiza el suelo de la granja
Cuando el verano se traduce en fiebres ,
Quedándose desiertos los pesebres
Y seca la vertiente de la zanja.
Madura lentamente la naranja
Y asustadas despiértanse las liebres ,
A tiempo que magníficos orfebres
Pintan los cielos de rojiza franja;
Las orejas atrás en la carrera
Por los campos desiertos de la hacienda
Y el temor en la escena de los ojos ,
Cada liebre fugaz es misionera
De la banalidad de una leyenda
Que en la cárcel muriera entre cerrojos .
34
LAS CABRAS
Envueltas en las túnicas de enero
Bajan las cabras del cercano risco ,
Cubriendo la planicie del aprisco
A los guiños del plácido boyero.
El balido continuo y majadero
Cabalga sobre el cálido ventisco
Que sutilmente se retuerce arisco
Con ruidos de imposible sonajero .
Reposan de las diurnas inquietudes
Y amanecen con nuevas juventudes
Brindándoles las mamas al cabrito ,
Que retoza por toda la comarca
Cual si fuera el botija de un monarca
Adulado por todo el infinito.
35
EL BURRO
No es el burro que implora Mesalina
Con sus cárdenos labios de borracha ,
En los regios banquetes cortesanos ;
Es el paciente de la oreja larga ,
El que soporta el huracán de palos ,
En las horas de plomo de la granja.
No es el borrico de los reyes magos
Que enalteciera la palabra santa ,
Ni el que enfrenan enfáticos los Sanchos
Camino de opulenta Baratarla.
Es el rucio de todos los mercados
Sin Dios „ ni norte , ni oración , ni gracia ,
Que ignora las delicias y los salmos ,
Mientras paciente por (a senda marcha . . .
El es el que ha dejado diez mil años
En las grietas sangrantes de la fábrica
-Regalados al hombre- de trabajos
Sin que nunca , jamás , se le pagara.
El tuvo la ironía de los Labios
(de los burlescos labios de 1a. hampa)
La ojeriza y el odio de los tantos
que ya perdieron su conciencia humana.
36
la gallineta
Canta la gallineta su argentino
“Tiojuan” sonoro (la estridente nota!. . J
Y en la penumbra del estío flota
Toda la gama de su canto fino.
Mana del cauce ( grifo diamantino)
Al mismo tiempo que la planta brota „
La perdurable , cristalina gota
Diluyéndose en ¡los de su destino.
Copia los tintes del profundo cielo
Su traje gris -color de cerebelo -
Y cuando anida junta a la maleza,
Rebosa de tesoro fecundada,
De tal manera que semeja un hada
Que en palacio celebra su riqueza.
37
EL BUEY
Bajo el pu ¡izante clavo del implacable dueño
El émulo de Apis resiste la fatiga ,
Regando con sus lágrimas ele infatigable empeño
El tálamo en que brota la perdurable espiga.
Con tardo paso trepa por la comarca abrupta ,
En el testuz condensa las diez mil abundancias:
De aquel gigante esfuerzo ha de nacer la fruta
De dulcidos sabores y nítidas fragancias.
Y mando cae la sombra que véspero trasunta
Y vuelve lentamente el buey a la cabaña ,
Se queda la comarca ¡ tan sola sin la yunta!
Que lloran como niños el prado y la montaña.
38
LOS PAVOS
Marcha la tropa lenta y displicente
-(Un aire distraído la domina )-
Al opulento prado que fascina
Con su verde peiuch munificente;
Voraces, picoteando la simiente
-Bebiéndose la gota diamantina-
Que la noche tiró galante y fina
Desde el nítido cielo transparente .
Inflama su plumón el pavo- jefe
Imperativo, en ademán arcaico ,
Frente al grupo sumiso y obediente:
Gira su cuello con perfil de F,
Y continúa por aquel mosaico
Que tornasola el cálido relente.
39
LA GRANJA
Al devoto cariño del verano
Rebosan de perfume los senderos
Y en los valles ; la mies de los graneros
Rima su acento m ístico y lejano .
Al tajo del cuchillo cae el grano
Envuelto en el clamor de los pamperos
Y vierten , los racimos prisioneros
Sangre y ensueño , flores y pantano.
Vibrando de la granja los idilios
En medio de aromáticos concilios
Que embalsama el ambiente en la distancia ,
Es la vida más dulce y apacible ,
Porque todo lo trueca inconfundible
El bendito sabor de la abundancia .
40
"Cantos de América”
y
'Cantos Patrióticos”
VUELO DE CONDORES
Sobre todos los abismos y las grietas sempiternas
De montañas y de témpanos,
Sobre pampas , sobre mares
Y mil selvas misteriosas
Del inmenso Continente Americano ,
Van los cóndores caudales ,
Persiguiendo el horizonte de la luz renovadora
Y mirando cara a cara los sistemas planetarios t
En que flotan como átomos
Diez mil mundos fragmentados
Sobre océanos y mares y sonantes cataratas ,
Y volcanes abrasados en el homo de sus llamas.
Con sus picos aspirantes y las orlas de su cuello
Como anillos de un planeta ,
Con sus garras contraídas ;
Son los cóndores caudales
Los señores soberanos de la eterna inmensidad .
Nadie osó tocar sus nidos ,
Mano alguna quiso nunca , someterse a los abismos
Donde moran los polkielos
Ensayando sos volidos
Sus volidos portentosos ;
Aprendiendo lo insondable, dialogando con los soles
Y escuchando ventisqueros
Y orquestriones de montañas por las noches. . .
Ni los gélidos pamperos arreciantes,
Ni el caer despedazado del geológico picacho ,
Inmutaron a los cóndores tranquilos
Desde el signo culminante donde posan ,
Restaurando sus fatigas >
De cruzar sobre los mares y de hundirse
Tras los cósmicos hervores
De falanges de asteroides pensativos y fugaces.
43
HOMENAJE
Es la América libre quien golpea
De la Italia gigante en una tumba,
Es la voz de la América que zumba
A los fulgores de la luz febea; .
Es la América libre , gigantea
Quien remueve las horas de ultratumba,
Quien rompe la siniestra catacumba
Con los rayos ardientes de la Idea.
Es la América libre la que arroja
Entre los surcos de la vida intensa.
El poema de todas las verdades ;
Para que el nuevo numen las recoja
En la fiebre de amores que condensa
La conquista de grandes libertades.
44
12 de OCTUBRE - AMERICA
La America dormía amurallada
Por el azul oleaje de los mares,
Turbando ¿a mudez de sus desiertos
La plegaria infernal de sus volcanes;
En ¡as ricas entrañas de su suelo,
En sus selvas sombrías.
Mansión de los felinos iracundos ;
Los tesoros bullían .
Mundial joyel que presintió el marino
Que al Mundo Viejo le brindara un mundo
Arrancado a la entraña del abismo.
Del trópico en la hornaza
Se evaporan i os ríos toirenciales ,
Para volcar en lluvias sus caudales
Del Orbe en las comarcas.
Los sabios y los solios
En medio al esplendor de las coronas
Y ai que irt'adia ia ciencia.
Condenaron ai rudo peregrino ,
Y loco le llamaron
Al que inflamó ¡a. Historia ,
¡Con la página bella de la Gloria !
Al que sintió el fermento formidable
De ia clarovidencia alumbradora,
Al que la envidia dijo “ ¡Miserable!”
Al que surcó los mares de sargazos
Y ai Viejo Mundo con el Mundo Nuevo
¡ Confundió en mil abrazos!
Al que plantó la antorcha de la Europa
En medio de la noche de la América
Al que jamás detuvo el i( non plus ulna ”
Al de la colosal hazaña homérica.
A Colón inmortal Al que saluda
La tierra reverente,
Al que nos diera el trópico candente;
Aquel que a nuestras plantas
45
Con todo el corazón ,
Depusiera la virgen creación
Que ignoraban los sabios y los solios
Engastados en viejos capitalios.
46
PAMPAS Y MONTAÑAS
Las montañas y las pampas . . .
Las montañas y las pampas que se miran frente a frente ,
En la lengua de los dioses , con hipérboles magníficas
Se traducen mil ensueños -los ensueños de mil siglos-,
De mil razas que pasaron presurosas
Por las rudas intemperies de incontables cataclismos ,
Y bebieron los ciclones portentosos
Por sus picos congelados ; que al hundirse entre los cielos
Se aproximan a los astros,
Las montañas y las pampas que se miran frente afrente . . .
Las montañas y las pampas
Han dejado maravillas , indecibles maravillas
Para el estro que se enflora
Con lo grande y lo pequeño , con el átomo y el cosmos . . .
Las montañas arrogantes ,
En geológicos banquetes arrojaron a las plantas
De las Pampas,
Las bandadas desús cóndores , los flamígeros cordajes
De los hórridos volcanes ,
Los deshielos presurosos , y los vírgenes girones de los árboles
Que nacieron entre abismos y peñascos y torrentes como mares . . .
Y las pampas silenciosas -tornasoles de espejismos-
Bajo todos los clamores -los clamores de la Vida-
Se han tumbado para siempre a los pies de la montaña
Cual lo hiciera en los harenes.
En sus lúbricos harenes , la sultana ;
Se han tumbado, pero envían sus mensajes ,
Sus mensajes misteriosos a las cumbres f a las cumbres más altivas
Donde enhebran los ingentes monumentos
En los ápises eternos,
Filamentos estelares . . .
Son las pampas silenciosas , tornasoles y espejismos . . .
47
PLA Y AS DE AMERICA
PLA YASDE AMERICA que la mar burila
En su taller de sombras.
Entre abismos y cúspides
Y tronar de volcanes
Que modelan, fervientes, los titanes.
PLAYAS DE AMERICA: tu cuadriga se acuesta
Como el nítido sol en las espumas ,
Mientras el cobre de tu iodo tuesta
El transparente cuarzo de las dunas . . .
Atalaya que asombra , el Chimborazo
Cúbrese con la clámide
De sus nieves eternas.
Montaña de ios nidos de los cóndores
De incomparable y singu lar belleza,
En la fragua incesante de los mares
Se afelpan las arcillas ,
Y' de Neptuno en cada dentellada ,
Emerge una ensenada.
Para que sirva de tranquilo puerto
Al oceánico nauta peregrino.
PLA Y AS DE AMERICA :
Cuando el alfanje de la ciencia quiso
Unir de un sólo tajo
El fragor del Pacífico y Atlántico ,
Esas cumbres cayeron de rodillas
Y quedaron abiertas las exclusas
Enfermas de terribles desencantos.
Playas de A mérica, en cuya escena trágica,
Formidable , combate el Amazonas,
Como fiero caimán en la contienda.
Sobre palenque de infecunda arena . . .
Dilatados encajes de las playas
Donde el * Rapto de Europa ” se consuma,
Y paga su tributo a la. conquista
El azteca cetrino, Moctezuma.
48
Cañbanes perfiles donde canta
El ave tropical su maravilla ,
Y en donde se levanta
Un altar de emoción en cada antilla.
Playas que zumban con extraños sones
De invisibles orquestas ;
Sonámbulas canciones
Que el mundo canta en singulares fiestas . . .
Playas de América : en el aduar risueño ,
Nació la libertad de tus riberas.
Cuando el primer mtivo sobre un leño ,
Avanzó más allá de tus fronteras.
49
CANTO AZAVALA
Sobre el ancho sepulcro de los mares ,
En pos del ensoñado NUEVO MUNDO ,
Atraviesan los frágiles bajeles ,
Buscando de las selvas misteriosas
El intimo secreto , que su cofre ,
Encierra en la augusta creación.
Las playas infinitas y lejanas ,
Las selvas perfumadas ,
£7 crótalo que repta , /os cóndores caudales ,
Zfe/o e/ arco efe Zwz americano.
Son páginas vivientes ,
el genio de Colón entreveía
En sus locos delirios de profeta
Interrogantes del eterno arcano-
impresos más allá de Finisterre
Al borde de lejanos occidentes . . .
De pronto , salvadora y prometida
Del mar caribe la primera tierra
Se brinda promisora ,
Cubriendo con su clámide de brumas
A la fausta legión descubridora
De aquel arcano que un tesoro encierra!
La mañana de Octubre legendaria
De espléndidos fulgores arrebata
El alma de Colón .
Hiende el espacio
De ¡TIERRA, TIERRA! el clamoroso grito,
Al puma despertando en su guarida ,
Y se abre para el mundo desde entonces
i Un cauce nuevo de profunda VIDA !
La humana estirpe apagará en sus ríos
La sed que la devora de expansiones,
Y en sus comarcas saciará su hambre,
Y en sus cumbres celestes
Sabrá de libertades lo que ignora.
El ritmo de los hórridos torrentes
Que suena en el cordaje de los montes.
Celebra el despertar del nuevo mundo
Tras amplios horizontes.
50
Luego un remanso -una quietud que espera- '
¡Del alma occidental la sacudida . . /
Como el beso de amor que da una boca
Para infundir exuberante vida.
Pasan los siglos, la conquista llega
A cada palmo de la tierra ardiente
Y en medio de las pampas
Emergen las ciudades ,
Que trasuntan hervores de una etapa
Tres veces milenaria . . .
Brindan los montes cúspides eternas,
Vastísima planicie el Continente,
Festonan las arenas
El arcén de los ríos
Y truenan los oleajes.
Como en el antro los feroces leones
Y vibran las canciones
Más raras y salvajes
En el seno fecundo de la seh'a . . .
La tranquila quietud de los aduares
Turba el conquistador y por doquiera
El ensueño de la Europa reverbera
De la América inmensa en los altares.
Pueblos que balbucean la palabra
Que ha de trocar el pon-enir en VERBO:
IGUALDADES, TRABAJO , DEMOCRACIA
Y una, tan sólo , augusta aristocracia:
La del noble talento soberano.
Pueblos cuyo fervor clarovidente
Han de ax'entar la ergástula
Que man sillo la frente
Y la conciencia humana ,
En el cetro “ infernal de TORQUEMADA
Fue la CIUDAD “que delineó ZA VALA ”
Uno de aquellos pueblos
Febriles de inquietudes ,
-Cuna de libertades-
51
Que amasaron las gauchas multitudes
De las nueras edades.
Deslumbrante CIUDAD , MONTEVIDEO ,
En su seno fecundo „
Brotaron los nenúfares
De la moderna libertad del mundo .
Fw£ la insigne CIUDAD , conquistadora
Cuando estuvo el derecho escarnecido ,
y vencida ¡Tan grande en su derecho !
Que la proclama el porvenir ,
/we ¿j Ciudad que el gran Zavala
En esta tierra cimentó gallardo ,
¡Magnífica cósmópolis!
Que diviniza la canción del bardo .
Ella plasmó la montaraz leyenda
Cuando el britano
Frente a sus muros enclavó su tienda.
La CIUDAD de Zavala,
-Arúspice que explora las entrañas •
De América Launa-
Ha escrito en los anales del Estuario
Los mitos indomables desús huestes . . .
De aquél inquieto paladín heroico
El recuerdo perdura en los pamperos
Que vuelan por ¡as calles ciudadanas ,
Diluyendo los íntimos misterios
Del ingente tronar de las montañas ! ...
En cuna de granito infatigable ,
Al beso futurista de los soles
El recuerdo será de aquel hispano
Más recio que los robles
Del suelo americano .
Funda el gobernador inmarcesible
La Ciudad que se juega su destino
Teniendo por escudo las almenas ,
Frente al Guazú de costas dilatadas
Eternos en los himnos de la historia ,
¡UNA HISTORIA GRANDIOSA Y SOBERANA !
52
Un puñado de cálculos geométricos
Tira Za\>ala en la feraz pradera
Y abrazada a las fiebres del PROGRESO
Nació Montevideo
Pletórica de ensueños en América.
Muerde el buril los mármoles natUos
Fundiéndose los bronces del recuerdo ,
Para que surja el noble caballero
A la perennidad de los fit turas
Ambientes de la Historia.
Graba el artista su genial concepto
En el semblante del guerrero hispano,
Y brotan los idilios de la VIDA
En los altos reliei'es,
Como brotan eglógicasy bellas
Las flores del torrente y del pantano.
Centinela marcial frente al Estuario
“ ¡Levántate! parece que dijera el Futviador insigne
A ia primer Ciudad del Continente
* ‘ Reden tora y mu y fiel Mon tev ideo ’
La que alumbró “MOTIVOS DE PROTEO,
El “CANTO A ARTIGAS", “LA LEYENDA PATRIA “
La estupenda conquista de “MISIONES",
La primera en las rutas del derecho ;
Es la Ciudad que enalteció Zavala
Por mandato directo del destino,
Y que hoy se vuelca en abna colectii’a
Brindando al fundador este homenaje.
Mientras al pie del monumento grava
Esta leyenda:
¡Para siempre libre, para nunca esclava!
53
A MAYO DE 1810
Todo estaba cansado de opresiones,
Del esclavo crujían las cadenas ,
Las libertades engendraban leones
Con toque de victoria en las melenas .
Y deshechos estaban los blasones
Y tintos en la sangre de las venas ,
'bte manaron del Plata las naciones
En la noche infinita de sus penas.
i Misero amarrado Prometeo
Al ingente peñasco de su atraso ,
La Libertad reclama un Chimborazo
Formidable en la lucha, como Anteo . .
Y de Mayo en los fastos redentores
Cantan al porvenir, los ruiseñores.
54
25 de A COSTO . GRITO DE REDENCION
Grito de Libertad, sublime grito
Que se elevó como turbión de Gloria.
Sobre el dorso escarpado del “Cénit o ”,
Página augusta de la vieja historia.
Grito de Libertad que fue a clavar ,
La inmortal tricolor en los bastiones
En donde España hiciera tremolar
A sus gualdos y rojos pabellones.
Grito de Libertad que Gloria intensa
En cada nota con ardor proclama.
Grito que el alma de Nación condensa,
Grito que enciende la nativa llama,
Hasta la sierra , hasta la loma vas
Abrevando en las ondas tu ardentía;
El aborigen te pintó en su faz.
Artigas en tu fiera valentía;
Y Benavídez con el gaucho Viera
De arrojo henchido el legendario pecho.
Te vieron con asombro en la “ Calera ”
Escalar los escaños del Derecho,
Lai'alleja inmortal. Los Treinta y Tres
Al desplegar a su bandera airada,
Tu orgullo contemplaron otra vez
En la arena sutil déla Agraciada.
Grito de Libertad que en las regiones
Del Sarandí poblaste de adalides
Y que hiciste rugir los corazones
En el rudo entrevero de tus lides;
Grito de Libertad de inmensas alas
Que exploraste las selvas y las cumbres.
Atravesando de la luz las galas,
Bañándote en sus nítidas vislumbres:
55
Tu clamaste en la lama de tijera,
En la bola feroz, en el facón ,
Y ondulaste en la negra cabellera
Del gaucho que nos dio ¡a Redención.
Grito de Libertad que en medio giras
Del espacio velado por los astros ,
Y que la dulce Redención inspiras
Yendo tras ella por sus propios rastros,
Llena de fe la Fatria te saluda
Con entusiasnio joven como otrora ,
Y te promete que en la lucha ruda
Será tu aurora, su eternal aurora.
56
LA BATALLA DE SARANDI
De la otra margen surgirán los héroes
Como el cóndor caudal de la monona ,
Para gravar sobre les bronces recios
Las glorias eminentes de la Patria;
El Río cruzarán como el destino
Cruza por la intemperie de las almas ,
Para morir como cualquier charrúa ,
En esta orilla delprofitrtdo Plata.
El inmenso Uruguay eritre las sombras
Se ofrece generoso a la mesnada
Que el rudo Lavalleja r enardecido
Con ademán de bngadier comanda.
Al pisar este suelo los nativos ,
Eñarbolan la enseña de ia franja
Más roja que la sangre de sus venas
Y más grande que el sol de Lusitania.
A los vientos furentes se dispersan
Por todos los senderos de la pampa ,
Los Heroicos cruzados que la historia
En sus nítidas páginas exalta;
Rebeldes y tenaces arribaron
Con la vincha en la frente y con la espada ,
Flamígera de rayos vengadores ,
Pulidos en el homo de su fragua. . .
El cuero a cuerpo , el violento choque ,
La montonera y atrevida lanza ,
Contra el fusil de los imperios regios
En lo negro de cada encrucijada;
La vida que se brinda como un cauce
Por todas las arterias de la raza ,
Que funde en los crisoles de LAS PIEDRAS,
Artigas con su joven Democracia .
57
De acentos y de arroyo culminaron
De SARAN DI en la trágica pedana t
Los gauchos que supieron de la GLORIA
A la manera de la misma ESPARTA.
¡“CARABINA A LA ESPALDA Y SABLE EN MANO”! .
Fue el estupendo grito que la fama,
Pregona por las trompas inmortales ,
Que tocan los pulmones de la PATRIA.
58
1811 - LA CALERA - 1930
Son los gauchos de lama y tercerola
Que su melena ajustan con la vincha ,
Unciendo de los fletes a la cincha
El carro dé la augusta LIBERTAD ;
Son los gauchos del suelo americano
Que rompen las cadenas de los reyes ,
Para dictarse las augustas leyes
En que se fundamenta la igualdad .
Ajustada la espuela , bien apuesto
Sobre el lomo del flete infatigable ,
Empuña el gaucho el acerado sable
Que de España lo debe redimir;
Como la misma chispa del incendio
Altivamente surge en la Calera ,
En donde estalla por la vez primera
Su acento de vencer o de morir.
No importa de los tercios españoles
Exaltadas leyendas de coraje:
Le sobra corazón a ese gaucheje
Para llevar a cabo la invasión;
Porque es alma de América Latina
Con un poco del gesto de Lutecia ,
Y porque tiene de la vieja Grecia
Por lo sublime , natural pasión.
Corriendo por las pampas errabundo
En el semblante pinta su denuedo ,
Porque él no tiene en sus empujes miedo
Para romper su esclava condición ;
Y dijo en el fragor de las batallas
Que sabe de las luchas espartanas ,
Y que han de ser las tiranías vanas
Mientras no se domine el corazón.
59
RELACION
En la gran Montevideo
En un simbólico bronce ,
Al gaucho delaño once
Se eterniza según creo ;
Inmenso cual otro Anteo
Es en perfiles el flete ,
Sobre su lomo un jinete
-El gaucho de nuestra historia :
Es un chispazo de gloria
Un cielo rojo y celeste.
América tropical
Le puso al corcel de acero
Vigor imperecedero ,
Impetuosidad inmortal;
En cada gaucho ancestral
Hay corazones de León ,
Que en vez de garra , el facón
Esgrimid en los entreveros ,
Cuando cruzó sus aceros
Con la española melón .
En Rincón, Rivera erguido
Cual otro Cid Campeador.
Sobre su corcel , honor
Brinda al terruño querido;
El lusitano temido
Cae envuelto en la derrota f
Sobre aquellos campos flota
Nuestra patricia bandera ,
En la mano de Rivera b
Gran caudillo y gran patriota.
Impetuoso Lavalleja
En Sarandi es vendaval
Y con su carga inmortal
Redime a la * 'patria vieja”;
Allá en “Das Cobras” no deja
De ensoñar en su terruño:
Los hombres de un solo cuño
Son grandes en el exilio
60
Sin más escudo ni auxilio
Que combatir arma en puño.
Oribe, figura austera
De perfiles espartanos ,
Honra la patria en sus manos ,
Como la honrara Rivera . . .
61
SONETO PATRIO
Al Gaucho de la Independencia
Fueron los gauchos bravos que rimaron
vibrantes pericones en la gloria
y si cayeron en la lid , dejaron
de hazañas inmortales , la memoria ;
Los gauchos que los ciclos pisotearon
de los advenedizos de ia Historia ,
que sus negras melenas destrenzaron ,
para cubrir la sien de la victoria.
De inmortales campeones la Agraciada ,
Rincón y Sarandi, son la epopeya ,
y alumbra Ituzaingó como la estrella
de la Patria Artiguista emancipada ,
que teje para el triunfo de Las Piedras ,
sU corona de lauros y de hiedras.
62
RECUERDOS PA TRJOS
Son los centauros de pujante brío,
templados con rigores de pelea
que sobre el cielo de su frente graban
las emancipaciones de la idea.
Son las turbas incultas emergidas
de inflamado coraje , en la Calera ,
y la estival mañana de Febrero ,
al grito redentor de José Viera.
Es la heroica leyenda que fulgura ,
en la moharra de la vieja lanza;
el pampero salvaje que abanica
la divisa de “Patria y Esperanza ”
Es lo inmortal: jugo de las venas
que tiñe en la agonía a nuestro suelo;
Artigas , que tremola en cada brazo
la Libertad , que se remonta al cielo.
Es el Rincón y la suprema audacia ;
choque romano , el encuentro mudo ,
los corceles que labran con sus cascos
los ríen tes simbolismos del Escudo.
Es Sarandi de luto y de Victoria
que en el ambiente de la Patria flota ,
arpa del heroísmo, que en la brega,
quedó sonando con la caja rota.
63
BRONCES DE GL ORIA
Burilan con los bronces del pasado
-Los bronces del Cerrito y de las Piedras-
El caótico gesto de los gauchos ,
Señores de la homérica leyenda
De Ituzaingó, de Sarandi que forja
Alas de LIBERTAD „ cuando Rivera
Con mano recia , con audaz arresto ,
Graba en la historia de Rincón de Haedo
Un futurista canto de belleza.
Tribuna redentora , la Florida
Ofrece al numen del vidente pueblo
Que desnuda su pecho más altivo
Que el vuelo de los cóndores ,
Rumores de la selva ,
Granítica sonancia milenaria
De la “PIEDRA ALT A , \
Donde cantaron su canción más honda
Cruzados de la Patria , Quijotes de una Idea ,
Caballeros de un tiempo romancesco ,
Raros gigantes de inmortal presea.
64
Otros Poemas
JULIO HERRERA Y REISSIG
En la Eternidad
¡Oh sensible f, ¡Oh poeta
De lo exótico y lo raro!.
De tus cósmicas estrofas marfüinas ,
-Filigranas armoniosas-
Idealistas , do presientes LO INCREADO
Diste al numen de tu lengua
Diez mil óperas magníficas ,
Torrenciales , estupendas!
En los dulces diapasones
De tus cuerdas intocadas . . .
Orquestriones son tus cantos ,
Clamorosos tus acentos,
Y en tus mares las tormentas
Embriagantes asfódelos.
Tus rituales literarios
De lejanas religiones f
Son -acaso- violoncelos
De magnificas visiones
En pantalla extraterrena.
Los rebaños de tus prados.
El silencio en tus cavernas.
Los encajes madrepóricos,
El mecer de tus arenas ,
Se traducen en la caja
Sensorial de tu emoción ,
En cadencias medulares ,
Y en Apolos y en Minervas
Y en esencias
Que destilan gota a gota,
Todo el zumo de tu vida
SOÑADORA,
HIPNOTIZANTE,
Como el canto del rapsoda .
67
FLORENCIO
Fuiste como Jems , proscripto y raro
Y sudaste tu sangre en el desierto ,
Y tu agonía culminó en el huerto
Como ninguna, en triste desamo aro.
Pero llevabas en tu frente un faro
Como el destello entre la gema inserto ,
Tu vida toda -redentor-no ha muerto ,
Porque muere nomás , totfo /o ignaro.
Viven “LOSMUER7VS”, "NUESTROS HIJOS ” viven
Y tú con elfos . cow «i eterna
Han de flotar como la luz del astro;
Los que su pobre catadura exhiben ,
Miren su trágica visión interna ,
Donde FLORENCIO marcará su rastro.
68
A DELMIRA
Por tu cuerpo fino y terso
Como chorro cristalino
Corre el verso,
Corre el verso diamantino.
Tus pupilas de metales
Sustanciales de belleza ,
Y tu boca en que la fresa
Exprimió su sangre avara
De carmines y de alteza ,
Son la fuerza de tu estro
Descreído y sensitivo ,
De tu numen redil' ivo,
De tu fin loco y siniestro.
Tu garganta
Blanca , blanca como toda la Siberia ,
Sensualiza más tu histeria ,
Vulcaniza tu mirada
—Horno hirviente-
Donde pasa la corriente
De tu ser que se difunde
En los senos de la nada .
Y tus cantos
Como garfios
Y perfumes penetrantes como espinas ,
Tus canciones peregrinas ,
Son esencias de tu sexo
Anhelante en su agonía ,
Más sexual \ más errabundo r
Más mujer , en que se funde
La insoñada t inexistente ,
Embriagante , única Eva
No llegada todavía .
FUE TU MUERTE
Como el tajo a una montaña
Que vertiera en sus torrentes
Glaucos tonos , marejadas
De planetas de oro puro y destellante;
Y fue, acaso „ tu dispersa
Alma errante entre los astros,
69
La que enciende los fosfenos
En tus discos papilares
Y los clava en los altares
De los mundos estelares .
70
EL MIRLO MUERTO
Para mi hijo Ariel
Es con la nota de tu canto egregio
Que sueña mi porfiada fantasía . . .
Recuerdo que en tu jaula parecía ,
Estallar tu garganta en un arpegio .
Desconocido diapasón rompía
El tímido silencio entre las parras :
Un magnífico ritmo de guitarras ,
Tu canto entre la urdimbre parecía . . .
Pero de pronto tu mudez me inquieta:
Ya no suena tu dulce 4Í estradivario . .
Tu jaula se ha trocado en el santuario
De los tristes despojos del poeta .
Tu cuerpo embalsamado , todo yerto
En artística pose desafía ,
Al espacio , y al tiempo que podría
Ni sospechar acaso, que hayas muerto.
71
A UNA MUÑECA DE CONFITURAS
Toda muñeca de confituras
-Divina reina de escaparate—
Morenas manos de chocolate ,
Y en las mejillas tantas alburas
Que suprimirlas es disparate .
Labios sensuales de pura fresa ,
Chocolatines color turquesa
Forman la cuenca de los ojazos ,
Por donde manan dos lamparazos
Mas rutilantes que la cetveza.
Blanco merengue bien traducido
En falda blanca de su vestido
Llégale en ondas a la rodilla ,
Y el lampo rojo en su mejilla
En amapola se ha convertido.
Toda la frente son azucenas
De peladillas dulces t rellenas
De las abnendras apetitosas ,
Tan delicadas , tan olorosas
Que causan risas y quitan penas .
Son las caderas de btcochuelo
Bien imitadas , franco modelo
De ¡as que talla naturaleza;
Tienen los senos tanta realeza
Como la comba del vasto cielo.
Los piececitos son miniaturas
Imitativas de confituras
Todas cubiertas de papel-plomo ,
Brinda la boca como un asomo
De risa y gracia en sus comisuras.
Y son torneados los antebrazos
Como si fueran divinos lazos
Férreas cadenas para el amor.
Luego traduce tanto candor
Por las pupilas desús ojazos. . .
72
Que tas respetan ios pan ¿agine les,
Los Heleogábaios siempre crueles
Y los glotones de alto coturno . , .
Pero MUÑECA, te llega el tumo
Como a emparuidas , como a pasteles. . .
Al fin la vida no es otra cosa:
Morir marchita como la rosa
O siendo esbozo morir también ,
Morir muñeca, ser un edén,
Morir en verso , morir en prosa ,
Diciendo a todo -por siempre- AMEN.
73
EN EL CEMENTERIO MIRANDO LA MUERTE
El látigo del pinar
Anuncia los huracanes ,
Como a los ciegos afanes
Fuerte obsesión de pensar;
gn su trágico ulular ,
Remeda las tempestades ,
Y en las quietas soledades
El ondulante cordaje ,
Tiñe de verde el paisaje
De augustas eternidades.
La necrópolis silente
Circuida de los pinares ;
Guarda los tristes altares
Bajo sol resplandeciente;
Y cuando tras del poniente
Chorreando sangre de sol ,
Llega el último arrebol
A manchar la blanca lápida ,
Despliega la sombra rápida ,
Amplísimo quitasol.
Un in-eternum palpita
En la fúnebre quietud ,
Y luego , triste, un laúd
Entre insosiego crepita.
La música precipita
En el alma devaneos ,
Y despierta los deseos
Y engrandece las pasiones ,
Y enciende las rebeliones
De famélicos Anteos.
Hondos tesoros mentales
Captan las meditaciones
Al 'Locar” desilusiones
En las grietas sepulcrales. . .
Yacen frías las señales
Del DOLOR y el INTERES . . .
A veces un nombre es ;
La historia de todo un drama ,
74
Que se ha quemado en la llama
Que prende el supremo JUEZ .
75
CRISTO REDENTOR
En la giba del Gólgota enmudece
De CRISTO la palabra redentora ,
Y Magdalena triste y soñadora
Al pie del sacrificio resplandece.
La figura virtual, divina, crece
Porque es la cumbre del deber , autora
De intenso drama que en aquella hora
Al mundo cruel , fatídico estremece.
La noche de Pila tos desolada
Le oprime como un perno el corazón ,
Al ver que la soberbia se derrumba ;
Cristo marcha camino de la NADA
Y deja al mundo el único blasón:
La CRUZ al borde de la tumba.
76
LO QUE SE ESFUMA
Enmudece el boyero entre los bosques
Al rítmico vibrar de i a tristeza
Y callan de la linfa los murmurios
Si resplandece fiera la tormenta.
La música del grillo agudizante
Deja de ser , oculta en la maleza
Y el trovero de fáciles arrestos
Canta en sus cuerdas la postrer endecha .
El blanco dia su carmín diluye
En los carbones de la muerta hoguera. . .
Y allá en el arco que pasó lejano
Brota la fauce de la noche negra.
La golondrina busca su nav io
Que ha de llevarla por remotas playas.
Porque lleva en su pico la perenne
Renovación de bellas esperanzas.
77
ARIADNA
Su página es el rincón
Frondoso de los misterios ,
Que ya risueños o serios
Emergen del corazón
Yo también llevo prendido
A mi ser desventurado
Todo mi amargo pasado
En el tiempo que he vivido.
Damas bellas en los años
De la existencia viriles ,
Lamentan desús abriles
Y alegan mil desengaños.
Y yo que soy de una edad
Que ya no tiene reservas ,
Dígame Ud. con que yerbas
Se cura esta enfermedad?.
Pasé las mil y una noche
Allá por la Guerra Grande ,
Cuando sonaba en el Ande
De Sarmiento los reproches.
La Patríame vid tendida
En los caminos desiertos ,
Siempre rezando a los muertos
O restañando una herida .
No tuve más compañero
Ni más esposo adorable ,
Que mi flete y que mi sable
En cada recio entrevero...
Cuando , de vuelta a mis lares ;
Llegué con mil cicatrices ,
Pensé en las horas felices
Para endulzar m is pesares .
78
Y hasta me dije: un amado
Será mi gloria suprema,
Y desde entonces me quema
El tiempo vil que ha pasado.
Ninguno vino a ofrendar
Su mano a esta solterona ,
Que filé en algún tiempo “mona”
Para poderse casar.
Luego de \q que ha leído
Y a pesar de la verdad ,
No habrá ni por caridad
Un roto “pa ”un descosido?...
Pongo en sus manos , Ariadna,
Tal así el destino mió ,
Antes que congele el frío
El agua de la fontana.
79
LA ERMITA
Era la noche aún: ronca el Estuario
A los sones de música lejana,
Y amanece llamando la campana
A la humilde devota del santuario.
Fijos los ojos, pone en el Breviario
Todo el fervor de su pasión pagana ,
La mujer dulce que moteja “hermana”
Sin distinciones , todo el vecindario.
Vanse los feligreses por las sendas
-Niños, zagalas bellas y señoras -
Solemnes todos , con pausado paso ,
Mientras abren sus pórticos las tiendas ,
Y se rompe el rubí de las auroras
En mil ensueños de pulido raso.
80
ANHELO
Quiero pulsar las singulares notas
De los dulces cordajes de mi manen
Y darte de mis versos el resumen
En esencia , en encanto y, vibración;
Voy glosando, mujer , en los jardines
Per jumes y armonías y colores
Y en los nidos sintiendo los amores
En que vive , quemando, la ef?ioción.
He nacido, mi vida, con las alas
Con que nacen los cóndores andinos
Y he librado en los néctares divinos
Do palpita la vida universal ;
Y peregrino en la materna seh-a
Fui catador de mieles y de endechas
Mientras pulía las indianas flechas
Al canto del boyero y del zorzal
Y en tanto se destuerce la corriente
Al beso primitivo de la aurora
Ensueño en los misterios con que ahora
Te ama con locura el corazón...
Me parece que vengo del pasado
Tu boca con mi boca
En infantil arresto que provoca
Del sagrario del abría la oración.
Y si a los recios golpes de la vida
Se fragmentara mi gallardo esquife
Y me dieran por lecho un arrecife
Eterno, junto al inquietante mar ;
No olvides que te aguardo con mis brazos
De par en par inmensamente abiertos
Para irnos los dos hacia los puertos
De donde no podremos retornar.
SI
ESTIVAL
CANTAN los ríes sus canciones tibias.
El capullo rizado se entreabre ,
Y enhebran trovadores notas místicas
Al caer las cortinas de la tarde .
Punza la abeja en dúlcidos nectarios
-Pomas fragantes de sutiles mieles-
Y el noctámbulo beso de los astros
En rumores de amor, se desvanece.
Doran los trigos su carcaj de espigas
Al rezongo virtual del abejorro,
En tanto llueven las caricias finas
De las auroras al primer esbozo.
De absintio claro los cardales tiñen
Las placideces de la p&tipa inmensa,
Y en los pezones de sus pechos vwe
Todo el ensueño de la Vida plena.
82
GA V ROCHE
La Diosa de la Hampa y el Dios del A nabal
Quien sabe en qué marmitas fundieron tu metal!.
Condensas en tus carnes mil noches desoladas .
Cantando por los barrios cabe las barricadas,
Los himnos m ages ticosos que dicen “ LIBER JAD
En tanto a sangre y fuego combate la Ciudad.
Grav roches de Parises, de Londres y de Viena,
Surgidos en hen'ores de crimen y de pena .
Acaso alguna mueca de corte libertino
Cambió de las mesnadas fatales su destino,
Y echaron con sus manos callosas y sencillas
Abajo a los tiranos y a todas las bastillas.
83
DE MI PASADO
¡Oh tiempos de mi ayer , años de mozo
Que pasaron nomás llenos de gozo
Imprimiendo su huella en mi semblante ,
Comi si fuera el caballero andante
Soñando con su dama del Toboso!
Religión del amor , única y santa,
-Como flámula ardiente se levanta -
Lo mismo que impetuoso torbellino ,
En las breñas undosas del camino.
Por donde el barco sus canciones canta.
Grácil mujer , herniosa y hechicera ,
Que veo todavía en la frontera
De mis sueñoa de amor y de esperanza ,
Como nave ligera en lontananza
Que se aleja fugaz a otra ribera.
Escrutando en la noche de mis sueños.
Encuentro más alegres y risueños
Vaguedades y amores que pasaron ;
Con la grata emoción que nos dejaron
Sus ligeros y frágiles empeños.
Lozanas juventudes que vibraron
En los días divinos cuando amaron
Con el alma lo bello de las cosas,
Y que al irse , lo mismo que las rosas
Perfumes a la rama le dejaron.
Espectro del ayer soy todavía
Bajo la escarcha pertinaz y fría
Del peso de la Vida que me abruma:
La juventud se fue como la espuma
Que muere cuando toca la bahía .
84
EL MEMBRILLERO
De flores de rubí el membrillero
Se cubre en el jardín, mientras espera
Que llegue con fervores primal' era
Y zumbe de la abeja el somjero.
Después que el estribillo majadero
De la mínima fauna cancionera
Que invade la embrujada enredadera ,
Rememore sus murgas por Febrero
Vuelque la nube de fecundo riego
Cuando se encuentre de volar transida
Su gris ropaje donde el surco se abra ;
Y el astro de la flámula de fuego ,
Nos dirá de las fuentes de la Vida
En colores y formas , la palabra .
85
MI CANARIO
Modula en extrañas gamas
Sus armonías mejores,
Cuando despiertan las flores
Del sol ardiendo entre llamas;
Torrenciales melodramas
Emergen de su garganta „
Y su dutura levanta
Inflamado comentario,
De cómo puede un canario
Orquestar con gracia tánta ...
Como torrente que brota
Para diluirse en cristales ,
Sus empeños musicales
Son salmos en cada nota:
En la tierra escala ignota
Que se aleja en el vacio.
Hay calor y desvario
Y entre su plumaje de oro,
Vibra acaso como un coro
De crepitante rocío.
86
EL NARDO
Con el estío alegre en dulce desposorio
Su búcaro rebosa de celestial fragancia :
Yo adoro ese perfume intenso y amatorio
Que vela los queridos recuerdos de mi infancia.
Su paso entre las flores, fugaz o perentorio,
Volcando va el tesoro que su seno escancia,
Y quema los sentidos como un espejo ustorio
La esencia embriagadora que mana en abundancia.
Del transparente nardo donde el lucero riela,
Donde la noche pone las perlas de su lloro,
Olvido mis pesares , a meditar me entrego.
Allí la luna deja su luminosa estela ,
Allí el cordaje estalla de mi laúd sonoro
Tocado por la musa de mi rñnar de fuego.
87
ROSARIO
El rancho del domador
Con un gesto episcopal
Don Rosario el domador ,
Mira al nido de su amor
Caer de “ cubito dorsal
Ya no retoza el bagual
En la extendida pradera ,
Y la misma enredadera
Que perfiima el ambiente ,
Se marchó con la corriente
Al faltarle la cumbrera.
Rosario meditabundo
Contempla el agua estancada ,
Paralítica , infestada ,
£>? to corrientes del mundo;
Nubla sus sienes profundo
Examen de su conciencia ,
7 a/íte hermética ciencia
De su dolor solitario,
Llora la faz de Rosario
Con un llanto de clemencia .
Sus devaneos cerebrales
Repiten todo un pasado
De domador \ y soldado
De la patria en los umbrales ,
7 también los musicales
Cantos de los trovadores ,
La mocedad , sws amores ,
las ter miras de su madre
Y el beso, que , cowo patfre,
a sws “gurisas” traidores...
Cuántas veces de boiracho
Sobre los lomos del flete,
Jineteó hasta de juguete
Con flexuras de muchacho;
Indio duro cual lapacho
Que alimentó la barranca,
Usó la divisa ... franca
88
De nuestros partidos leales ;
Que en la frente de Orientales
Una es roja , la otra blanca.
La música de Chopin
La supo el rudo selvático...
El amó todo lo estático
Del bosque , supremo edén ;
El gran músico también ,
Supo extraer de la entraña
De la seh>ay su maraña
Las supremas armonías,
De volcanes y montañas.
Así \ diversos afanes
De tan opuestas adturas
Pueden tener estructuras
Semejantes en sus manes;
Son acervos de titanes
Sentir uno y traducir
Y hondo sentir y sufrir
Y no poder expresar ,
Lo que se quiere cantar
Y no se sabe decir.
En ese fondo insondable
En donde bogan las almas ,
Donde hay borrascas y calmas
En sucesión perdurable;
Donde todo lo inestable
Se transfonna en negación.
Nos grita la maldición
Con su léxico perverso,
Que en la faz del universo
Solo reina la traición.
En el bronce del semblante
Muestra Rosario la pena
Que lo embarga . que lo llena
Como ifn infierno del Dante;
Ya. ni siquiera el desplante
89
Le queda del gaucho fiero:
Dejó de ser altanero
Y como el agua estancada ,
Solo lleva su mirada
Imposible derrotero.
90
EL CIEGO SANTOS
Desde mis sueños de niño
-Dulces años ya lejanos-
Te vi, tendidas las manos
Y tu barba en desaliño.
Siempre tu faz en un guiño
Casi plasmando un Gwynplaine ,
Marchar en el mimo tren
Cauto contando los pasos ,
Hacia d versos ocasos
De Canelones , tu eden.
¡ Yo no sé qué tempestades
Bajo tu cráneo estallaron !
Y en tu semblante dejaron
El surco de eternidades.
¡El cerebro! En las edades
Nada cupo tan complejo:
Es el más nítido espejo
De lo raro , délo exótico.
De lo infernal y caótico
En lo nuevo y en lo viejo .
Cayó en tus ojos la sombra
Por fatal determinismo ,
Para hundirse en el abismo
Hasta el nombre que te nombra;
Pero te sirve de alfombra
Para cmzar el camino ,
La llaga de tu destino,
Ya que se engasta el dolor,
Donde se engasta el amor:
En lo bello y lo divino.
Mientras pasan por tus hombros
Acres gestos del destino.
En las sirtes del camino
Van quedando tus escombros.
Con indecibles asombros
Palpando a la vida vas...
Quedan, Santos, muy atrás
Para igualarte en bondades.
91
Las ignaras sociedades,
Que nunca comprenderás.
Acaso concomitante
Fuiste un día con Verlaine
Y en el humiide almacén
Te emborrachaste , un instante ...
/ Cómo deriva el gigante
A las burdas pequeneces ,
Y el p equ eñ o ¡cu án tas veces !
En su misma pequeñez.
Se trueca en conciencia, juez
De vanas esplendideces.
92
PANCHO
Quien ve tu cara de ciown
En desgarbado esqueleto ,
Nadie supone al sujeto
Que fué doquier un Sansón.
Mas... inicias con tesón
Implacable “ cañoneo ”,
Mientras tu entraña de Anteo
Renueva la lucha diana.
Ante la eterna plegaria
De tu insaciable deseo.
Hoy los pámpanos sagrados
Orlan tu frente triunfal ,
Manteniendo un ideal
Propios de los esforzados...
Deja que estén apostados
A la vera de la senda
Quien , Pancho , no te comprenda
Puesto que eres una cosa ,
Sustancial, maravillosa...
(Que mi numen no te ofenda)
Ha filtrado tu organismo
Ríos hervientes de alcohol
Que tú evaporaste al soi
De tu risueño optimismo .
“Te estás cavando un abismo "
Te decían: ' 7 Que tontera :
Me paso la vida entera
Doblando a mi gusto el codo...
Vivan otros de otro modo
Que yo vivo a mi manera
Tu que insumes un Quijote
Sin bacía y sin adarga ,
Llevas en hombros tu carga
Como su beso , Iscariote:
Jamás podrá el monigote
De la humana creación,
Escapar a la sanción
De su terrible ananké ,
Ni aún guarecido en la fé
De su triste corazón.
93
JESUS
De Pilatos bs siervos no supieron quien era ...
Loque dijo su labio no lo oyeron jamás:
Aquel hombre sentía la piadosa quimera
De los verbos que aman con su llama voraz.
Trasudando en el huerto de los viejos olivos,
Vierte sangre de vida por bs poros humanos;
La oración quelevanta por los tristes cautivos
No ha tocado la arcilla de los negros pantanos.
Redentor fulgurante de las viejas cadenas ,
Estremista fecundo , semi Dios adorable.
En tu fiero martirio condenaste las penas
De la muerte viviente , de la muerte admirable.
Veinte siglos cruzaron de la vida el desierto
Y el madero de cristo permanece intocado...
Es que marchan las almas al simbólico puerto
Donde llega el cobarde fatalmente cansado.
94
ASONANCIAS
I
Yo voy como el boyero
A entonar mis canciones en la selva ,
Cuando la aurora besa los penachos
Que el viento balancea;
Y vivo en los perfumes
Que embriagan como esencias ,
Dialogando en las frondas misteriosas.
Con todas sus querellas.
Después... sobre la duna
Recuesto mi cabeza,
Mientras las brisas abanican suave
Mi frente que no duerme porque piensa...
Piensa en lo Ignoto, indescifrable y mudo
Mar sin orillas en que el hombre sueña ,
Infinito que lleva en sus auroras
El verbo que las crea.
II
En el castillo de almenada torre
De la médula gris , triunfa la idea
A cuya fuerza obedeciendo el mundo.
En infinitas mutaciones rueda.
Tus alas bate de caudales regios s
Sobre el tumulto de la humana raza ,
Rie del freno de acerados gonces
Que el torpe siendo maniatado tasca.
Vibre tu acento imperativo y rudo
con los triunfales entonar de alondras,
Y que tu numen como faro inmenso
Sea de aquellas que disipan sombras.
Atrás la turba que se dobla ciega
Antes los dioses de pequeña talla,
Ola enturbiada que sumisa muere
informe , triste , sin poder ni ansia,
Salvemos a esa turba de pueriles
Frentes de prejuicios calcinadas ,
Y d emoles el riego de la ¡dea
En vez del triste riego de las lágrimas.
96
EN LA ROCA INACCESIBLE
Después de tus fatales treinta años
-Ese Gibo, mujer , de las Tonnentas-
Ya no “pasaste” en tu rosario , cuentas
De tus inconsolables desengaños .
Grises, muy grises, como nunca huraños ,
Son para tí los días que lamentas,
Cuyo recuerdo , ni siquiera intentas ,
Porque te saben sumamente extraños.
Cuando te cerque la vejez maleva ,
Mira, te pido , el último recodo ,
Y el término fatal verás cercano;
Grave , medita , sugerente Eva ,
Que será pronto delesnable lodo
Lo que tuviste por gentil y ufano.
97
QUISIERA ...
Quisiera ser el sol que te deslumbra ,
Rosada estrofa que en tu pecho arde ,
la vida de un idilio en la penumbra.
Y tristeza dolienta de la tarde .
Quisiera ser el cóndor que en sus garras
tremola el explandor de las montañas ;
El dúo popular de las guitarras
Que alienta el trovador en sus entrañas .
Quisiera... los despeños del torrente
de todas las mundiales cataratas ,
Las luces estelares que en tu frente
Se quiebran con reflejos escarlatas.
Yo quisiera bajar hasta el abismo
con una antorcha en mi siniestra mano
I quisiera saber quien soy yo mismo
En el tumulto del hervor humano.
98
PSIQUICAS
Yo escalo de la vida
La ignorada montaña ,
Donde anida Ja Idea ,
Donde anida la Idea emancipada.
Yo trepo desgarrando
El muro de mi alma ,
A siéndose a sus grietas como se ase
El pájaro a sus alas.
Yo soy la madreseh'a
Que perfuma el follaje ,
Y la abeja que empapa las antenas
En las mieles que esparce.
Soy la brisa que pasa
Columpiando las flores,
Y el capullo rosado y entreabierto
De locas ilusiones.
A veces soy la cumbre
que se viste de hielo.
En tanto que convulsan sus entrañas
Las furias del infierno.
O suelo ser el cóndor
Que va a posar la garra.
En la nwada selva de pinachos
Donde la humanidad llega cansada.
El choque de los astros
Rodando en las elipses dilatadas,
Y los soles inmensos que proyectan
Fantásticas figuras en los cielos.
99
CONVICCIONES
Vencerme no podria la torpeza
Por más que ronde ¡a pasión arrecie:
Mi grandeza será siempre grandeza
Aunque la humana recua me desprecie.
Así como se yergue la montaña
Me yergo sin temor a los cartujos:
Que se rompa sin lástima la entraña
Sin temores a estólidos embrujos .
Glosemos al peñón de la ribera
Que soporta el embate de la ola:
Que sea el alma nítida y austera
Si ha de quedarse netamente sola.
Al golpe del martillo centellea
En la cantera el tosco monolito:
Transfórmese la piedra con la Idea ,
Reduzcamos en algo el infinito.
100
INVERNAL
Ayer las rosas lozanas
Sorbiendo el fresco rocío
Del verano en las mañanas ,
Alardearon de atax'io ;
Hoy no perfiiman ufanas
Como en las tardes de estío ,
Y las que fueron galanas
Flores , desmayan de hastio.
Ya no habrá más marejadas
De alas vibrando en las hojas ,
Están ¡as corolas muertas:
Las ilusiones doradas
Darán paso a las congojas
En nuestras almas desiertas.
101
EL ENJAMBRE
Cuadro vulgar: un verjel,
Una noche muy serena
Y, junto a mi una colmena
Elaborando su miel.
Dentro de ella una babel
Que acaso me causa pena.
Mientras va la luna llena
De nubes en un tropel.
Noche de recia tarea:
Al encenderse la tea
Del viejo tronco de oriente ,
Alumbra un blasón de oro:
El ambarino tesoro
Medular, de la simiente.
102
RESURRECCION
Después de Magdalena arrepentida
Cayó Jesús del Gólgota, inmolado ,
Quedando su divino apostolado
Como el único encanto de la VIDA.
Su palabra prof ética, encendida ,
De la muerte deicida en el estrado ,
Marca la sangre del maestro amado ,
Colmando del martirio o la medida.
El recio verbo de su vida austera ,
La exudación de sangre en los olivos,
El “ consumatum est ” sobre la cruz ,
De Galilea pasa la frontera ,
Salva de las montañas los estribos
Y al mundo entero le esparcid su luz.
103
INVOCACION
Flor estival , Incensario
De inigualado vergel ,
Sabrosa fuente de miel
En que se trueca el nectario ;
Rincón de policromías
En donde esboza el amor ,
Todo el sagrado esplendor
De juventud y poesías ;
Hojas de verde matiz
Que trasmutáis esperanzas,
Y que vais en lontananzas
Juntos con el cielo gris;
Pétalos que el viento lleva
Jugando por los caminos.
Como van los peregrinos
Pulverizando la gleba
Perfumes que a los sentidos
Arrancáis evocaciones,
Como a los nidos canciones ,
Si hay polluelos en los nidos;
A vuestro pié en oración
Cae el espíritu m ío ,
Como gota de rocío
Que parte del corazón
104
RUMORES
Preanuncia el Pentateuco
Rumor de creaciones...
Mosaicos increíbles:
La Vida y sus hervores!.
Nos dice del cansancio
Lejano de la nube ,
Que el gran punzón de fuego
Pacientemente pule!.
Ignora el pentagrama
Rampante de los antros ,
Y tiembla como siervo
Su turbio Dios esclavo...!
Estruja sus murallas
Con invisibles manos:
No quiere que sus fieras
Las pueda ver el astro...
105
GOLONDRINAS QUE LLEGAN
Cuando empiezan las tintas aurórales
Su sangre a destilar ,
Y se amacan las arpas de los sauces
Besadas por el Imlito estival;
Cuando llegan las mansas golondrinas
Con sus cuerpos azules a alegrar
Las calles y campiñas ,
Cruzándolas en rápidos zig-zags,
Y vutven a colgar de los aleros
El caliente y el cómodo nidal
Al lúcido compás de los acentos
Con que riegan las ondas al pasar;
Las eternas viajeras ,a los climas
De profundo solaz,
A contarles irán a las ondinas
En las tardes del mar.
La ternura encantada de ¡a bella
Hija del Uruguay ,
Que burila en las almas una estela
De amor sentimental.
106
SE VAN
Tomaron pasaje en buque mercante
Que salva mil leguas de viaje marino:
Con vuelo pausado , con rítmico trino ,
Se van de conserva con el nax'egante.
Al mástil se prende la dulce bandera
En tanto la ola se tuerce epiléptica :
No sé lo que tiene de ave pro f ética
Al verla tan mansa, tan buena y tan “ dada
Nos atenta la Biblia que el gran Nazareno,
Sacó de l afrenta la espina punzante...
Horrible suplicio, -suplicio del Dante -
Del Gólgota triste,
Regresan a Europa, buscando el verano
- La ropa caliente del temo pichon-
ear iño de madre , cariño y perdón!
Más grande, más bello que el mistno océano.
107
CUADRO
La tarde expira en el suntuoso encaja
De nubes grises que ensangrienta
Y tu con tu risa de gentil mancebo
Vas a mi lado por aquel paisaje
Un muro que trasmuta el coloniaje
- V viente extenuación del medio evo
Así que nos escuda , yo me atrevo ,
A quemarte en un beso de coraje
Postrero resplandor adormecido
Con levísimas sedas de penumbras ,
Se acuesta blandamente en tus ojeras ,
En tanto en un momento , hemos vivido
Aquella vida de vivir que alumbras
Del alma nuestra , todas las fronteras.
FLOR DE BOULEVAR
flor de París enferma de tristeza ,
Clorótica de tedio y boulevares ,
Sultana del 4 "Cantar de los Cantares”,
Ampona de la sádica vileza ;
Tus rituales marchitos de torpeza ,
Exangües en tus ojos estelares ,
Ya no postran al pié de tus altares
A principes del genio y la realeza.
Vagabunda en nocturna encrucijada ,
Con toda ¡a amargura de tu mirada ,
Semejas un ocaso indefinido .
De cálices de sangre y desencanto ,
Mojados por los ríos de tu llanto
Que corren presurosos al Olvido.
109
EL PRISMA DE LA PAMPA
A la memoria sacra de Ricardo Güiraldes.
Tras la inmensa , solitaria
Pampa que el Ande acaricia
Brota como una delicia
Que se traduce en plegaria ,
La imponente luminaria
Del intenso cielo azul
Cuando recoge su tul,
Para borrar las estrellas ,
La ñocha , que imprime en ellas ,
Los fosfenos de Stambul.
Pasan cóndores volando
Con las alas bien tendidas
Tras las montañas erguidas
Con sus volcanes tronando;
Los ríos que van pasando
Como ignotas avalanchas ,
Parecen cintas muy anchas
De metales bien bruñidos ,
Recogiendo los bramidos
De las fieras en sus canchas.
Como divino cordaje
Allá , en la altura remota,
Estalla la nieve rota
Entre la escena salvaje,
Y como fiel homenaje
Al que hizo todo aquello.
Se desmorona en un sello
De grave postemación.
Para rezar la oración
De lo grande y de lo bello.
Besa el mar al pié pampeano
Con indecible cadencia...
Parece la omnipotencia
Del solar americano;
Se tornasola aquel llano
Con el más raro espejismo,
Y ata un abismo a otro abismo
110
Un riel de acero tendido,
Entre puebles que han mcido
Del vientre del HEROISMO.
Mas allá, en la frontera
Del aftiable Paraguay \
Donde se extienda Amambay
Sin esfiierzos ni fatigas,
El viejo patriarca Artigas
Medita en el Uruguay .
Todos esos gladiadores
Ciñeron vinchas en la frente
Y fueron al Continente
Lo que la tierra a las flores;
Todos cayeron de amores
Ante la diosa Nación,
Cada uno puso un girón
De su alma en la bandera,
Y ala libertad austera
Le dieron el corazón .
111
LA VIOLETA
Cuando todo en el cantero
Es una triste agonía.
En ti bulle silenciosa ,
Poéticamente la vida.
Cuando las otras desmayan
En contorciones de frió ,
Tu corola juguetea
Entre guedejas de limbos.
Cuando las otras exangües
En pétalos se dispersan ,
Tu búcaro su tiliza
Embriagadoras esencias.
Las otras dejan espinas
En las tristes ramazones ;
Tú en el imborrable recuerdo
De inolvidables amores.
112
LO QUE SE ESFUMA
Enmudece él boyero entre los bosques
Al rítmico vibrar de la tristeza
Y callan de la linfa los murmurios
Si resplandece fiera la tormenta.
Im música del grillo agudizante
Deja de ser , oculta en la maleza
Y el trovero de fáciles arrestos
Canta en sus cuerdas la postrer endecha.
El blanco dia su carmín diluye
En los carbones de la muerta hoguera ...
Y allá en el arco que pasó lejano
Brota la fauce de la noche negra.
La golondrina busca su navio
Que ha de llevarla por remotas playas ,
Porque lleva en su pico la perenne
Renovación de bellas esperanzas.
113
EL INVIERNO
Albores invernales volcando sus tibiezas
En llanos dilatados, silentes y dormidos;
Las rosas desmayadas que inclinan sus cabezas,
Las aves en desbando que vuelan a sus nidos;
Misérrimos cantares de orugas cancioneras
En árboles exangües : sin savia ni verdor;
Torciendo las olas que azotan las riberas ,
Los Cielos y la Tierra gimiendo de dolor;
El gélido pampero golpeando los picachos
Envueltos en las albas nevadas del invierno;
Las selvas que sacuden airadas sus penachos ,
Contemplan las estrellas en éxtasis eterno;
Las vírgenes otrora de eróticos excesos
En medio a las penumbras languideciendo van ,
Sus bocas sin las fiebres ardientes de los besos.
Sus besos sin quemantes furores de volcán .
114
SONETO
En que euritmia prodigiosa
Juntaron tanta belleza ,
Para formar la realeza
De tu garganta armoniosa?
En que fronda misteriosa
Tomó la naturaleza
Con rara delicadeza
Para tu boca una rosa?
Y que risueñas Sev illas
Del mantón y de la gracia
Copiaron tu faz morena?
La eterna de maravillas ,
La gentil de aristocracia
Del salero y la verbena.
EMOCION PLAYERA
Quietas las aguas del inmenso RIO ,
Quietas las aguas con quietud de piedra ,
Siempra a mi lado tu divino busto
Burilando sus formas en la arena...
Musicación de un beso en el misterio
Que errabunda se fue sobre las alas
De un entretenimiento ,
Que rosa la tersura de las aguas.
En el arco lejano , palpitante
Cruza un navio de remoto imperio ,
En tanto que tus manos me acarician
Y a sus caricias deliciosas, sueño.
Es la hora sonámbula que suena
En el guiño azulado de los astros ,
Vamos -me dices displicentemente
A otros lugares bellos y lejanos ...
116
lo. DE MAYO
Ruja la tarde de la vida obrera
Con asonada y protestas miles
Y hasta la flor que tiemla en los pemiles
Ecos repita de su redención;
Ruja la lengua en los talleres muda
Y siempre muda en la sombría mina ,
Con bronca voz , y no con argentina
Voz que corea la burgués canción.
Flámulas pidan a la nueva gloria
Los huracanes de la nueva idea
Para que el fuego de su triunfo sea
Holocausto sin fin de la verdad;
Rayos que anuncien cual guerra trompa
Los despertares de un profundo sueño ,
Para que rompan con porfiado empeño
El manto de su densa oscuridad.
Como alciones que van hasta la playa
Donde jugando se acostó la ola ,
Asi del triunfo hasta la playa , sola
Llega la turba del trabajador;
Tejan sus dedos el gigante lauro!!
Que al mundo atruena en la presente hora
Y a los destellos de la roja aurora
Irradie al mundo de lo bienhechor.
En un abrazo de amistad emblema
Vuelva el obrero a los esfuerzos nobles
Y marche como el son de los redobles
Que anuncien él avance más triunfal ,
Y cuando caigan en acordes lides
Circundando de amores sus afanes ,
Que vengan otros brazos de titanes
A levantar su eterno pedestal .
117
JOSE PEDRO VARELA
Como un profeta desplegó la enseña
Que el ansia popular con furia agita;
Fué de los pocos que trocó la peña
En verbo tremebundo que palpita.
“Rodó sobre su escudo ” desgarrando
En la lucha su vida legendaria t
Se apagó como un sol: iluminado
Con la fé ideal de una plegaria.
Como lauro triunfante que agiganta
La garra de la lucha llevó impresa .
Por eso es diva la memoria santa
Que palpita en la noche de su huesa.
Potente luchador de inmenso vuelo ,
Fibra de acero que el dolor no abate ,
En sus alas de cóndor , hasta el cielo
Arrasa en la tendencia que combate.
118
VERSOS A MI AMIGO EUGENIO CASANOVA ,
CON MOTIVO DEL ENVIO DE UN MATE
AR Tisnc AMENTE BORDADO , A/£ REGALO
Como agradezco tu envió!
Un mate que es puro arte:
Deveras , no alcanza a darte
Gracias ; este verso wno:
£7 rancho es todo un estio,
Y a su frente la pradera,
Y luego la cancionera
Calandria dentro del follaje ,
Pintan divino paisaje
De una feraz primavera.
Pero como en esta vida
No ha}> un principio sin fin.
Graba un sol en el confin
Que es como una despedida;
Una barca en la partida
Sobre las aguas navega ,
Y un cañaveral que entrega
Su caricia a la corriente,
Al pasar bajo del puente
4 Por la solitaria vega ”
La mano que grabó aquello
No es una mano cualquiera:
Es por demás hechicera,
Tiene del alma un destello;
Hay arte y hay arte bello.
Hay sensación delicada,
Y hasta en la frase bordada
Brinda espiritualidad :
Es grande, hermano, en verdad
Tener el alma encumbrada.
Lo dejare <l pa ” el amargo
( quiere Ud. lo que yo quiero)
Y he de tomar el p ranero
Con Ud. como de encargo:
Será un mate lindo v largo
119
De viejo cuño criollo ,
Y si acaso no me abollo
Antes que el mate se rompa ,
Hemos de menearle trompa
Con torta frita y con bollo.
120
VIEJO SILLON
Cuantas veces, lo recuerdas?
Entre tus rígidos brazos ,
Zurció mi madre las medias
Y me lustró los zapatos?...
Cuántas, ella , me enseñó
Mi deber de ciudadano ,
Con el enérgico acento
Noble, de ilustre soldado f
Cuántas, en tiempos precarios
Respaldada en tu respaldo.
Leyó la prensa del día
Condenando a los tiranos.
De los tiempos que se fueron
Eres, mi viejo sillón.
Una historia palpitante
De la Patria y del honor.
Diez mil veces me senté
Sobre tu asiento calado ,
Debajo del limonero
Que perfitmaba mi atarto.
En tanto los mangangaes
Pasaban siempre zumbando ,
Mientras finge tornasoles
El ambiente de verano,
Y el moscardón con su música
Nos interrumpe el descanso .
En tu hamaca milagrosa
Soñé los sueños más gratos,
Y recordé de mi padre
Los consejos moderados,
Y la voz de la experiencia
Que brotaba de sus labios ,
Me dijo el< Kit ente mente,
'El mundo, hijo, es amargo
Como el zumo del ajenjo.
Como el carácter del diablo
Y todo es una mentira
Hija del mentido espasmo...
121
Oh sillón de mis recuerdos
-De mis recnerdos pasados
Hoy te contemplo ya viejo
Como imagen que los años
Sus bellas lineas borraron ,
Y tu pata rota veo
Y flojos tus fuertes brazos ;
Y rasgada la esterilla
Que nos sirvió de respaldo ,
Y apagado tu color
Y herido por los costados.
En el abandono triste
Del que vivió muchos años ,
Y que al fin de la jomada
Lo dejaron los ingratos,
En los últimos rincones
Tristemente abandonado ...
122
CUADROS
Musitan los cercanos manantiales
Esparciendo su linfa entre la grama ,
Y tañen su divino pentagrama
En el bosque cercano , los zorzales.
Disputan sus perfumes los rosales
Entre los arabescos de su trama,
En tanto que a lo lejos arde en dama
El exangüe ramaje en los juncales .
Silencio religioso en los senderos
Debajo de los amplios limoneros
Donde vivo la vida de estos versos
Que luego han de sonar en tu garganta
-Cuando jueguen las flores a tu planta-
Un juguete de pétalos dispersos.
123
ANATEMA TERA TO LOGICO
Versos cortados > para los truanes sin repeto ni
consideración hacia los demás.
No tenéis manes ni jui \
Estúp idos rhozalvé,
No mantenéis el repé t
Sois tontos, sois atreví.
Es innoble el cometí
De actitud tan misera, ::
Y si algún día llegá
A tener hijos, idió,
“Sabréis de manos a bó
Que hay que dar más en el clá ”.
CARTA EN VERSO
A BERNARDO PEREZ DE LOS CAMPOS
Me acompaña la intención .. . .
De remitirle una carta ,
Pero , exangüe mi cerebro ; i,
Busca y no encuéntra la causa , ; ; i V .
Queme de ingente 'motivo .' ..
Para una poesía alta, ; ^
Por las significaciones
Que pueda infundirle el alma;
Todo lo cual me concita.
A decirte “sobre nada ’*
Será el tema que tendré ~ .
tei esto torear ingrata ; ,
De racfo wos te o D/os
Desde su cumbre lejana ,
Y nada significamos
Con la envoltura que pasa
Como ye/oz nubecilla . '
£?we e?í ¿7 se desgarra, ,
Cuando nada el huracán
En los campos de la 'fiada’’!
Nada son esos vapores ,
7mtos juguetes del agua t , - ... ,
rac/tf ¿V vapor que. sale
De miestras propias entrañas!.
Nada vive ni un segiitxdo.
Cuando el infinito tala ,
Con la segur de la muerte :1
/teto la misma montaña!. ••
Somos ^ . j -
De /o que termina en hada] t : v :v
K la gloria más risueia
Que simboliza la palma ,
te nada más que un fragmento
Que fiada pierde ni gana f
Aunque se hundan los mundos
En que viven tantas patrias!.
Nada es el mar que traduce
En las armonías santas ,
Un átomo universal
Que llena plams v planas ,
d25
De inopia desesperante
De nuestras humanas castas ,
Tan dadas a la soberbia
Que alimentan con patatas ,
Zanahorias , y con papas ,
En el hervor de las prosas
De nuestras vidas infaustas ,
De nuestros torpes engaños ,
De nuestras necias macanas ,
Los que irremediablemente
Se liquidan en la nada ,
Como él canto del zorzal
O el tañer de la guitarra!.
Adiós hermano Bernardo:
Tú eres más “nada” que “nada”
Porque tiras el sonido
Como su rumor la pampa ,
Que los cóndores contemplan
Con sus punzantes miradas ,
Cuando ruedan las estrellas
Sobre las olas amargas ,
Y brotan las florecidas
En los senos de las chacras ,
Que los soles atormentan
Convirtiéndolas en nada ,
Cual una nuez que pretende
Que su miserable cáscara
Es insolente navio ,
Unidad de una batalla ,
Que el gimnoto deslumbrante
Entre la mar alumbrara A
126
A UNA MASCARA
Tú que calzas antifaz
O que llevas la careta ,
Es tu conciencia correcta
O dentro va un cachafaz?. . .
Quieres al mundo engañar
O te muestras como eres?
No esperes , tonta , no esperes
Con la mentira triunfar !. . .
Desentume el animal
Que se enrosca en tus arterias
Mismo lecho de miseria
De negra herencia ancestral.
Vive el único momento
De verdad , grotesco Sancho ,
Y después, como el carancho
Devora el vientre al jumento.
No invoques al Dios Supremo
En imploración senil.
Que en el divino pensil
De ira sucumbe el blasfemo.
127
A Mí PADR E ;
Plinto de su vejez,, ... y.-
Rayo de auroran -.•••>: ’• *: . "
Misteriosa deidad . i- r .
Que se aproxüna * ; V
Como la luz del astro prisionera
Para correr las sombras de la sima.
Sólo su/mano de capullo terso
Puedo tocar
Mis viejos diapasones ,
Para que vierta y ■ v/u-, v , yv-.\^vv ■
Con sonoro verso.
Mi silenciosa liray • • v
Sus canciones; • • vy.
Como los magos del oriente , ella
Con indice de^rosa muy pequeño.
Puede enseñarte k polar estrella
Cabe a las, flores de galante su eño.
128
SALMO A m TORTA FRITA
Torta- fritas con grasa y sal de cocina
Aplastadas y grandes como la luna ,
Pan de todos los pobres en las tormentas ,
Cuando el mísero rancho gime en las lluvias
De las trágicas noches de los inviernos ,
Y mastican sus hambres las criaturas
Chapoteando descalzos todos los cienos.
Yo te canto mi salmo, oh torta frita!
Impagable y rugosa gran golosina!
Que gustaron los gauchos de otras edades
En fogones de estancia, junto a las chinas ,
O en el éxodo ardiente de los patriotas
Siempre en pos del chambergo del viejo ARTIGAS. . .
Salve a ti torta frita, criba de poros.
Inmanente delicia de miserables.
Hostia rica y sabrosa de feligreses
De las mil religiones de ahora y de antes !. . .
Salve a ti compañera de los troperos ,
Del amargo criollo junto a la hoguera
En las noches de ronda -noches nervio sas-
Cuando muge el novillo, bajo la estrella
Y el tropero le silba , calmo, a la tropa !. . .
Cuántas veces los grandes, esos “macotas”
Que gustaron sabores de cosas finas
Engulleron voraces como ninguno
De vosotras las tortas, hasta las migas. . .
Salve a ti torta frita de los desvanes
Donde hierven las fiebres de los poetas,
Donde viven maduros los IDEALES
Y caudan, como cóndores pensativos
Hasta el borde ignescente de los volcanes !. . .
Sabe a ti torta frita, ¡oh pan de infames.
De protervos y mines y de raleas
De Sanchos y Quijotes y Dulcineas!. . .
129
DISCULPE
Estoy como cansao: este camino
Me ha endurecido , viejo, hasta las tabas
Y en la esponja del alma ya no cabe
Ni una gotita de la turbia agua .
Que gusto vía tener de armar la honda
Del bien trenzado lazo de la fama ,
Si hay una fronda de las penas grandes
Que pesan como plomo y que me aplastan.
Yo no soy como Ud.: Ud. es más duro
Que los renuevos de los viejos talas . . .
Por eso siento como envidia noble
De los que llevan la cabeza blanca.
Es que yo siento como envidia y tengo
Pa todos los “vichocos” de su laya ,
Adentro de mi cuerpo admiraciones
A medida que bajan de ¡a montaña .
130
AMISTAD
La amistad es un astro que fulgura
En el cielo brumoso de la vida,
Es su hiz, esa luz de la ternura
Que ardiente y bella el corazón nos brinda.
Condensa el sentimiento de hidalguía
Que al hombre torna superior y fuerte;
La amistad nos deslumbra como el día:
Es principio y es fin ; es inmanente.
Es la amistad parnaso cuyas musas
Son la Firmeza, Protección y Fe;
No se viste de gracias andaluzas,
Y tiene su alcotán: “juzgar y creer ”
No fía en la torpeza aduladora
Ni al fausto quema perfumado incienso ,
Ama en la vida ¡a Verdad y adora
Estos dioses no más: Virtud y Talento .
Amigas: en vuestras almas encontré
En viva encarnación a las Tres Gracias:
Por eso a vuestras plantas arrojé
De la amistad las flores perfumadas.
131
VEINTE AÑOS
Cuando veo en torno mío
Bullir ¡a vida animosa,
Cuando contemplo radiosa
Una mañana de estío , ■.
Es cuando siento más frío
En mi corazón doliente , .
Y al congelarse la fuente - .
De todas mis alegrías, •. .
Veo que se VAN mis días
Con rapidez sorprendente.
¿Qué habéis hecho veinte años
En el humano concierto ¿ . . ?,
El tiempo pasado ha muerto
Entre muchos desengaños;
Hoy que se toman huraños
Los que jueron infantiles ,
Los que amaron los abriles
De la vida primorosa,
Digan: una mariposa
No hace más en los pensiles?
Por la intemperie social
Se pasa como un beodo;
El hombre malogra todo:
La verdad y la moral;
Pretende ser inmortal
En su necio orgullo vano ,
Y en ese gran océano
Del mundo se señorea ,
Donde apenas deletrea
El desmesurado arcano.
Todo es mentida ilusión ,
Todo en la vida es demencia;
Y muere la inteligencia . . .
Ya no late el corazón. . .
Fecundiza la extensión
Su materia desgranada;
Su lucha desesperada
El tiempo trueca en escoria;
132
Misero rastro de GLORIA h
Deja el hombre en la jornada.
LA MISION
Subir rasgando ¡a tiniebla oscura
Con la antorcha sin par del pensamiento
Y asistir al festín del hundimiento
de la “torpe avutarda la inconciencia ,
Amontonar sin tregua los escombros
Para trocarlos en cenizas luego
Al calor abrasante de ese fuego
Que brota de la entraña de la Ciencia.
Instaurar los destinos elevados
Para los cuales fue creado el hombre.
Pulverizando la maldad sin nombre
Que se llama egoísmo y ambición ,
Destruir la bacteria de la envidia
Que locamente ; sin piedad nos roe
Ahogándonos en sus brazos de Tifoe,
De la humana hidalguía , es la misión .
Reverente evocar todo lo grande
Aplastando misérrimas ideas ,
Y cantar con Homeros.odiseas
En la fuente insaciable del saber ,
Desplegar entusiasta los pendones
De la Diosa Minerva en su Atalaya,
Y pisar como alciones esa playa
En do alumbra un eterno amanecer.
Subir, subir en alas de un emporio
De inspiraciones sin cabal medida
Y en ascensiones terminar la vida
Constituye del hombre la misión;
Subir , subir hasta encontrar el astro
Más irradiante en la celeste comba
Donde la Idea estalle como bomba
Y reviente entusiasta el corazón.
134
MISERIAS
Nazarenos dolores vibrantes
En el pueblo doliente que mana.
El sudor de su pálido rostro
Por todo el enconó que bulle en su llaga!
Igualdades que busca y no encuentra
Y agosta el valor de su ansia
Marco infame que en medio te pone
Haciendo del Mundo , millares de patrias!
Mi oración ideal de los sueños
Aleteos en cumbres lejanas,
Increyente pensar de los cráneos
Que danzan del mundo , la danza macabra !
Miserere que brota del alma
Doloroso extensión que te aplasta:
Ya no puedes pulir el nenúfar
Que en medio del pantano mefítico , estalla!
Iracunda canción que se eleva.
En el pecho viril de las masas,
Como furias de cóndor gigante
Que lleva volando, la Muerte, en sus garras!
Madriguera maldita que abre
unafauce terrible que traga
El esfuerzo sangriento y Horrible
Del brazo que brega, de nuestra canalla!
Montoneras de hambrientos chiquillos
Vacilantes, de estúpida facha,
Monigotes en manos del rico
Brotados un día ¿ quién sabe en que charca!
135
HWmSDJELRlO
En su smil despeñaderos , l:
Por sus gafantes de plata . , • v.
Sus arrullantes canciones
¿Qué dicen en lengua extraña?
, ¿Qm ién traduce los misterios
Del seno de su v orágine ?
, ¿Qué van clamando sus olas
En impertérrito avance?
¿Qu ién detiene sus raudales
En sonantes cataratas . . <?
Al progreso son los. Himnos,
Son los himnos de sus aguas. „
MiS CANCIONES
¡Oh mis canciones? Son tan alegres
Cómo bandadas de páj arillos
Que ván en busca de compañeras
Que les ayuden a tejer nidos
En los penachos de nuestras selvas.
Y sóñ torrentes murmuradores ,
Música intensa demilviolihes,
Y son arpegios de ruiseñores,
Y serenatas de serafines.
Y mis canciones son tan alegres
Como algazara de rapazu elos
En contoneos tras la charanga ,
O romerías de los gallegos
Rememorando costumbres patrias.
Y, son estrellas titiladoras.
Alfas y Omegas de la alegría;
De dos amantes las dulces horas
Y de sus besos la sinfonía.
AL PASAR
Inenarrable , alucinantemente
Pasaste frente a mí: tal \in meteoro
Que raya el cielo con crayón de oro
Hasta el ocaso , inconfundiblemente .
Hunde el RECUERDO su implacable diente
De aquella historia en el pulmón sonoro ,
Y yo recojo todavía el tesoro
Que me persigue inexorablemente.
Después me alejo con tranquilo paso
Hacia la fronda del invierno triste
Viviendo un tiempo que pasara ya,
Y bajo un cielo de pulido raso
Pienso que vuelve lo que ayer no existe
Menos la vida que no volverá.
CONSONANCIAS
Todo el hervor de la vida
Puse en tus ojos , mujer ,
£>z ese ayer
Que el corazón no ¡o olvida
Glorias fueron del pasado
Tus señoriales perfiles.
En que rieron los abriles
Que aún el tiempo no ha secado .
Desde el jardín a tu pecho
Voló el pétalo encendido ,
Y allí se tendió dormido
Como un ángel en su lecho .
Y el sol -el gran soberano-
De la silente pradera ,
En los cauces de tu ojera
Se convirtió en un tirano .
139
ROSA DE OCTUBRE
¿Recuerdas tú?: trepaban por el muro
De octubre clamorosos los rosales ,
Y un incendio cundía de vestales
Bajo la placidez del cielo puro.
Túrne decías con fervor “te juro
Que estas flores , mi amor ; son ideales:
Son las primeras: trepan los umbrales
De alma Primavera a su conjuro ”
Quisiera contemplar todas las tardes
Al acostarse el sol en los ocasos
Sus rosadas urdimbres cariñosas ,
Y tenderme después sin más alardes
En los tiernos cojines de tus brazos
Como el mismo rosal entre las rosas.
140
AYER
Paréceme que vivo todavía
Aquella tarde de violeta ocaso:
Su mano bella de pulido raso
Apreté mucho con la mano m ía.
“No te vayas aún” me repetía:
“No romperá la ausencia nuestro lazo,
“Irá contigo mi constante abrazo ”,
Mientras la tarde desaparecía. . .
Véspero alegre la amplitud del llano
Por donde corre de la grama el beso ,
Mientras detone, lenta, la oración. . .
Este romance del ayer lejano ,
Si ella viviera lo llevara impreso
Sobre la carne de su corazón .
141
PAISAJES
La tarde vierte el zumo
Violeta de su ensueño ,
Panojas asteroides
Retozan en los cielos .
Palustres avecillas
Celebran los inviernos ,
Con opios monocordes
Del fondo de los cienos
Demódoco no embruja
Sonancias en su lira ,
Ni vibran metaloides
Debajo de la mina.
La flor que llega tarde
Descuella por lo exigua:
Semeja un parpadeo
Exangüe de la Vida.
142
EL SAPO Y LA RANA
Un sapo muy hermoso por lo feo
Aúna rana del charco muy coqueta
La sitiaba de fino galanteo,
Y ella muy pizpireta
Excitaba, con requiebros, su deseo.
Con frecuencia le ocurre al sapo humano ,
De ranas de su especie enamorarse;
Pero luego -con ellas- de casarse ,
Percibirse que vienen del pantano .
143
LA PERDIZ Y LA PALOMA
Una perdiz detrás de una vidriera ,
Hablaba a una paloma mensajera
Y con acento triste le decía:
Palomita más blanca que la leche ,
Me tienen condenada al escabeche.
Tú que eres del SEÑOR un simbolismo
No podrías sacarme de este abismo ?
Y la tierna paloma muy ufana
Replica buenamente: si mañana
Vuelvo , volando , a mis queridos lares ,
Te llevaré a mi grupa tras los mares.
Pero ocurrió lo menos esperado :
Un perdigón sin rumbo disparado
A ¡a nivea paloma dióle muerte ,
Siendo mejor la suerte
De la perdiz parlera
Que come trigo aún en la vidriera.
144
EL LEGA
Puso la selva un soto en sur melena.
En sus garras, Sansón la fuerza ignota;
El bronco acento de su pecho suena
Sin cobarde temor a la derrota;
Y temblando a su paso la azucena
De hiz solar entre el ramaje flota;
En los médanos , deja, de la arena
Dé su ágil planta ; inconfundible nota.
En el surco de luz de su pupila
Reverberan los soles africanos . . .
Y con la audacia que envidiara A tila
Al estrujar la Europa entre sus manos ,
Se impone del desierto en lo profundo
Tal como el hombre se le impone al mundo.
145
EL ZORRO Y LA COMADREJA
Un zorro muy enfático y político ,
Rondaba de un vecino el gallinero ,
Pero una comadreja que posaba
Del rancho en el alero ,
Se dijo sigilosa: iré primero
Que el zorro de uña fina;
Si me antecede , no deja una gallina.
El zorro y comadreja ; bis bis:
-No vaya amigo zorro : la escopeta
Del dueño es muy certera
Y el perro del corral , es una fiera .
—Ud. qué hace aquí tan vigilante
Amiga comadreja?
Su corazón tan tierno en tal desplante
Confundido me deja . . .
146
LA COMADREJA
Era una comadreja muy cumplida
Que protocolizaba su lenguaje
Para luego lanzarse al “ abordaje ”
Del polhielo inocente en su guarida .
“ Joven polhielo , ta plumón dé seda
Magnifica tu linea apetitosa,
Es tu nítida piel como de rosa
Que a las flechas del sol , marchita queda”
En cambio el ditirambo prodigaba
Se relamia voluptuosamente,
Y devorábase eleogabalmente
La prole que hace poco ponderaba .
Como la comadreja, de afectuosas
Cuántas nos comen las mejores cosas .
147
EL CERDO Y EL PATO
Un cerdo placentero
De su negra pocilga sobre el limo ,
Y en la tersa laguna un pato hundía
Su quilla en el abismo.
Con severo lenguaje el pato dijo:
¿Por qué manchas tu blanca indumentaria ,
Imposible haragán , te gusta el cieno?
-No te engañes así tranquilo pato:
Este fétido limo en que a mis anchas
Me tiendo Musulmán y satisfecho ,
Me libra de otras manchas:
La traición , el incesto y el cohecho.
Más allá de la piel otra eminencia
Mantengo sin “temores”: la conciencia .
En cambio tú, si el parásito te abruma ,
Lo disimulas con blancor de espuma ,
Y hasta sueles mirar a la distancia
A otros como tú, con petulancia.
148
AL CLARO DE LUNA
¿Recuerdas?. . . fue en el estío
Ciando al pie de tu ventana ,
Quemó tu boca de grana
Con un beso al labio m ío.
Complicábase el ocaso
A este santuario de amor ,
Y al perfume de la flor
Con su pétalo de raso.
Y tu voz como un salterio
Rítmicamente diluido
En la noche solitaria ,
Dijo no sé que misterio
Que penetraba en mi oído
Con la unción de una plegaria, .
149
CLARO DE LUNA
Claro de luna que besa
Tu bello rostro moreno
Cuando se aduerme en tu seno
Ensoñando , mi cabeza.
Quietud de la noche honda
De abismos inigualados ,
En que rien los collados
Con la risa de Gioconda.
Estrella que se diluye
En el mar de tus ojeras ,
Como las sombras postreras
En el día que concluye.
Dadme tus alas caudales
Para , en remotos países r
Ser como nunca felices
En tus brazos ideales.
ESTIVAL
Cantan los ríos sus canciones tibias , .
El capullo rizado se entreabre ,
Y enhebran trovadores notas místicas
Al caer las cortinas de la tarde.
Punza la abeja en dulcidos nectarios
-Pomas fragantes de sutiles mieles-
Y el noctámbulo beso de los astros
En rumores de amor , se desvanece.
Doran los trigos su carcaj de espigas
Al rezongo virtual del abejorro ,
En tanto llueven las caricias finas
De las auroras al primer esbozo.
De absintio claro los cardales tmen
Las placideces de la pampa inmensa ,
Y en los pezones de sus pechos vive
Todo el ensueño de la Vida plena.
151
EN LA PLAYA
Como una cautelosa mensajera ,
Pisa tu planta la cercana playa,
Mientras el cielo que el azul ensaya ,
Lo copias en el arco de tu ojera.
Cruza lánguidamente la ribera
- Donde el peñasco sirve de atalaya -
La marina gaviota cuando ensaya
Su vuelo que simula una quimera.
Se alargan hacia ti como serpientes
Los amargos oleajes confidentes
De tus sueños de amor y de mis sueños.
Que se van en derrota , de la Vida,
Cual la sangre que sale de una herida
Rubricando sus trágicos empeños.
152
TRES EMINENCIAS
Alado soy , asombra mi grandeza,
Y rasgo los crespones del misterio ;
Penetro el espesor de la molécula:
Yo soy el pensamiento.
Me formo de cadencias infinitas
En las que vibra con ardor el alma;
Vivo escalando las eternas brisas:
Me llamo la Palabra.
Impero en el instinto , no razono;
Me anego en el raudal de mis ensueños;
No me deslumbra el esplendor del oro:
Yo soy el sentimiento.
153
RUBENDARIO
El ruiseñor de Nicaragua canta
En su mágica lengua cuanto raro
Puede pensar el pensamiento avaro
De belleza , de arte y gloria santa.
El ruiseñor de Nicaragua encanta
Con el donaire de su verso caro .
Más luminoso que brillante faro
Que en la ru ta marina se levanta. . .
Y en las rémiges de oro que despliega
En un volido al infinito llega
Donde la musa con su dedo labra ,
La media luna del laurel glorioso
Que ha de ceñir la frente del coloso
Y mago trovador de la palabra .
ENSUENO
Beso con loca fruición
TU roja boca encendida
Por el fuego de la Vida
Que le da tu corazón;
Pongo a manera de airón
Tu bello brazo en mi frente
Y la impetuosa corriente
De la sangre de mis venas ,
Es como sensual Atenas
En el placer de Occidente.
Dejo caer en tus plantas
Esfuerzos de gladiadores
Entre excéntricos rumores
Que surgen de mil gargantas;
Cuelgo devociones santas
De tu aurífero rosario ,
Y al sonar el campanario
Bajo el techo de la noche ,
tiro mi adusto reproche ,
En su infinito breviario.
Sueño un hondísimo sueño
Lejos, lejos de la Vida . . .
Voy jugando una partida
De inestimables empeños;
Palpo sutiles ensueños
Que son tus encantos mismos.
Quiero asirme en los abismos
Y no encuentro donde asirme
Y siento despierto , hundirme
En medio a mil cataclismos.
155
MUÑECA LINDA
Linda muñeca , dulce embeleso ,
Fragante rosa de mis cantares ,
£>? tas mejillas de porcelana ,
Fb/có sw tata? w/w mañana
Enloquecida de boulevares ;
Sobre ios arcos maravillosos
De tus ojeras hondas y azules
Grabó la vida su interrogante ,
y en tus pupilas ; robo «w desplante
De primaveras y de estambules ;
Muñeca linda de escaparate:
Ríes con risa de la Gioconda
Cuando con ane prendes tu moña
Al son alegre de la zampona ,
Vertiendo escalas bajo la fronda;
No te conviertas en solterona
Con negros odios por norte y fin ,
Renueva siempre tus juventudes ,
Y serán bellas tus actitudes
Aunque estés llena con aserrín .
156
EN INVIERNO
Campiñas desoladas ,
Selvas que arrasa el huracán violento;
Eternas nubes blancas
Sobre los hombres del eterno viento.
El astro de las sombras
Que en el Ande recuesta su cabeza ,
Fulgurando en las hondas ,
En el lecho del mar t también se acuesta.
Ventarrones helados
Alientos pavorosos de las Pampas ,
Besando los collados
Solitarios y bellos de la Patria.
Las escuálidas garzas
-Azucenas de armiño del pantano-
Se posan en las lianas ,
Soberbias enarcando el cuello blanco.
Las almas ya no arden
En la hoguera fatal del erotismo ,
Y la sangre no baten
Los morbos adormidos.
157
ORACION
A la memoria de mi Esposa ,
santa compañera de mi vida .
Con qué resignación de santa y fuerte ,
Esposa, me dijiste: 4 'Ya me alejo ”...
mientras se empaña el transparente espejo
de tus garzas pupilas , con la muerte.
Corrimos en trágica aventura ,
juntos los dos , en este valle infausto ,
llego al final de la jomada exhausto
sin la dulce verdad de tu alma pura.
Cuando en el dorso de tus amplias alas
quieras llevarme para siempre a ti,
recuérdalo mi amor: no hay para mí
galas más bellas, que tus bellas galas.
Recoge mi clamor , Dios te acompaña:
cuando tú quieras que a tu diestra sea,
pídele por mi alma, que es Idea:
la IDEA, es astro, que ninguno empaña.
158
CON EL ALA ROTA
RICARDO DETOMASÍ -A su memoria
Cóndor Chaná; desde tu cumbre ignota
Donde distiendes tus sutiles alas r
Mira la comunión de vuestro pueblo
Junto al altar de tu sublime hazaña ,
Y a través de los tiempos que pasaron
Ve cómo enciende a tu memoria un salmo.
Evoca San José visiones santas
Y el ángel de las alas hechas trizas ,
Y de su pecho una oración arranca
Que llega dulcemente a tus cenizas.
Con la pupila sobre el cielo puesta
Tocar quisiste
De los astros lejanos las esferas ,
Donde fulguran
Del sol fecundo las extrañas galas.
La GLORIA que pasó sobre tus sienes
Encendidas de nobles entusiasmos ,
Puso un lauro traidor en tu camino ,
Pero al tomarlo tu serena diestra
Un zig-zag de la suerte ,
Te condujo a los antros de la muerte.
La lira del dolor vibró en el alma
De San José -tu pedestal de gloria-
Quehoy levanta, devoto t a tu memoria
Caudal de cóndor con el ala rota.
En el sonoro bronce eternizada.
159
TUPIANO
Extraña sustanciación
-Honda- tu pupila inflama
Cuando arrancas a la gama
De tu piano, una emoción.
En el supremo cordaje
Donde riela tu alma joven ,
Hay encantos de Beethoven
Junto a rumores de oleaje.
Fuga tu mano nerviosa
en la nieve del teclado
Con insinuantes querellas
Buscando en el alba rosa
De tu numen constelado
De fulgores , una estrella.
160
HABLA UN MUERTO DE HACE 1000 AÑOS
Acaso termina aquí
La vida , tal como creo?
Acaso este mausoleo
Será eterno , siempre así?
Durante el tiempo en que fui
Un habitué terrenal
Me reí del Carnaval
Humano , ¡que me hizo gracia!
Su pretensa aristocracia
Con ribetes de genial.
Por lápida me pusieron
Un inmenso monolito
Y me arrojaron proscrito
Con los otros que cayeron ,
Mi cuerpo no contuvieron
En su eterna evolución
Y yo filtrándome al son
De una música imprecisa ,
En alas fui de Ja brisa
No sé a qué ignota región. . .
Desde aquella inmensidad
Aún percibo mi cabeza ,
Vacía . dentro la huesa
Que le dio la humanidad;
Toda la triste verdad
Ahora alcanzo a comprender
¿ Porqué , mi Dios, no entender
En nuestros pasos primeros
Los diez mü y un derroteros
Que debemos conocer?
Efluvios moleculares
Seré en la consumación
O quizá una vibración
De luces tentaculares;
Los eclipses estelares
No es raro , acaso, que integre
Porque de una rara fiebre
Que se funde en electrones
Emergen constelaciones
Del Sumo Hacedor Orfebre.
161
TIEMPO
No es el año más viejo el que se acaba:
El más viejo es el año que atropella
Con el cincel del desengaño y graba
En nuestras almas , del dolor su huella.
Del Año Nuevo , al descorrer la aldaba
Abro la puerta; y en el fondo , aquella
Esperanza risueña que animaba
Mi espíritu de ayer ; tórnase estrella
Contra el férreo rejón de la experiencia ,
Contra el lírico ensueño de la nada ,
Contra toda fantástica ilusión;
Porque no hay años nuevos: hay la Ciencia;
Porque miente la vida en su jornada ,
Porque miente y engaña él corazón.
162
PRIMAVERA
La bandada canturrea
El más sonoroso alegro
Y de rosado se tiñe
El fecundo duraznero.
El pez encuentra en la playa
Mullido lecho al desove ,
Y sus redes extendidas
4 El lobo de mar” recoge.
Las aromas de las flores
Narcotizan los sentidos,
Y en el Parnaso las Musas
Inspiran cantos divinos.
Para formar las espumas
Neptuno bate las olas,
De donde emerge Afrodita
Diosa inmortal de las Diosas.
¡ Salve a ti Primal' era! La vibrante
Arpa del numen en tu seno canta
Omnímodo y grandioso y centelleante;
De colores un himno exuberante
En tu gran trayectoria se levanta.
163
LA PRIMAVERA
Es explosión que colora
Como el pincel la paleta ,
Las bellas nupcias de Flora ,
La inspiración del poeta.
En cada cáliz la aurora ,
Breve como una saeta ,
Pone su luz bienhechora
Solemnizando su fiesta.
Todo , todo resplandece
En la feraz Primavera ,
Vaso de resurrección:
Sólo el dolor enmudece ,
Y la risa es cancionera
Que le canta al corazón .
164
IMPROVISACION ANTE “LA CARRETA” DE BELLONI
Plasma en la dulce y discreta
soledad de la hondonada ,
una centuria esforzada ,
la nativista carreta ;
eUa clavó en la meseta
y en el llano , su pendón;
ella puso corazón ,
en las horas del desierto ,
respetable tradición .
Rígido el recio testuz ,
e/ £wey semeja un titán „
cae/ lo evoca Pelletán
del Sol intenso , <3 ¿7 /wz;
&Ü70 e/ s¡g7?o efe la Cruz
que en el cielo centellea ,
¿7 carreta en su odisea ,
es de & pampa , señora;
del suelo donde se enflora ,
campera Pentesilea.
165
EL BORRACHO
Es su gloria la copeja donde boga una ilusión ,
Es la mesa más pringosa , su “querencia ” en la taberna ;
Una gota preferida de su alcohol es la linterna
Que ilumina los transportes de su triste corazón.
Junto siempre a la ‘"vasera” con su cara de Sileno,
En el hígado , hiperemia , por la torpe reincidencia ,
Va perdiendo poco a poco de la vida la conciencia ,
Mientras sorbe “buche a buche”, la impudicia sobre cieno.
En sus días de sonámbulo -inconsciente vagabundo!-
Va sembrando los andrajos de su mísero indumento ,
Y sus frases recortadas en las páginas del viento ,
Van al libro de los tristes que circulan por el mundo.
Ya no importa que mecido fuera en cuna de marfiles
Ni cubra su miseria con enfático abolengo ,
Ni que ostente las presillas de Austerlitz o de Marengo
Ni de Baco rozagante , los auténticos abriles.
Ya se fueron los que fueron como Poe tan geniales!
Sólo cruzan tambaleantes por el gran ambulatorio ,
Los borrachos sin lirismo ni posturas de Tenorio ,
Los piltrafas insufribles , por demás insustanciales. . .
166
GRIS PERLA
Aquella mañana ardiente ,
Quemaba el sol las arenas ,
Como se queman las penas
En tu espíritu vidente.
Por el lejano poniente
Rodaban las nubes plenas
De matices de azucenas
Y azules resplandecientes.
Epiléptica la mar f
En su incesante ulular
Teñíase de gris perla;
Presentiste los abismos
De los recios vigorismos
Y te fuiste por no vería. . .!
167
AYER
Paréceme que vivo todavía
Aquella tarde de violeta ocaso:
Su mano bella de pulido raso
Apreté mucho con la mano mía .
“No te vayas aún ” me repetía:
“No romperá la ausencia nuestro lazo ,
“Irá contigo mi constante abrazo ",
Mientras la tarde desaparecía. . .
Véspero alegra la amplitud del llano
Por donde corre de la grama el beso ,
Mientras detona , lenta , la oración . . .
Este romance del ayer lejano ,
Si ella viviera lo llevara impreso
Sobre la carne de su corazón.
168
SONETO
A Ramón y Cajal
No le alcanza a tu espíritu profundo
Bregar sobre su escudo noche y día:
Te mata la fatal monotonía,
Pide tu alma por escena un mundo.
Y burilas segundo por segundo
Madrepóricamente tu elegía ,
Y clavas tu bandera de vigía
En tu Himalaya , hacedor fecundo.
En el bronce la GLORIA te ha esculpido ;
Y el Sol te besa desde el alto solio ,
De todos los eternos universos ;
Pocos nacieron como tú, nacido,
Para ser en gigante capitolio
El monarca de todos los esfuerzos.
169
DIVINO JARDINERO
Divino Jardinero , cultivador de estrellas
en los vergeles del azul ignoto ,
vuelve hasta mí, Divino Jardinero,
las creadoras fiebres de tus ojos .
Desbroza de malezas ios ásperos senderos
por donde cruza peregrino y solo
y esculpe , como artífice , en la selva ,
la vida en cada broto.
Afina los cordajes soñadores
de los coros alados en los sotos ,
musicaliza luego su etopeya,
y armoniza la gama de sus tonos .
Divino Jardinero del Imperio celeste:
un pétalo se ha roto
constelado de penas ,
que se van por la puerta de un esporo. . .
170
M ROSAL
Mi rosal, el rosal de mis horas
de más luchas y glorias y ansias,
ya ño brota , ni arena ni espina,
del ensueño de las copas brindadas.
Ya no traza con tiernos zarcillos
en el aire sus rúbricas raras,
ni su tronco severo y adusto
por la noche declama una estancia.
Ya no viene la rubia colmena
a chupar del capullo el pezón,
que una planta sin savia es el hombre
sin la vida genial del amor,
ni la ardiente poesía que vibra
en los blancos pinceles del Sol
171
TUFLORERO
Las flores son las musas ; su fragancia ,
el numen , el deleite , los placeres. . .
Que divinas y bellas las mujeres;
las que dieron perfumes a tu estancia.-
El florero de nácar donde escancia
el pomo de tu vida sus quereres
y la mano adorable de los seres
que mecieron tus sueños en la infancia ,
Le piden el encanto de mi verso
el Mundo, el Infinito, el Universo
donde el perfume del pistilo narra
las pulsaciones del amante exceso,
que vive, como vive cada beso
en la reja en que suena una guitarra.
172
FUGAZ
No sé cómo te llamas, no sé de donde vienes.
Ni sé tus alegrías: tampoco de tus penas
Conozco los motivos, ni menos tus cadenas.
Ni sé, yo te lo juro, la historia que tú tienes .
Modestamente bella, con tus cabellos grises.
Pasaste por mi lado ; bordaba una sonrisa
Tu boca en que la gracia jugaba con la brisa.
Quizá como en tus días más bellos y felices . . .
Y luego, lentamente, se aleja tu silueta
Por la estirada calle, bajo el bochorno recio.
Dejándome en el alma, no sé que dulce aprecio,
Ensueño que presiente mi numen de poeta.
173
“SIENTNUBES”
-Como lasnubes-
Tenue, vagarosa , transparente ,
Polícroma y alada, multiforme ,
7w numen de myjer no está conforme
Con nada, y se diluye indiferente . . .
“QU ASI NAVES”
-como las naves-
Oh padre mar K anciano con melenas
Bruñidas , marginas los desiertos
En donde quedan de los tiempos muertos.
Insepultas, las naves de las penas.
“VELUTUMBRA”
-como las sombras-
Confusión y babel, disentimiento
Embarga en esta hora al mundo entero. . .
¿Qué esfumino ha borrado el derrotero
De luz sobre la tierra, en un momento?. . .
174
LA TISIS
En el cauce de la corteña hada el infierno
boga el nauta misterioso del microbio
con las flores enzarces de su averno
desplegadas como enseñas del oprobio.
Con su mueca de satánica señora
nos deshüa con sus garfios la existencia,
y nos brinda los venenos de su flora,
en el vaso de su impúdica demencia.
Son apaches sus famélicas legiones
que amordazan a la pobre humanidad
cuando vuelcan en los tristes corazones
su tremenda , soporífera verdad . . .
Combatamos en los mares de la arteria
a la tisis que nos brinda la miseria.
175
CARNAVAL
Epilepsias grotescas y simuladas risas ,
Carmines y carbones en el rostro exudante ,
Algunos -pero pocos- de caballero andante ,
De Sanchos , cas/ todos, cow espantadas prisas .
r no faltan las poses de beberse las brisas ,
Haciendo el pistolero, arlequín o atorrante ,
y alguna vejancona asaz desesperante ,
Cubierta con los polvos de las viejas repisas.
Jovencitas que muestran curvaturas muy flacas ,
Señoritas maduras con diez mil temporales
Y mamás con pretensas intenciones muchachas;
Efebülosmuy tiesos como tiesas estacas ,
Viejecitos risueños como cuadros murales ,
Exponiendo contentos sus ridiculas fachas.
176
LOS PINOS
Cruje el pinar al empuje
del favonio pertinaz,
y el pájaro más audaz ,
también en la rama cruje ;
se retuerce -tal un buje-
la esbelta columna cónica ,
y el chasquido es una armónica
fina nota musical,
que imita - sabio- el zorzal,
en la extensión cosmogónica.
Infantes son los pinares
bajo del manto estelar,
que parecen soportar,
sus destinos seculares;
mismo frente de los mares
son apuestos contendores;
hablan no sé de que amores
a la gran vegetación,
y es el pinar corazón,
perfume, música y flores.
Su sangre es fuego en sus venas
y en sus ramas llamarada,
cuando cruza la hondonada
el huracán sin cadenas;
en su tronco no hay almenas
para el insecto agresor;
es el pinar un Señor
del inquieto medioevo,
tronco viejo, siempre nuevo,
donde trina el ruiseñor.
177
LIRIO ENFERMO
Hay rumores de agonía
en tu acento que se queja ,
cual peregrino que deja ,
a su pesar , fe alquería.
No muestres en tu semblante
-triste como flor de loto-
todo el horror a lo ignoto
de tu médula pensante.
Emerjan las placenteras
horas de amor en tus alas
que a tus excesos entrego;
piensa que tus primaveras
se queman en las escalas
de tu corazón de juego.
178
EVOCACION
En la triste oración que al tiempo ido
Elevo al Cielo con fervor profundo.
Te siento a ti no más, porque tú has sido
Mi feliz emotiva en este mundo.
Umbrales son de juventud pasada
Los que traspuse en mi primer aurora
De mi lírica , casta y ensoñada
Visión más honda que percibo ahora.
Todas aquellas santas claridades
De ti vinieron para mí tan sólo . . .
No creas que abrasaron mis ciudades
Los recios frisos que traduce el polo.
Ven a mi: burlemos la comedia
Tenebroso fantasma del camino . . .
Sin tener a la turba que me asedia ,
Soy un ariete contra mi destino .
179
AL SEÑOR SONETO
Limpio blasón de clásico embeleso
Fuiste señor romántico y gallardo ,
Tu flámula de fuego teje al bardo
Para cantar la inmensidad de un beso.
No tuviste jamás un retroceso
Ni un atajo jamás ; ningún petardo
Tú nunca „ como el numen de Leonardo
Dióse a la vida en delirante exceso.
El perfume que embriaga en el cuarteto
Es médula sonora en el terceto
Para ganar la literal batalla ,
Donde juegan la forma y pensamiento.
Sin que asome a tus labios el lamento
Indigno de tu línea y de tu talla.
180
AL OCASO
Flor de fuego eres , telón
En el véspero portal:
Semejas mi corazón
Que sangra , sangre ideal
Negro sudario fatal
Teje la sombra nocturna ,
Que sustituye el fanal
De tu incandescencia diurna .
181
CRISALIDA
Su blando segmento deja de arrastrarse
Porque siente alas para remontarse
Hacia las auroras , y en noches muy blancas
Vaga por las frondas, sobre las borrascas ,
Junto a los arroyos de linfas muy tersas.
De frondas gallardas y flores diversas.
Deja su sepulcro la que fue crisálida
Y se va en un vuelo, .todavía pálida
Por la nueva forma de sus transiciones.
Hacia los enjambres de constelaciones
Que mancha la seda del cielo prístino
Con límpido tono del azul marino.
182
CANTARES
Dejadme ser torrente en mis arrestos
y montañas también de ese torrente:
el vencedor se muestra en los aprestos
con un beso de Dios sobre la frente.
No queman las arenas calcinadas
Mis errabundas plantas por la vida ;
no alcanzan las arenas abrasadas
para matar una pasión vivida.
La densa bruma , transfundida en sombra
la luz apaga del divino astro ,
mas, cuando el alma con amor te nombra ;
deja en la sombra , de la luz , un rastro.
La selva es un misterio donde brama
el bronco pecho de la fiera herida;
mi pecho es una selva con su llama;
yo soy la fiera „ tú eres la guarida.
183
“Lo que dicen las Cosas *
y
Páginas en Prosa
YO Y MI BUFETE
¡Cuántas veces quedamos solos en el hondo silencio de la
noche!
El, serio, soportando la presión de mis codos; yo, abismado,
frente a la desierta playa del desencanto.
Recuerdo cuando mi padre llamó al carpintero de obra y le
dijo: “Quiero una mesa escritorio sencilla, cómoda, de madera
eterna”. Y fue así: don Ambrosio, el hábil mueblero de la Villa,
cumplió su cometido a entera satisfacción del cliente.
¡Y tuve desde entonces mi bufete!
Sobre su pulida y reluciente mesa, inicié mi vida de colegial,
sufrí las primeras mortificaciones intelectuales y soporté el rigor
de los autores, que habría de aprender, quiera que no, para llenar
mi desocupado cerebro, como se llenan de mercancías los estantes
destinados al almacenaje. . “después ahondarás”, me decían.
El primer lustro me pareció eterno, pues creía no llegar
nunca a mi ansiada adolescencia. Luego noté que el tiempo corría
vertiginosamente y que dejaba en mi semblante huellas inconfun-
dibles de su trayectoria. Una noche —aquéllo me pareció inaudi-
to— pensaba en casos y cosas extrañas, cuando mi viejo bufete,
produjo un raro movimiento oscilante y de pronto lo sentí
vibrar. Sus vibraciones eran articuladas como las que producen
esas cajas de Edison. De modo, pues, que habló con frase clara
y expresión diversa.
“Oye, me dijo: conozco todos tus pensamientos, vertidos
sobre mí desde tu niñez. He seguido paso a paso tus evoluciones
psíquicas, me he apoderado de tus secretos más íntimos; tus
luchas, tus dudas, me demuestran cómo ha cambiado tu yo.
Recuerdo todo el cuadro de tu primer amor. De memoria podría
repetir tu primera carta. ¡Ingenuo! ¡Volcaste en ella tu noble
sinceridad, sin pensar en que muy pronto habría de olvidarte la
que te juró eterna fe! ¡Creiste en el ángel— mujer! Y pasaron las
bíblicas magdalenas. La únicá estrella polar de la mujer, bien lo
sabes, es ocultar la verdad de su historia. Ninguna confesará lo
que signifique su desmedro. ¡La Eva futura de que nos habla un
autor, no es otra que la Eterna Eva! Siempre con el cambuj
calado, ella es la histeria, la tragedizante enferma que pone nota
cruel en el alma humana. Ella penetra como un efluvio en tus
reconditeces; simula, como el táctico, una retirada, y, sin embar-
go, pone incesante sitio a tu atalaya. Esto es para ella un deleite.
De las pocas que han escrito sobre mí, he podido captar como de
un sepulcro, sus despojos morales, el enjambre de sus larvas, la
caída de su virtud grabada en la fría expresión de una sonrisa
falaz”.
De pronto mi bufete calló fatigado de su largo discurso, lo
que me dio tiempo para acometerlo con esta pregunta:
“Pero. . . ¿No es una mujer tu madre?” “Sí, repuso, mi madre
187
mantiene el cetro de la hembra: ¡mi madre es la Tierra! Hembra
de admirable gestación, es la única hembra que no engaña. No
hagas símiles. Mi formidable madre, es apóstol augusto de la
verdad; la disección de su regazo es la página más pura del desen-
gaño. Su obra es de conciencia integral y fecunda. La máquina
solar y estelar colaboran con ella en la formación universal de las
cosas. Nosotros absorbemos.de sus pezones pletóricos, energías
constructivas. Es la santa madre para quien la muerte no existe.
La susceptible de ser transformada tiene vida de evolución infinita
en sus manos admirables”.
Mi bufete rió con tristeza, y continuó de esta manera: “Sé
cómo piensas en materia educacional. No podré echar en olvido
lo que expresaste hace algunos años, cuando empezó a acentuarse
la decadencia de la enseñanza primaria. Todo se reducía al bombo
mutuo, cuando no al reflejo. Se quiso, como hoy, deslumbrar
con fácil verborrea; solucionar el problema con palabras -y se
mantenía el secreto de la verdad.
Alguien te gritó al oído: “es que faltan maestros”. Tu repli-
caste: “Sobran”; pero te argüyeron: “falta calidad”.- Y es cierto:
no se seleccionó.- Se hizo modus-vivendi de la profesión. Se pen-
saba en obtener el título para atrapar un empleo. Del “apostola-
do”, jamás notamos la sensación Esta releba ansia de vida fácil,
ubicación cómoda, viajes a graneL Alguna excepción respetable,
era señalada como índice singular entre los mejores del gremio.
En lugar de formar un “criterio”, se presume suficiente un pro-
grama y muchas “denominaciones”, se habla de sistemas de en-
señanza, de “escuelas”, pero no se piensa que un gran institutor
lleva en sí todos los sistemas y todos los programas, —hagamos
grandes institutores. La enseñanza del niño por el adolecente, ha
costado a nuestra niñez educando, más ignorancia y mala orienta-
ción, que lo que podría suponerse. Ahora bien: sosteniendo esos
fervores, ecollaste. Frente a personas de incapacidad notoria, que
todo lo reducían al experimento, petulantes simuladores de vir-
tudes que jamás poseyeron, sumisos al “amo” de quien esperaban
prenda mejor que la mantenida en sus garras de simples burócra-
tas creiste ser escuchado. Error, amigo, error! De tu hondo marti-
rio moral, podría sacarse tema para muchas páginas. Cuantas pe-
nas me has causado desde que sirvo tus intereses intelectuales!
Otra cosa que censuro en tí es tu ojeriza por el pordiosero moral,
por los masacrados por toda suerte de afrentas... no oficies de re^
dentor... ¿Cómo podría distinguirse el valiente, si no existiese el
cobarde?.
“Tú has vivido preocupado con todo lo que dice relación con
la “cuestión social”. Las cuestiones sociales te han quitado el sue-
ño. Eso de la igualdad ha laminado tu. cerebro. Sostuviste que la
igualdad no es sino una de las muchas mentiras con que se quiere
conquistar más libertad y más justicia. Aquí pensé los hombres
como se agrupen, la igualdad no pasará de un ideaL Dentro mismo
de una tendencia social, se produce la desinteligencia hecho que
188
aleja el triunfo de lo que denominamos lucha de clases.-
Tu-bien lo recuerdo, sostenías para las clases sufrientes, hi-
giene en empiísima extensión, trabajo, de acuerdo con el vigor fí-
sico del obrero; educación e ilustración elemental de ésa clase, ha-
ciendo preferencia de los excepcionales; y horas de labor en con-
secuencia con factores difíciles de pautarlos, porque escapan a la
más atenta previsión. Creiste, y me consta que aún lo crees, que
lo mismos que hoy sufren las consecuencias de los estallidos so-
ciales más violentos, fueron los responsables del cataclismo re-
volucionario que ha volcado la balanza al extremo opuesto: no
cabe duda de que el término medio es la situación que el hombre
puede mantener por más tiempo y con mayor éxito. Fíjate: La
Ciencia te muestra todos los días el ejemplo de un nuevo triunfo,
y sin embargo, en el abstruso campo, no aparece el bálsamo para
serenar el abatido espíritu del hombre, no aparece la panacea que
prolongue la vida de nuestra organizada materia; baja el promedio
de la existencia; nuestros errores, sustentados como verdades, du-
rante siglos, se desmoronan, minados por una célula mental que
interpuso un signo donde había un espacio. Después de todo, un
poco de placer, nos redime de “un mucho” de dolor”. Gocemos
con la más exacta sensación de que no desbordamos hacia el de-
leite que ofende y destruye, -
La serenidad y el placer, produce como una prolongación de
la personalidad física, y trueca en responsable soberano, al incon-
fundible yo de cada ser pensante.-
189
LA PEÑOLA Y EL TINTERO
Después que el maestro terminó su última explicación sobre
“el hombre y su lugar en la naturaleza” quedó aletargado, como
desvanecido, a consecuencia de un esfuerzo mental superior a sus
energías. El viejo dómine entregaba la guardia que durante trein-
ta años, había mantenido incólumne frente a dos generaciones.
Larga filé su postración. Despierto por fin, narró el diálogo man-
tenido entre su vieja péñola y el arcaico tintero, con los cuales
viajó mil veces, dentro de los cuatro muros del recinto escolar.
-Por fin, dijo la peñóla, depués de seis lustros de navegar
entre tus negras y azules linfas, me concederán un merecido des-
canxo. He vertido en el papel millones de conceptos, he prestado
difusión a todo pensamiento, grande o pequeño, que mantuvo
despierto al sensario humano; fui eslabón entre dos sentimientos,
entre dos o más voluntades y pesé horas viajando sobre el pulido
papel, frío y recio, como el trineo sobre la estepa tapizada por la
nieve. De vez en cuando me detenía: la falta de dinamismo; gris,
apagaba el tema, decretándose mi reposo, hasta que volviendo a
funcionar el criterio, y la elocuencia, continuaba, dejando caer
caracteres videntes en las páginas.
Parecía un animal sediento, con sus labios sobre el agua fres-
ca de la vertiente. Me hundí miles de veces en tus oscuras entra-
ñas, para marcar los caracteres trasuntadores del pensamiento.
En las blancas páginas del block, devoradas en mi carrera incesan-
te, en mi sed de agotarme, sustrayendo al cerebro su montaña de
energías, y secándolas al calor del “mucho pensamiento que pre-
cisa el mundo” para su emancipación m oral.
Y que dice el mundo de tí? preguntó el tintero.
—El mundo... el mundo somos nosotros; nosotros que hemos
sido la vía, el vehículo por donde se volcó en la tierra, todo lo que
filé “pensado” por el cerebro universal. -El hombre transforma
lo que percibe en conceptos, vulcaniza sus efluvios que disparan
vertiginosamente en su cerebro, y, de esas vulcanizaciones emer-
gen las visiones pro teiformes de cuanto existe.-
-Es muy cierto, afirmó el tintero- aquí sin ir muy lejos, yo
he agotado mi caudal de negra tinta tantas veces, me “he tocado”
al calor del pensamiento, y, nuevos cauces volcados en mí, hanme
provisto de “nueva sangre”, para que marcaras rutas intermina-
bles en el alma joven de los educadores.-
Ellos experimentan un cierto orgullo cuando nos ponemos a
su disposición, y es entonces que, con placer, siento que mi fuen-
te se agota en su beneficio, -
— Y yo un gran bienestar cuando mis puntas se mellan en su
infantil obsequip. Algunos son tap esmerados que me cuidan co-
mo a persona de mayor efecto; pero tales tontos, sólo pertenecen
a los inteligentes.
190
-Es que tu eres muy querida de los niños. A mi me respetan,
quizá mi severa exteriorización pero y a veces ocurren cosas ra-
ras: si se les cae una gota de tinta, me culpan de su descuido, y
hasta se permiten alguna admonición. Una vez. hasta el viejo ma-
estro perdió su paciencia por un asunto baladí, y, yo me propuse
darle una severa lección, volcándome sobre una cuartilla llena de
pensamientos filosóficos; la mancha negra corrió como un río de
presagios sobre el blanco papel; muchos pensamientos quedaron
truncos; otros confusos, detrás de mis tinieblas. Estuve al borde
de mi ruina total, cuando el dómine desencadenaba su furor con-
tra mi inestabilidad, pero, calmándose luego, exclamó: si no hu-
biera sido de mi padre... Es frecuente confesó la péñola, que ten-
gamos que pagar hasta la carencia de pensamientos de nuestros
jefes: Que a ellos no se les ocurre nada? pues pagamos nosotros*
soportando los malos tratos a que nos somete la impotencia de
algún “raté”. Aquí no más , han habido maestros que nos han
hecho pagar su incapacidad, hincando en nuestro cuerpo sus
afilados colmillos, empañando nuestro lustre con frases desco-
medidas, o arrojándolos al pavimento, junto a los papeles que
se descartan como desperdicios. La incapacidad mental engen-
dra una furia desonocida. Son los brazos de la herencia; raigam-
bre en el alma de las malezas de un pasado confuso no tocado
por el puntero de las investigaciones historiológicas.
-Ahora dice el tintlro, pienso, cosas que parecen parado-
jales: ¿como, por ejemplo por las tinieblas de mis entrañas,
he arrojado tanta luz sobre la humanidad?. Desde la investi-
gación filosofal hasta aprisionar las pautas gráficas del sonido
y la palabra no hay nada que nos pertenezca.
En nuestros mares, las borrascas han asumido formas trá-
gicas y balsámicas, risueñas y horrorizantes; no ha faltado la
atonía y ha sobrado la fuerza. Es que yo tengo algo del mar.
Cuántas veces, todo un cuadro, imponente y singular, de la
augusta creación, pueda traducirse con una gota de mis entra-
ñas!. Y, a tí no te ocurre algo parecido?.
¡Como no!, exclamó la péñola. Cuando un cataclismo, me
enseña el corazón, donde nací, corazón aterrado de profundida-
des abismales, antójaseme imposible lo que contigo hemos hecho
ya que, en íntimo connubio, nos dimos al bufete de los pensado-
res, a la banca del colegial, al pupitre del maestro, al libro y a
la prensa.
-hemos difundido el bien y el mal, expone con dolor el
tintero. En algo nos parecemos al limo: “es impuro pero en-
flora la comarca”.
Si bien hemos encendido la luz civilizadora, contraste in-
comprensible! también hemos enfermado al hombre, estimulan-
do sus gérmenes de perversión con el libro, con la escena, con la
caricatura!. La Misma mano que endulza, amarga la existencia.
El mismo sol que prodiga la vida, seca las fuentes, calcina el
191
ñuto, amustia la flor.
Meditativa, la péñola, de un salto convulsivo, se rompió
longitudinalmente, y, el tintero triste y descreído, se arrojó
al pavimento fragmentándose, al mismo tiempo que dejó una
huella negra en su trayecto, de donde partió un rayito de luz
que filé a posarse sobre la venerable frente del viejo dómine. -
192
EL PERRO Y LA CADENA
Fulge la luna en mitad de su camino, seguida de una ténue nube-
cilla, en tanto el perro, sujeto a su cadena de pulido acero, añora
su libertad, y rezonga en su lengua “hipérboles y elipsis”. Abo-
mina de la cadena. Esta, molestada, le interroga: Y que más quie-
res? Acaso tu livertad vale más que la mía?. Yo viajé miles de
años, flanqueada por diversas estraficaciones geológicas, hasta
un día el hombre me captó, sometiéndome a sus caprichos civili-
zados que no son otra cosa que limitaciones de la libertad.-
Pero tú eres metal y no sufres. -
Te equivocas: mis electrones se mueven. Porque me niegas el fe-
bricente aliento de la Vida?. Acaso tú o alguien ha penetrado tan
adentro del misterio, que pueda negar o conceder la Vida?. Voso-
tros los perros sois unos atrevidos...
No es atrevimiento opinar con modestia. Cada uno pugna por
su libertad. Pero no olvides que los extremos confinan con los vi-
cios. Supon la libertad absoluta, y el Mundo se despedazaría. Y
porque entonces los hombres rechazan las cadenas?.
“Porque la libertad absoluta es un ideal y como toda supre-
ma aspiración no la obtengas, por que obtenida, la pierdes como
ideal”. “No olvides el aforismo nipón. “Pero yo reclamo una li-
bertad limitada a los impulsos de mi corazón para consagrarme a
mi especie, que necesita de mí, como la fragua, de tí. “Yo aspiro
a que mi especie tan perseguida por la letal estrignina, perdure y
se consagre a la comañía del hombre”.
“El hombre refina su especie para su diletantismo, para go-
zarte mejor”. “Agudiza tu olfato, y tu oído; estira, mediante in-
teligentes cruzamientos tus patas y te lanza tras liebres y venados,
por campos abruptos, donde te romperás las patas y los dientes y
donde caerás extenuado por un trabajo brutal”.
“Pero, cómo? Es tan malo el hombre?
No has observado al hombre, destruyéndose por millones,
con una fiereza y cobardía indecibles, con más fobia que a la que
Uds. ataca?”
“De cuando acá, nadie ha sospechado que un hombre es mejor
que un perro?”
“No recuerdas lo que afirma Schopenhauer?”
“Yo se, pero muy poco”.“Nunca he leído a esos pensadores”.
“Mis patrones me dedicaron a comer las ratas y los ratones de la
despensa, y, luego de esa tarea me entregaban a tí, que nunca me
hiciste la gracia de reventar un eslabón por mí”.“Si yo reventara
un eslabón por tí, mi salud se quebrantaría al faltarme ésta tarea
de mantenerte preso” .“Me vería devorada por el orín que llevan a
su grupa los meteoros. Yo tengo en tí a un galeote”. “El cons-
tante ejercicio de esta misión, me mantiene lozana y pulida como
la luna de un espejo”.“Si te diera soltura sin permiso del amo, me
colgarían por incumplimiento de mi cometido, de un clavo del
193
taller, o me arrojarían a un rincón, de donde nadie me libertaría
y el ocio devoraría mi vigorosa estructura, hasta que un día me
arrojaran al horno de las incineraciones.”
Ya ves por qué no puedo hacer por tí, lo que yo desearía”.
“Te aconsejo que esperes”. “La ley fatal se acerca.” “Cual es esa
ley fatal?”. “La vejez, antecámara de la muerte.” “-Cuando tu
libertad no estorbe a nadie, y tus dientes ya gastados, no sirvan
para inmolar a los roedores, entonces los amos te darán plena
libertad”. “Ya no servirás siquiera para ser imprudente”. “Pero*
según te expresas, ¿no existe consideración humana para nadie?”
“No, no existe consideración. La humanidad se desplaza hacia
una barbarie refinada, que le permita cubrir la pústula moral que
la devora”.
“Ese canto a la palinodia de las sociedades actuales; esa enverga-
dura de las naciones frente a la paz humana, no es otra cosa que la
máscara sonriente de la decadencia de los estados y la afirmación
de las mentiras convencionales de la Civilización”.
“El lobo de la estepa silente, acosado por el hambre, preten-
de devorar al hombre y pobre de aquél: es el hombre quien lo en-
gulle”. “Entre la actual sociedad, y nosotras las cadenas, ya no
hay marco divisorio; aquélla es una ergástula, secundada por nues-
tros cerrojos”. “No se puede creer en nada”.
“Yo creo en el amor, -expresó el perro-, porque mi
delicada nariz me señala en el ambiente, el derrotero que sigue
una de las tantas compañeras empeñadas en la proliferación; pero
tú dices, nacemos para pasto de placeres crueles es mejor extirpar
los símbolos, evitando así, la incesante renovación del dolor”.
“Veo que me entiendes, aunque no hay que extremar las
medidas. “El raciocinio impone otra cosa”.
“¿Qué es lo que el raciocinio impone?”
“La sensatez, la cordura, dentro de un carácter que evite los
extremos y se ajuste al selecticismo, decidor intelectual que con-
templa los campos opuestos en que se debaten los intereses de la
“Torpe recua Humana”.
Extenuado por los diversos raciocinios, el perro dejó caer la
cabeza, apoyándola entre sus patas, mientras la cadena, con sordo
rumor de eslabones, sin afán, se esfumó tras la sombra del perro.
La nueva aurora, desperezó sobre la cóncava bóveda celeste.
194
LA GOLONDRINA, LA ANTENA Y EL MASTIL
El otoño dábale a los paisajes glaucos tonos y la quietud
imprimía en los bosques y en las playas sello desolador y frío.
La última golondrina de la postrer bandada que había
emigrado de los centros de Europa, alzóse en sus azuladas alitas y
después de cruzar un amplio espacio del Mediterráneo, fue a po-
sarse sobre una antena, tendida sobre dos mástiles de una podero-
sa nave mercante que enfilaba su proa hacia las playas de SUR
AMERICA.
Cuando jadearon las calderas, para poner en marcha la dan-
tesca nave sobre el vasto mar, la golondrinita daba, con un suspi-
ro, su adiós a las playas que dejara y meditaba sobre el esfuerzo
que realizaron sus antepasados, para sustraer de la frente del Re-
dentor, algunas espinas que en algo mitigaron su dolor y, al pensar
así, sintió un poco de orgullo por pertenecer a la familia que
realizó aquella obra de inaudita piedad.
“Es indudable -dijo para sí- que desciendo de muy buena
familia”. De pronto interrumpe la antena el soliloquio de la go-
londrina, preguntándole hacia dónde se dirige y por qué se va.
“Me voy —expresa la golondrina- porque desciende la tem-
peratura, el sol se torna pálido y las gentes ríen menos. Y tú, an-
tena, ¿qué haces aquí soportando el frío del mar o los soles tro-
picales, aferrada a esos enormes mástiles que parecen querer en-
hebrar las nubes?
“ ¡Ah! Yo tengo una misión muy seria para cumplir: capto
las ondas, en cuyas alas cabalga la palabra humana para ponerlas
en un receptor a fin de que los hombres de las diversas latitudes
del Orbe puedan comunicarse entre sí y contarse las mil historias
que les entretienen en sus veladas”.
“¿Y qué les trasmites a los hombres por tan ingenioso me-
dio?”
“Generalmente, cosas de poca importancia: noticias sobre
el desarme universal, suicidios de personajes, la estabilización de
la república en algún país que fue durante siglos, reinado tolerable
o hermética autocracia.”
“¿Y cuáles son, querida antena, las noticias importantes,
ésas que así podemos denominar?”
“Son -contestó la antena- la modificación ideada por
Paquín a la pollerita actual; las que enseñan cómo ha de esparcirse
el “rouge” en las mejillas y en los labios, las que nos ilustran sobre
las falsas turgencias de los senos fláccidos, las que describen cómo
se construye un túnel. . .”
“¿Para los ferrocarriles?” -preguntó la golondrina-,
“No. Me refiero a los que liberan al presidiario encerrado en
esa escarcela social que llamamos penitenciaría. Aunque es muy
cierto que de los que sufren el tormento del encierro, un crecido
número está emparedado por errores judiciales, falsedad de testi-
195
gos, diversas vesanías sustentadas en los sucios infolios de los
anales del crimen”.
Un raro estremecimiento agita hasta la tensión vibratoria,
a la vigilante antena. Era el mástil enorme, que se balanceaba de
babor a estribor con rabia inexplicable. “Hace cinco horas —gritó
airado- que Uds. dialogan sobre múltiples temas sin que se hayan
dignado dirigirme una mirada, tal como si yo no fuera quien soy.
Tú, antena, si no fuera por mí, serias un informe montón de
alambre en el ignorado olvido de algún oscuro rincón de las bode-
gas; tú, golondrinita, jamás hubieras trabado amistad con esa an-
tena, si yo no la hubiera soportado en mis cúspides titánicas”.
“Es cierto -afirmó la golondrina— tú estás muy cambiado,
causa por la cual no te conocí. La última vez que pasé volando
sobre ti formabas parte de un bosque de gigantes árboles de la
lejana Australia. Recuerdo que a mi vuelta pude observar que el
lugar ocupado por Uds. estaba vacío”.
“¿Con que me conocías desde tiempos pretéritos? -excla-
mó el mástil-. ¿Sabes lo que pasó? Cuando me encontraba más
ufano de mis flores y de mi follaje, llegó a mis dominios una com-
pañía inglesa, explotadora de bosques y sin más razón que sus
conveniencias, nos acometió despiadadamente en son de conquis-
ta y muy pronto yo e innúmeros hermanos míos fuimos derriba-
dos por el implacable ariete de los astilleros de Albión, acostándo-
senos después en el fondo de un barco grande que nos condujo
salvando mares, a los muelles bullentes del Támesis. En mi bella
región australiana, quedaron exangües mis hojas y mis flores,
entre los negros fangos del camino. Un día me irguieron sobre el
puente de este navio comercial y parecióme un delirio mi desnu-
dez rodeada de tantos tesoros como los que aquí existen; despo-
jado de mi poético indumento, parecíame ser el blanco esqueleto
de un megaterio durmiendo su eterno sueño sobre una llanura
silente.
Pero mi pobreza, junto a la pobreza del hombre puede
causar, bienestar. Es tan completo el pauperismo humano; jamás
me doblé'; combatí contra los vientos, pero caí vencido por
audaces tiranuelos. . .”
“No entiendo bien lo que me dices” -expresó la golondri-
na-.
“Son nuestros tiranos, los mismos que viven cerca de nos-
otros en este cofrecito que ambula en el infinito espacio. Somos
tontos los árboles, tontos conatos elementos de una piara joven:
nos nutrimos de la generosa saria de la tierra y cuando embelle-
cemos, nos ocurre lo que a las 1 damas en pleno florecimiento de
juventud: nos derriba la codicia, el deseo, con mentidas simulacio-
nes de amor”.
196
EL ORO Y LAS ARENAS
En las ondas de un río africano, la estrella de cine Srta. X
hunde sus curvilíneas ocultas por elegante indumento de baño.
En su diestra mano blanca de marquesita fulgura una sortija
de oro de subidos quilates, donde habilísimo orfebre grabó suges-
tivos simbolismos.
La mano blanca de ía “estrella” hurga el lecho del río en
busca de guijas, que el esmeril de las aguas ha pulido hasta darles
tacto sedeño.
De improviso, una voz clara, emergida del fondo del río,
pregunta a la maravillosa sortija: ¿nos conoces. . .?
El dialoguito es interrumpido cuando la diminuta mano
sube a la superficie de la clara y fugitiva linfa, para reanudarse así
aquélla se hunde, procurando una guija con la cual, como el em-
perador en Santa Elena hace “patitos”, para matar su cansancio
de mujer moderna.
—No conozco a vosotras —responde el oro de la sortija—.
—Debieras conocernos —arguyen las arenas— tú estabas “en
nosotras” desde tiempos remotos, pero un día fuimos llevadas a
los talleres de un a magnífica urbe y luego de habérsenos sometido
a diversos procedimientos, nos arrojaron a estas playas desiertas,
visitadas de tarde en tarde por turistas de países lejanos; percibi-
mos que algo nos faltaba; nos dimos cuenta de que éramos más
ligeras al empuje de las olas pero no sospechamos que la ausencia
de nuestra antigua pereza consistía en que tú ya no integrabas
nuestro ser.
—Cosa rara, y otros ¡tanto que me extrañan. . .!
De pronto un pececito con los colores del arcoiris cruza
fugaz en medio de las arenas y de la sortija. El ebúrneo brazo de
la actriz rompe la onda, en tanto su cuerpo reposa sobre el muelle
cojín del río.
— ¿Es rara -expresan las arenas- tu situación de privilegio
en la sociedad humana? ¿Qué has hecho para merecer tales
distinciones?
-Soy dúctil y maleable: Uds. se asombrarían oyendo mis
triunfos. Después que dejé las montañas y los ríos no hubo acon-
tecimiento sobre la tierra, en el que yo no fuera factor exclusivo.
Desde mi estado natural de “pepita” o de “lingote” hasta la for-
ma de disco impreso en diversos ^cteres, hasta “mi conversión”
en caprichosas y brillantes fon no hay quien no me sonría,
quien no se arrodille, quien no Sucumba ante mis gualdas grada-
ciones; todos los metales congéiieres míos quieren aliarse a mí.
Soy, en una palabra, el rey de la creación.
-Es cierto -replican las arenas—; hemos oído de ti todo
eso, aunque nosotras creíamos que la cohesión, la firmeza, la
alianza de los caracteres eminentes fuerí lo que triunfa en el
ecuánime espíritu de las cosas.
197
- ¡Qué error! -expresó el oro- ¿No ven Uds. lo que hacen
con el hierro y con otros metales resistentes a doblarse? Son víc-
timas de los hornos de cuatro mil grados y sólo desempeñan ofi-
cios tan groseros como el de la sartén» caldera, horno, rueda, pu-
ñal . . Exclamaron la
ñaL . . Exclamaron las arenas: —no abomines de menaje y en seres
tan útiles en el imperativo de la existencia.
-Ríanse Uds. -exclamó el oro-. Nada es tan apreciado
como lo que nos brinda el placer banaL Vive el hombre de sus va-
nidades. La insidia es en él una necesidad; el interés y la envidia,
sus cualidades más ponderables; el chisme, la simulación y el em-
buste, piedras preciosas engastadas en su espíritu.
-Imposible, grifaron las arenas indignadas. Nosotras hemos
recorrido los mares, atravesado los continentes a la grupa de los
vientos, rugido en las tempestades del desierto, caído en las furen-
tes cortinas de las cataratas y no valemos nada, ni siquiera porque
hemos contribuido a levantar esa mole inmensurable que modela
el brazo del hombre y a la cual domina, ciudades, urbes, monu-
mentos, pirámides, esfinges, puentes, catacumbas. . . No valemos
nada a pesar de que sostenemos y protegemos los refugios del
hombre, cenáculos del espíritu, de la ciencia, de la belleza; adhe-
ridas a los muros eternos de las más viejas creaciones del esfuerzo
inteligente ni siquiera llamamos la atención. Admiran las obras del
pincel puestas sobre nosotras, pasando siglos y siglos desapercibi-
das en medio al fragor humano; recibimos en silencio las heridas
del tiempo y de las evoluciones del cerebro en el incesante correr
de las horas sin que ni una caricia de gratitud nos muestre un
cauce de amor: pero tú, en cambio, vives en cofres de rosa, en es-
tuches de hijo oriental, en cajas de seguridad y las mujeres más be-
llas te llevan sobre el corazón o pendiente de su cuello o de sus
rosados lóbulos auditivos. . .
-Creedme vosotras, argüyó el oro, que soy el SOL mismo
condensado en- el seno de la tierra. Mi origen es solar. Soy ascua
transformada por las convulsiones del planeta, en materia supre-
ma. La creación tiene también sus preferencias, que el hombre
copia al pie de la letra, en su decurso terreno. La tuvo conmigo.
Valgo más que el hombre y sin él nada valdría. Por eso me deifica.
Mi aliado más poderoso es la necesidad. El amor, con raras excep-
ciones se rinde a mis plantas. La tranquilidad de los pueblos, su
escasez o su abundancia dependen de mí. Doy impulso a la vida,
descubro las virtudes y los vicios, siendo, en este terreno, supremo
señor.
-¿Es cierto, preguntan las arenas, que todo lo que te abrogas, es
en ti viviente realidad?
El oro contestó muy quedo: -ni engaño ni me engañan. Soy el
gran confidente. El hombre me conoce desde la cueva de Auri-
gnac.
198
-Nosotras cerramos esa cueva, declaran las arenas, por espacio de
miles de años, hasta que un día unos curiosos franceses, levanta-
ron la lápida que formábamos, y con la cual mantuvimos ocultos
por espacio de diez mil años los huesos de los tiempos orgiásticos
del hombre cavernal.
-Ah, exclamó impresionado el oro, yo dormía en vosotras mis-
mas y también en las montañas un sueño cuya iniciación se pierde
en los confines solares. Rodeado de gemas lucientes y caprichosas,
en palacios subterráneos, en el espesor de las cordilleras, percibí la
exploración del hombre en aquellos lugares, pero no hice mayor
acopio de informes y^ continúo en mi ensoñar delicioso. Pronto
esta mano me paseará en las pantallas de los cines y mi fulgor
despertará la envidia y la codicia de los tontos y los vanos.
A éstos no les temo. Pero temo, sí, al desinterés, a la probidad, a
la altivez; como éstos escasean tanto, sigo tranquilo mi peregri-
naje filtrándome al través de la mentira codificada.
199
EL ARBOL Y LA HOJA
(Cuento).
Desde la alta rama, cayó la hoja ya exangüe, al pie robusto
del tala secular. ¿Me dejas? —interroga el tronco a la hojita que
juega con las briznas a la fresca sombra de las ramas.
—No te dejo: crees tü que no quieres prestarme el jugo toni-
ficante de tu savia y me abandonas a mi suerte, frente a los mete-
oros con que el destino me amenaza.
—No te abandono. Son tantos tus congéneres recién nacidos
a los que debo nutrir, que es preciso alejarte, para que ocupe tu
situación en la rama, otra más joven; más bella; más fuerte que tú,
otra que me dé oxígeno más puro que el que tú me dabas; otra
que sorba con más fruición el rayo solar que irá presuroso hasta
mi férreo corazón a transfundirse en energía, es decir: en amor.
—Sin embargo, tronco adusto, yo fui un día no lejano, niña
mimada en el follaje; a mi sombra, el cetrino aborigen cargó su
carcaj de flechas para batir al intruso hispano; a mi sombra tejió
su diadema de plumas para ornar su frente y atisbo su presa a la
vera de ese mismo río, a donde es posible que vaya a sepultarme,
arrastrada por el huracán o por las aguas turbulentas de las fre-
cuentes crecidas. Veo que tus afanes para conmigo, terminaron
cuando mi juventud se extinguió después de haberte dado el teso-
ro de mis energías juveniles. —No atribuyas hjjita, a mi proceso
deliberado de molestarte, mi conducta para contigo. Una auto-
ridad suprema, me ordena ser así contigo. Dependo de factores
ocultos; subalterno soy en la misteriosa escala de las fuerzas
creadoras y transformadoras.
Tú y yo somos el nudo de quien se valen esas fuerzss, para man-
tener la armonía universal. Mi resistencia aparente, no vale más
que tu debüidad real.
-Pero yo desapareceré. . .
— ¡No! Tú irás sobre el cristalino dorso de una ola a enriquecer las
tierras y te verás transfundida en pomo de perfumes, en tanto que
yo iré a convertirme en cenizas en el rústico hogar de algún cam-
pesino cruel, de esos que con ojos de codicia parecen reconvenir-'
nos en esta forma: “Yo traeré mi hacha, le haré añicos y después
serás llama, brasas, cenizas. .
Ya ves cómo mi suerte nada tiene que envidiarle a la* tuya. . .
De pronto una ráfaga huracanada, eleva la gualda hojita en direc-
ción a las nubes mientras el tronco pensaba: — ¡Qué feliz es ella
que marcha hacia el sol! La hoja exclamó: —¡Oh tronco, tú
quedas en tu reino, mientras yo seré pasto del rayo de las alturas!
200
VIEJO RELOJ DE NUESTRA SEÑORA
No es que vayamos a denunciar municipalmente al viejo
reloj de la Virgen de Guadalupe, ni que al marcar la expresión
“Nuestra Señora ”, refiramos a la de París con su torre dél
“ananké”, donde el arcediano de Josas se imbuía en su piedra
filosofal, atormentado por el amor de aquella Esmeralda, emergi-
da del vientre de la señora Gudula, no.
Vamos a evocar al viejo reloj que, desde la feliz infancia a
las primeras estribaciones de la vejez repite y cuenta las horas con
sus isócronas vibraciones, mostrándonos su faz de albayalde,
teñida de valores romanos y rememorando la floración de vida de
la niñez, seguidas por las de la entusiasta adolescencia, internadas
más tarde en la mocedad lejana, y, alcanzando hoy, en tu ritmo
imperecedero, las que dicen de tantos desengaños como emocio-
nes nos dejara la existencia.
Ese* viejo reloj nos anunció las obligaciones escolares, la
hora de la lección, de donde, con ingenio , más que con genio ,
salíamos frente al severo y humano maestro; leemos en esas horas
que marcó implacablemente el índice de la esfera, la pertinaz
animación de nuestro espíritu para la quietud, para el febricente
dinamismo que se resolvía, inexorable, en admoniciones que
tallaban, con decoro docente, al hombre futuro.
Bellas horas que anuncian “el recreo”, la “salida”, el do-
mingo inmediato, el descanso que habríamos de tomar en las
venideras vacaciones, paladeadas con feivor de primaveras,
cuando las golondrinas regresan, y alumbran los cocuyos, fugaces
actores en la escena que cubre con su telón de boca, el arabesco
de las auroras.
Horas que rieron a los siete años, que aturdieron en las
pubertades y que anunciaron el divino despertar cuando 1a
vorágine de la Vida, nos conducía al pie de la primera reja exor-
nada por las pálidas flores de la luna. Horas de obligación y de
martirio que nos atan a la ley de las fracasadas sociedades» cuando
éstas quieran alisar con el rasero de sus impremeditaciones,
injustas y vulgares, el vértigo incontenible de los espíritus supe-
riores y a los cuales se pretende sujetar, con la capacidad fría,
filosófica o geométrica, de las extensiones limitadas.
Horas nerviosas que nos decían: “te esperan”; decepcio-
nantes que gritan: “no vayas”; desesperantes que repiten: <l vete”;
horas irreconciliables de lucha íntima en las que el severo JUEZ,
no sabe qué auto dictar en suprema instancia. Horas que habéis
estremecido nuestro sensorio más hondo, al tiempo mismo que
habéis electronizado las torres de nuestra Señora, yo vuelvo a
oiros, corridos que son los"años, con un poco del deseo infantil,
con un adarme de aspiración moza y con un ápice del viejo que
empieza a descender en la montaña abismal, por donde cruzan
todo género de torrentes. Viejo reloj: muestra tu semblante dé
albayalde, pero no infundas en las almas los desengaños del
tiempo y la distancia.
201
ANALFABETISMO
El milagro de redimir a los pueblos del analfabetismo, es
más arduo que redimirlos del pecado, porque a veces, el pecado es
la contravención a una convenció preestablecida por un prejui-
cio, mentida deidad de cerebros convalecientes en el largo derro-
tero de las enfermedades sociales. La tiniebla de los cerebros,
preocupó siempre a los hombres cumbres. Por desgracia, no todos
los que ofician de educadores llegan a la altura de lo que Grasset,
en un esquema demostrativo, denomina personalidad consciente.
Personalidad consciente: he ahí lo que debe poseerse para
acometer la obra real, determinante, de combatir y concluir con
el analfabetismo.
Domesticadas las fieras, son mejores. Las frutas mismas,
modificadas por el cultivo, dejan su ancestral “analfabetismo”
para darnos su sabor y su semblante de civilización, mediante
selecciones escolásticas. El rigor de la ignorancia es la noche
de las trincheras, burla de la Vida, fango que salpica la frente
humana hecha para mirar a DIOS.
Relacionado este problema a nuestra organización social,
hurgando en sus motivos, hallamos enemigos que es preciso deve-
lar, a fin de vencer, tras lucha pertinaz y desgarradora. Pero care-
cemos del porcentaje de educadores capaces de la obra, y ésta es,
para el esfuerzo de muchos aunados en aspiración común y con-
comitante.
El escollo mayor lo encuentra el Maestro Rural, quien
termina por sucumbir, ya por que le falta carácter y condición
mental, ya por que la tarea superior a sus fuerzas» domina su
brío. Además creemos que un crecido número de maestros, por
inopia, no es capaz de infundir en el espíritu del niño, esa
idealidad balsámica, de la que es frecuente que también carezca
el Maestro. De manera, pues, que el pequeño soberano, en su
fugaz carrera escolar, ajustará sus criterios a la mínima idealidad
aprendida de institutores roídos por el desgano y por las sordi-
deces que crea el egoísmo, el cual da paso al interés personal,
primero que al colectivo; al derrumbe que a la restauración. No
es sólo el analfabeto del graficismo al que debe combatirse:
están los analfabetos del sentimiento y del ideal que son los
peores. Esos no tienen cura; si no se refina esa inmaterialidad
interior que llamamos espíritu, poco habremos hecho con
aprender las formas gráficas del alfabeto, que un antropos apren-
dería con relativa facilidad a distinguirlas y puede ser que a tra-
zarlas. . .
Por eso aspiramos a más: a que el institutor no sea la mozuela des-
pectiva pintarrajeada y ridicula, que irrumpe en expresiones diso-
nantes cuando la abruma el trabajo frente a las humildes greyes
que caen bajo su amparo, como la .¿imiente bajo el puñado de gle-
ba que ha de nutrirla como la húmeda caricia de sus esencias ma-
202
témales; ni la jampna desgarbada que espera con enfado la hora
de dar libre escape a la grey, ni el mozalbete enfatuado y granuja
que mira a su alumno como a un ser inferior, ni al inspector ento-
nado, petulante y torpe, incapaz de sembrar el consejo persuasi-
vo y sabio, en el alma de sus colaboradores.-
Cuando el mal del analfabetismo, se acentúa, la legión que
debe salirle al paso ha de integrarla el carácter, el numen, y la
ilustración. Son estas armas poderosas, las que pueden medirse
eficazmente con el flagelo que da origen a estas líneas. Vayan
esas frases, en obsequio del empeño que demuestra actualmente
la Inspección de Escuelas, en vencer a un saldo de alta cifra de
ñiños analfabetos, existentes en nuestro Departamento.
203
FUEGO FATUO
El hijo de Facundo Sánchez, capataz éste de la estancia de
Vergara, terminó su período liceal y no quiso título académico.
—Hay mucho titulado-argumentaba- y no será raro que pronto no
más, sean los médicos más que los enfermos y los abogados más
numerosos que los pleitos. Yo quiero emplear mis adelantos -po-
cos o muchos- en el trabajo material y convertirme en sensato
productor. La tierra se brinda generosamente a nuestro brazo y
nuestro brazo debe responderle con la misma altiva nobleza, cul-
tivándola. Los demás seres que pueblan la tierra también necesi-
tan nuestra inteligente colaboración para perfeccionarse. Que las
investigaciones de gabinetes vayan a buscar más eficaz actuación
en la historia viviente de las cosas. Yo, por mi parte, creo que de
nada ha de servirme lo que he aprendido, si en el campo de la
experiencia, no realizo lo que la teoría me enseñó en mis largas
vigilias de estudiante...
Y asi razonando, quiso el vástago de Facundo Sánchez, vi-
vir la vida rural con sus pintorescas peripecias, en medio a su
poesía dulce y pertinaz, contemplando la magna creación en el
tímido esbozo vegetal, en el deslumbrante esplendor de los sig-
nos zodiacales y en los admirables meteoros que transfiguran la
expresión del infinito.
Un día dijo Facundo a su hijo: Si se anima y quiere acompa-
ñarme lo llevaré en el primer “arreo” al iniciarse la próxima zafra
del ganado de consumo. Después de todo, cuarenta leguas a tran-
co de caballo, no es tanto...
Bueno repuso el joven Sánchez, ya que Ud. lo quiere, lo acompa-
ñaré.
Y el día llegó : la madrugada fría de final de Agosto, de limpidez
augural, los tomó en marcha en el camino que costea las Sierras
de Mahoma. En tanto los arrieros con silbidos largos, y al son del
¡hopa!, ¡hopa!, llenaban los caminos (ruánicos caminos) usados
desde la conquista hasta hoy, Facundo, el capataz, narra a su hi-
jo “historias ciertas”, dice que le ocurrió a “un amigo”, a “un
su pariente” o a un desconocido...
Y a Ud. nunca le pasó nada?, preguntó el joven a su padre.
Que no me va a pasar, hijo! -Siempre recordaré con un mie-
do que no puedo evitar, lo que vi una noche —noche de ronda-
cerca de un campo-santo que hay en esta misma sierra, pero del
lado opuesto a este que “llevamos”. Conducíamos una novillada
para “inveme”, la que teníamos que dejar en una gran estancia
de Minas, e hicimos alto al margen de los monolitos de la exten-
sa serranía. El cementerio quedó a una cuadra de nuestra esta-
ción. Yo no podía dormir. Algo me anunciaba el corazón...
De pronto, por las grietas de los cajones de muertos, veo salir co-
mo un ancho relámpago. Me quedé helado. Se me endureció la
mandíbula. No pude hablar. Me fué imposible pedir amparo.
204
Aquella ráfaga luminosa» imitaba dos alas ampliamente desplega-
das. De improviso, el negro peón, encargado de la tropilla, desa-
nudando su voz, me interroga: Bido, patrón es un alma en pe-
na!... Sería güeno que nos levantáramos...!
Más aliviado del imposible terror y con frase entrecortada,
contesté al negro: —Encienda el candil y “prenda” fuego...
Y esto que le cuento, hijo, no son bromas para que Ud. se ría.
Eso lo vieron mis propios ojos. Ni es broma ni es mentira...
No lo dudo papá, ni es broma ni es mentira... pero, es más men-
tira que broma...
Cómo?...
Lo que Ud. vió es un fenómeno vulgar, vulgar como el ladrar de
los perros o el gambetear del avestruz, eso que lo inundó de pa-,
vor, lo lleva Ud. y lo llevamos todos en nuestro cuerpo; eso es luz,
tiene Ud. razón, es luz que llevamos presa en nuestros huesos,
porque ha de saber Ud. que nosotros llevamos un poquito de
LUZ SOLIDA en nuestra materia, pero, cuando la muerte liberta
al organismo de sus afinidades, las diversas sustancias, rompen sus
íntimas dependencias, quiza para buscar una nueva integración, y
se manifiestan “COMO ESA ANIMA EN PENA QUE UD. VIO”.
El día que Ud. muera, no será extraño que le toque asustar a
otro, como otro lo asustó a Ud., si, como Ud. es ignorante de los
misterios de la transformación de la materia. Lo que Ud. vió se
llama FUEGO FATUO, y no ANIMA EN PENA, como Ud. lo
afirmó.
Bueno, hijo: en adelante dormiré tranquilo y sabré que la ignoran-
cia se combate con el estudio, con la atención y el noble esfuerzo
que disipan el ALMA EN PENA de nuestra embrionaria educa-
ción.
205
LA VIDA Y LA MUERTE
Diálogo
La Vida corría admirando las playas de un continente leja-
no, -playas calcinadas por el sol, hirvientes de oleajes, festonadas
de acantilados verde-gris y de caprichosas eminencias en la tierra
circundante.
Junto a una duna tersa y holgazana como el descanso de un ce-
táceo, detuvo La Vida su inquieta planta, a fin de poder admi-
rar cómo las olas rugientes, en escalonado tropel, avanzaban para
liquidarse en amargas y turbias gotas, sobre la húmeda felpa de la
mera.
Debajo de un peñón monstruoso, la estatura enclenque, Z# Muerte
atisba su inevitable presa.
Frente a frente, míranse con decidió interrogante:
¿Qué haces? pregunta la muerte con tono imperioso.
Ambulo, replica La Vida . Quiero integrar en mí este inigualado
panorama del Universo, pienso como todo responde a una armo-
nía infinitesimal El desmesurado foco de las alturas, procedió de
todo su poder, para que yo contemplara en fervorosa arrobación,
el tímido esbozo que encierra en su trama, toda una ñora admira-
ble, de formas, de coloración y de perfumes.
Me enajena cuando veo desde este imperceptible punto del espa-
cio.
Todo eso es mío. Es la propiedad que no ha menester convencio-
nalismos y de la cual me apodero por las ventanas de mi alma, pa-
ra transfundirla en emoción y en vibración, lo que dará un deter-
minado estado de conciencia.
—Te encuentro como jamás, atrayente, rebozante de ener-
gía, apetecible a mi vientre insaciable y misterioso...
—Noli me tangere, que aún no he arribado a la margen
opuesta de Aqueronto...
¿Que no te toque?... Si estoy contigo desde el primer soplo
que te animara...
i— Cómo sueñas! —
-No, no sueño. La Muerte es inseparable de laVida. Yo me
inicié a la vida de La Muerte , al instante mismo que tu empiezas la
vida.
Voy contigo, soy tu sobra, duermo a tu lado y cuando reposas mi
“relatividad” te permite imitarme. Te doy un poco de sepulcro
diario, para que no extrañes mañana, el lecho definitivo en que he
de operar tu tranaform ación.
—Y, ¿qué seré después de esa transformación? interroga
anhelante la Vida . ..
—Serás energía moviéndote en un sentido de simplificación.
La naturaleza, como un niño que rompe su juguete para^adquirir
el misterio que lo mueve, y hace luego de sus partes otro juguete;
destruye su obra para realizar con sus partículas admirables re-
construcciones, donde nunca encontrarás una idéntica a la otra.
206
Y tú que todo lo puedes: ¿porque no has vencido al tiem-
po?
Tonto, no ves que yo soy el Tiempo , y que La Muerte es mi anti-
faz?.
Y la Justicia, exclamó sonriente La Vida , ¿qué es?...
La Justicia filé úna vez creada en un momento de suprema sa-
biduría, para ambaucar a los tontos. Parece que tú no me has
comprendido... pero mi excentricidad me inhibe de explicaciones
inútiles. Soy sustancial a pesar de esta envoltura incorpórea con-
que aquí me conocen.
Mato lo que debo matar. El equilibrio de lo creado así lo exige.
207
LA ACCION JUDAICA
1932 años antes, las sociedades fueron entremecidas por la
palabra y la acción de un hombre alucinado de Justicia y Amor
El ensueño -forma de excelsa locura- se engastó en el alma purifi-
cadora del judío trágico, que “suda sangre en el huerto”, durante
las últimas horas que precedieron a su crucificción.
La mortífera algazara de las turbas semibárbaras de Poncio
Pilotos, fulminadas por el verbo acusador del mártir en hervores
de rabia -abierta su llaga por el látigo de admoniciones delambu-
latriz profeta, presionaron al Sanedrín, indeciso en sus resolucio-
nes, respecto al personaje que levantaba los miserables hasta las
dignidades de aquélla justicia y amor, abatidos por la soberbia,
qie, desde su “augusto” trono, oprimía el más abominable dogal,
puesto al cuello de los tristes esclavos.
Desde entonces la conciencia humana empieza su carrera,
chocando en los caminos inciertos, con opuestos criterios que la
discusión de veinte siglos, parece hallar aún en pañales, respecto
de la evidencia que el Semi— Dios del Gólgota, proclamó desde a-
quella cumbre de la Tierra.
El cristianismo celebra en esta semana un aniversario más,
con lujo de rituales, en medio a sus penumbras, inciensos y flores,
brotados al calor del inmanente manantial de la Vida...
•Pero serán abatidos los tonsurados del incondicionalismo religio-
so.
Y penetrará el decálogo en las decadentes sociedades, cuando la
conciencia encienda la flámula de una dignidad, fuera y por enci-
ma de los epidérmicos prejuicios, que engrandecen la torpeza y el
embuste de los “pecadores”, organizados en núcleos de clasisismo
religioso.
Y el amor eternizante y puro, triunfará.
Y el simbolismo del sacrificio cristiano, marchará de con-
sumo con la insignia científica.
Y de las capas geológicas brotará la paz universal y no la
guerra desgarradora.
Y el infierno de los arsenales, pulverizado por la razón ad-
monitiva del Nazareno, ha de trocarse en caudalosa emoción sin-
fónica de dulce esperanza.
Y las resurrecciones se multiplicarán, cuando,
surjan las Marías de Magdafa al pié de los agonizantes... antes...
No queda del Cedrón sino una leve cicatriz sobre la corteza te-
rrena; no corre ya aquélla linfa que llevara en sus ondas las siete
palabras del profeta; sepultas están por los siglos de los siglos, las
huellas que marcara el pié del redentor en sus largos peregrinajes.
Las raigambres del Monte de los Olivos , no han abandonado la .
tierra de triste agonía.
La acción judáica, como el oro, es tánto más pura, cuánto más se
tamiza en las fraguas de la discusión.
208
Jesús inclinando su cabeza, al estremar su martirio, es más grande
que la estirpe humana, irguiéndola con su estúpida soberbia.
209
LAS MEDITACIONES DE DON PATRICIO
Don Patricio llegó a estas playas con plétora de anhelos no-
bles y desencantado de la vieja Europa, donde sólo había presen-
ciado horrores desde el 14 al diesiocho. Aquéllo fue la caída de
sus ideales; palpó la mansedumbre ovejuna de los pueblos y los re-
sortes ya gastados de una civilización en descendimiento moral, lo
indignaron, desencantándole de cuánto argumento confortable
extrajo de los libros gestados por pensadores de gabinete.
No podía conformarse en su orgullo literario, conque fue-
ran los escritores suficientes, vagabundos, de alcantarilla, los que
mejor armonizaran con un espíritu de universalización del bien,
de aminoración del mal, espíritu que plantea el problema de igual-
dad relativa, de equilibrio humano, para reducir los términos ex-
tremos de la lucha en que agotan la carne y el alma universal.
¡Que vanga la renovación, predicaba don Patricio, La reno-
vación!, pero no esa que pretende renovar dando vuelta lo viejo,
ya herido, ya rancio de uso; que el renovador sea también flaman-
te hacedor, exento de sugestiones que traen a la grupa vencidos
prejuicios. Renovación de inquietudes espirituales, sin parpadeos
de duda, algo así como un amanecer nunca visto luz que ilumina
el hervor de las sociedades en decadencia, luz que infunda recato
al desorbitado conflicto humano, llama que devore hasta los ves-
tigios del ornato moral de los siglos decadentes....
En sus largas veladas meditativas, Don Patricio pensaba: no me
explico como el mundo ha podido tejer en rueca de sus sordide-
ces tánto disparate y tánta infamia. Cordillera de cadáveres, deja-
dos a lo laigo de los campos de batalla, hacen exclamar a los gene-
rales vencedores: ¡“bah”!.
Esto se emplaza con una noche de Paris. “El barranco de
Lacoste es un esquema, frente a la trinchera moderna. Waterloo
una parodia ante Verdún. Atila un Santo , bárbaro y todo, junto a
las cancillerías del ano 14.
Engendro de la misma matriz son el progreso y el origen glorifica-
dos en el mismo altar, donde se bebe de rodillas el vino que embo-
rracha a los cancilleres, a los estadistas a los mandatarios libres de
responsabilidad ante el dolor y la sangre de los pueblos. ¿Y son
estos mediocres los que disponen del hombre como de una arista
que alimenta hogueras...?
Pero a veces me pregunto?: ¿Qué debilidad mora, qué in-
comprensible miedo, qué materialización de obediencia ciega ata
las masas al capricho de sus verdugos? -¿Cómo estos se ponen
de acuerdo para ejercer la esclavitud de “aquelos” y “aquéllos”
no aplastan a éstos?...
Y ante la explosión de sus propias ideas, Don Patricio crispaba in-
dignando sus dedos fuertes y ágiles.
Huyendo al caos de aquéllos pueblos bárbaros -decía- azotados
por la cobardía -el mayor de sus flagelos- planté mi tienda en
210
AMERICA y cuando nacía en mí la esperanza sublimada de paz,
el riego inflamable de las luchas fraticidas cruza frente a mí,
inspirándome pavor -el mismo asqueante pavor- que me causó la
Europa entregada a su brutal hecatombe, harapo de una barbarie
dormida en el alma vil de aquélla humanidad.
211
HISTORIAS DEL PAGO
Pancho era largo y flaco como longaniza, arrugado como
pata asada y más haragán que aquel Juan Malón de nuestras
lecturas de niño. Tenía cuarenta otoños que parecían cincuenta
inviernos.
Habitué a la estancia de don Genaro, fuerte estanciero encha-
pado a la antigua, caprichoso como oveja descarriada, honrado co-
mo Catón, Pancho pretendía a una hjja de aquel -de nombre An-
tonia-, moza regular de carnes, más bien bonita que fea, ágil y
rosada, con frescura de capullo: para eso no tenía mas de veinte
años.
Anronia era la mayor de las hijas de don Genaro y el crédito del
Yiejo estanciero; así lo decían todos y el mismo padre lo confir-
maba. Pancho pretendía a la primogénita del hacendado, de oji-
to y en silencio, un silencio que se tornaba elocuente, cuando
el garfio de sus pupilas de indecisa colocación, buscaban los ojos
de Antonia.
Entonces quedaba como anestesiado en presencia de ella.
Antonia aparentaba no entender el drama íntimo de Pancho.
Por su parte, éste, temía avanzar demasiado, por comprender, a la
indecisa luz de su cerebro, que aquella moza era “demasiado
prenda” para él, -gauchito vagabundo, sin más bienes que el man-
carrón overo azulejo y un conjunto de “pelegos”, atormentados
por el uso diario y el mal trato.
En aquel pago no abundaban los hombres, y Antonia acepta-
ba aquellim como quien acepta una dádiva mezquina y de mal
gusto, porque nunca le brindaron otra mejor. Es posible que tam-
bién pudiera en ella un ansia que sentiía en el interior de sus ve»
ñas, ansia cuyo origen ella misma no acertaba a explicarse...
Un día, víspera de la iniciación de las esquilas, Pancho, aco-
dado sobre el montante horizontal de. la tranquera que daba al
patio de la vieja casona, entabló, con temor de apereá corrido por
los ^perros, su primera plática con Antonia, pero resueldo a ser
explícito. Su largo tórax se hizo arco de círculo, para acercarse
mejor al órgano auditivo de su interlocutora, y sus palabras, de
una sonoridad bajísima, temblantes, casi confusas, denunciaban
la emoción incontenible que presionaba el ánimo de Pancho.
Antonia escuchaba, dominando la escena, con esa displicencia
en la que no asoma niguna resuelta determinación.
Yo, sabe? -expresó Pancho- quisiera decirle ahora lo que hace mu-
cho, sabe? quería decirle; pero Ud... no sé... se muestra, como si
dijéramos arisca... yo no sé lo que parece que me dice su cara...
Pero, Pancho, arguye Antonia, y que quiere que le diga mi ca-
ra?...
Pancho vacila. Sus traces se entrecortan... El sol va tirándose a
muerto entre los edredones de nubes del poniente, eft tanto que el
ajetreo de la estancia se aminora. La “comparsa” apresta sus tije-
212
ras para la próxima faena, y la “cancha” queda lista para el día si-
guiente. La “madrina” “cencerra” anunciando que la tropilla se
aleja, trás el perfume de las gramillas de los atardeceres, al mismo
tiempo que la majada jadeante, menudea el triste balido, bajo el
espeso vellón que la sofoca...
“Cortado”, y por no saber cómo hilvanar su oración, Pancho
enmudece, dejando vagar su pupila hacia el punto de donde parte
el coro de los ovinos, para decir de pronto, tímidamente: “la ma-
jada ta güeña y sana, eh?”.
Sí expresa Antonia, la mayada, como los hombres, si se le
cuida j, tiene mejor vellón...
Amarga sonrisa fue la respuesta de Pancho. Miróse de abajo a
arriba disimuladamente, y vió, a “su vellón”, que hacía mucho,
pero mucho! que no lo “esquilaban”, y clavando sus pupüas en
los ojos de Antonia, bruscamente, con asombro de parte de
esta, desapareció, envuelto en las penumbras, trás del amplio gal-
pón, refugio de muchas de las faenas campesinas...
Al díia siguiente, uno de los peones, de vuelta de.su diariajEconi-
da, contó, en medio del cloquear de las tyeras que aturdían el am-
biente, que Pancho, el largo y simplote Pancho, boyaba, con
los ojos abiertos, fijos y vidriosos, hinchado como sapo del dilu-
vio universal, en las tersas aguas de la laguna grande, cerca del
paso de los Judíos, del correntoso arroyo del Infierno.
213
HISTORIAS DEL PAGO
Ignacio era lo que podría denominarse “gaucho en pueblo
y cajetilla en campaña”.
De su matrimonio con Robustiana naceron nueve hijos, de los
cuales cinco mujeres.
Como poseedor de algunas cuadritas de campo cerca del pueblo,
las explotaba en el vidrioso negocio de lechería. El establecimien-
to destinado a las tareas apropiadas al ramo, lo constituía un con-
junto de ranchos de terrón, hecho con extrema incuria, tres ha
bitaciones para la familia, la infaltable cocina, negra a ñierza de
hollín y de humo, y el pozo de balde de agua más amarga que el
dolor.
Los años fueron corriendo, los muchachos crecían, y el
negocio mal atendido, se desmoronaba como barranca socavada
por las corrientes de las altas crecidas.
Al presentir las primeras sensaciones de la ruina, el viejo Ignacio
arrojaba sobre sus hijos la culpa de sus desastres y doña Robus-
tiana, ya fuera porque tenía mayor comprensión del asunto, ya
porque su amor de madre la colocaba frente a su consorte en de-
fensa de sus hijos, el caso es que excalaraaba con pena no disimu-
lada: “este INACIO culpa a los muchachos de nuestra mala
suerte” y no ve que todo anda como el diablo poique él jamás pu-
so afición a otra cosa que a las “cartas” y al “guesito”...“Nai*
des” le decía más que yo lo que está pasando y por mis verda-
des me ligué más de un bofetón de sus propias manos... Lo
mesmo que lo que le ocurre a Pepa, la mayor... Yo sabía de los
amores con el mulato Indalecio pero el padre no quiso creerlo.
Ahora que el mal no tiene remedio,! qué se yo lo que va a pa-
sar!... No me animo a decírselo y ya está cerca el día en que se
conozca y...! pensar que la pobre Pepa es tan guapa...
Los ranchos despeinados por los implacables pámperos,
heridos por el abandono, sitiados por los desperdicios, circunda-
dos de baches negros y pestilentes, rubricaban la idiosincracia del
dueño, siempre junto al mostrador tapizado de la infaltable lámi-
na de estaño, con la copeja delante, en mangas de camisa, calzan-
do alpargatas y en actitud que trasunta molicie y que traduce al
vencido por la mano despiadada del vicio. Tal el cuadro.
— (Maldito ternero!, gritaba Pepa, al no serle posible man-
tener en el corral a un becerro flaco y cascarriento que pugnaba
por escurrirse por uno de los numerosos boquetes que enseñaba el
desvencijado cerco.
Hundida en el fango hasta las rodillas, calada por la lluvia
fina y fría no pudo detener al anim alejo que ganó el campo, lo
que dio lugar a que el viejo Ignacio descolgara el rebenque que
pendía del cabo de la ancha cuchilla sujeta al cinto y con aquél
aplicara sobre los lomos de Pepa, sufriente y mustia, todo el
214
ancho y el largo de la sotera con tal fuerza, que la pobre víctima
rodó entre el fango del corral. . .
Maltrecha y como pudo se levantó, cuando el viejo se aleja-
ba tirando al infinito el más sabroso de sus ojos, empapado en el
vinagre de su perenne mal humor, para terminar con un: “saban-
dija, pa otras cosas tienen juerza. . ¡miren qué panza tiene. . . í”
La madrugada era impresionante: el huracán sacudía hasta
los postes de los alambrados, el agua llenaba los caminos, los re-
lámpagos alumbraban a intervalos la sombría escena. . .
Pepa cabalgando sobre el viejo petiso aguatero, mal ensilla-
do, sin cojinillo, trataba, valiéndose de su técnica campera, de
salvar “los arrecifes” de aquel improvisado mar y de acercarse
presurosa al puente antes que la crecida lo impidiera, porque
sentía urgencia en llegar al hospital del pueblo.
La “madama” comentaba la fatalidad. . . ¡Vaya un antojo
raro.
Mire que nacer con un pie como pezuña de becerro. . .! ¡Qué
antojo raro!
Pepa despertando del sopor que sigue a tales percances y
habiendo recogido las últimas palabras de la partera, expresó con
firmeza y amargura: “ ¡Qué antojo ni antojo! Es que yo tenía en
los sesos aquel ternero que al escaparse me pateó en el vientre,
al mismo tiempo que el viejo me daba contra el suelo a fuerza de
loqjaviva. . .!
215
HISTORIAS DEL PAGO
Morador, el negro Agapo y An tonino, eran tres “moceto-
nes” nativos de ias costas del Marín cho, sin más cultura ni conoci-
mientos que los que proporcionaba una incompleta experiencia,
en una incipiente República Sud- Americana,
Muchachos sin vicios, aunque con todos los resabios del
ambientó, eran demasiado buenos para la época. Trabajaban en lo
único que distraía en aquel tiempo los años del campesino: doma-
ban, esquilaban, tropeaban. . .
Morador era el más garifo y por haberse criado entre perso-
nas cultas, a las que sirvió en calidad de peón, poseía mayor aco-
pio de conocimientos generales.
Entre los tres, su opinión prevalecía.
El negro era un verdadero caso de lucidez mental: guitarris-
ta hábil y también despierto improvisador.
An tonino era la antítesis de aquéllos: reservado, prudente,
reflexivo y hasta daba la sensación de entender poco. Jamás ade-
lantaba frase indiscreta. El menos sabio, pero el más filósofo del
grupo. Terceto inseparable. Cada uno había llegado al convenci-
miento de que aquello del haz de varas, era irrefutable y acorda-
ron entre ellos mutualismo irreductible y, luego, reírse del res-
to. . .
-Me han desafiao -dijo el negro- a cantar por cifra y no
reculo. . .
— Hacés bien, —le expresó Morador— mientras el hombre
mantenga su cabeza sobre el hombro, puede vencer.
—Pero, pa eso —arguye An tonino— nada de pretensiones y
mucho de voluntad.
—Dejuro —dice el negro— iré a vencer si puedo y de no, pa-
cencia. . .
—Y ¿en dónde va a ser la payada? -interroga Morador.
—En la estancia de Paz —contesta Agapo, ajustando la cin-
cha de su flete overo colorado, casi pelo de novillo.- Ese día es el
santo del patrón y habrá con cuero. Va toda la gente alta y hasta
creo que habrá sortija.
—¿Qué preguntas vas a hacer vos? —averigua Morador.
—No tengo pensao.Uds. saben que en el contrapunto uno
no sabe de antemano lo que va ni a contestar ni a preguntar. Por
otra parte, según he oído, mi contrario es duro como cuero e’ga-
to.
La estancia de Don Valentín Paz es una de las de más fama:
la bondad del patrón, las tropillas de un pelo, la novillada brava,
la nidada de mejor lana, los baguales “reservaos”. . . Ese conjunto
216
realza el prestigio, que se concentra en el amplio caserón construi-
do por los padres de Paz antes de la guerra grande. . .
E:a un domingo del mes de noviembre del 82 . Un verdadero
hervor humano parecía la estancia de Paz. Todos los comensales
estaban tocados de ese entusiasmo estival que infiltran en el alma
•las estancias renovadoras. . .
Un observador hubiera podido anotar desde el indumento
femenino del último figurín porteño, copiado de los más exigen-
tes modistos de París, hasta el percal, soplado o escurrido, según
la saturación de almidón de canutillo que le dio su dueña antes
de plancharlo. Los hombres vestían bombacha y bota, o chiripá
con bota de potro o alpargatas bordadas. Pocos de bombilla . . .
Los asados vertían, hacia la hoguera, ríos de zumo vital; las
pavas “bufando” exhalaban por sus cuellos “bocanadas”- de va-
por. . . El cimarrón circulaba de mano en mano servido por alguna
china con más “campañas que Napoleón” o por alguna mozaaper-
calada y sonriente.
Cuando Agapo y sus amigos llegaron, el “contrario” de éste,
ya había templado su linda guitarra, coquetona con sus incrusta-
ciones de nácar y sus condecoraciones de vistosas cintas.
La presencia del negro fue esplendorosamente celebrada...
Es que era mucho en aquellos tiempos, el hecho de que un negro
se “topara” con un blanco; en “achaques” intelectuales...
Juan Antonio Domínguez, el rival del negro, era mozo en-
trerriano, bien plantado, con gran fama de payador y de hombre
de mundo . . .
Alguien procedió a las presentaciones.
— Yo soy Domínguez.
-Y yo Agapo.
Después del ritual, se afinaron las guitarras. Punteo va y
punteo viene... Por fin, Domínguez rompe el silencio de la in-
mensa rueda humana de la que él y el negro forman el centro. Sa-
luda a la Patria de Artigas y a todos los presentes, empezando por
los dueños de casa . . . Termina, y el negro, en un sonoro bordoneo,
inicia la improvisación en cuartetos saludando al patrón y a su ri-
val lo mismo que a la Patria Argentina. Luego un momento de
pausa...
De pronto, en verso fácil, dice el negro que debe recordar
que fue desafiado a cantar por cifra, corriendo presuroso a tomar
alguna lección del hombre blanco, para terminar la primer inci-
dencia con esta estrofa; que guardó la inigualada memoria del gau-
chaje. y aqui estoy, negro por juera
más, todo blanco por dentro,
pa decir que en este mundo
Al mas güeno no lo encuentro . . .
El entrerriano “atuzó” la voz, enfiló un rasgueo, y replicó
al negro con unos cuartetos de los cuales el final decía:
217
Tiene razón, negro sabio.
Yo nunca encontré al más bueno . . .
Y en donde he puesto mi labio
Sólo he gustado veneno.
La payada continuó sin tregua por espacio de horas.
Un descanso al pedido del patrón, condujo a los cantores
a platicar sobre diversos tópicos.
Se postergó el canto para la noche. Se habló de la hacienda.
De las conveniencias económicas que reportaría el cultivo de tal
o cual lanar o vacuna, etc.
De pronto, Antonino, en silencio hasta entonces, interviene
para decir:
— No hay como la oveja . ..
- ¿Por qué? le preguntan.
Porque da la lana, el estiércol que es oro’, el cordero y
queda entuavía el vicho parao . . .
218
HISTORIAS DEL PAGO
En las tardes tibias de otoño, veíasele frente al rancho con-
templando los paisajes horizontales, mientras sorbía el amargo y
desfilaba el enjambre de lanares del estanciero vecino, a quien Mu-
niz le había prestado servicios como peón, durante media centu-
ria.
El recoi daba bien a don José María, dueño de veinte mil
cuadras de campo, quien se había hecho rico mediante maniobras
hábilmente consumadas. Como peón “supo” cumplir muchas ve-
ces órdenes del patrón que él estimó poco honestas, pero como
era obediente y no se internaba en lo que no veía muy claro y co-
mo ni siquiera soñaba en actitudes dudosas, acataba de su parte,
las órdenes y guardaba silencio.
Aquella soledad le hacía hervir los sesos de recuerdos: los
ganados que condujo a la tablada durante treinta años; las noches
de marcha en los diciembres y en los eneros atormentadores de
calor; las rondas al ganado arisco, bajo los soles aplastantes de la
canícula o a la lluvia implacable de inviernos crueles; los rezongos
inmotivados del capataz, y, ante este fardo de miserias, para ganar
un mísero jornal, de donde, “deducido” los ‘Vicios apenas si le
quedaban unos míseros reales. Así es que él “no podía ser” de los
de la gran cadena de los adelantados humanos. . .
El reuma lo inutilizó para el trabajo. Del mocetón vigoroso
que domaba los mejores potros de Don José María, no quedaba
más que la sobra haciendo espalda al rancho, rancho mísero, soli-
tario, a la vera del camino que conduce a Cuchilla Grande, donde
en tiempos un poco lejanos hubo encuentros sangrientos, que, na-
rrándolos, ponían los pelos de punta .. .
Las tropas que con frecuenica cruzaban frente a su tapera,
renovaban las páginas de su pasada vida y hacíanle exclamar: Pu-
cha digo: ya no valgo nada, y, después de todo que hice cuando
vaha?... engordar a otros y para engordarlos, agarrarme este reu-
ma y estar al borde de vivir de limosna... destino perro el de algu-
nos cristianos...!
Así esclamaba el indio Muniz cuando crujían sus articula-
ciones mohosas por el atenaceante reuma que había postrado su
humanidad, fuerte antes como tronco de viraró.
Cuantas veces con el viejo Pacheco, su compadre de sacra-
mento, se lamentaba de su vida “al santo cuete”, vida, según de-
cía, sin resultado, sin misión, sin consecuencias, vida aporreada
por la dura labor que iba a parar al bolsillo del opulento Don José
María, para quien, y para su familia, él —el peón— había reventa-
do diez lustros sin descanso ni otro aliciente que el de quedar
siempre bien con el amo, el cual pagaba la mesada, convencido de
que hacía mucho con darle un pedazo de “tumba” al peón fiel y
tesonero en el trabajo, y un rinconcito, además, para tirar su cuer-
po aplastado por el rudo ajetreo de la inmensa estancia...
219
Cuando somos muchachos, compadre solía decirle a Pa-
checo—, la vida más “fuerte” se nos va en vanidades, en castillos
en el aire, en creerse que el mundo es de uno y en dejarse “apro-
vechar” por los más vivos... o por los más picaros...! Cuando me
acuerdo que dejé mi mocedad sobre el lomo de cuanto sotreta me
vino a mano o entre las guampas del ganado ajeno, comentando
historias de guerras y puñaladas de pulperías en torno del fogón,
pienso que esta vida de “eme”, merecía más no haberla vivido;
cuando me hago cargo de lo que ha realizadcwp poco tiempo de
trabajo inteligente y tenaz, el gringo Don Nicola en las cuadritas
que a Ud. le compró, compadre, me da gana de dar vuelta, meter-
me otra vez en el vientre de mi madre, para volver a nacer de nue-
vo y emprender la lucha como Dios manda... En este paía y en
otros es lo mismo: el gaucho no tuvo más destino que el de vagar
sin ley ni señor o el de ser esclavo, y, siempre, en los dos casos,
hombre sin rumbo; sin que el mismo supiera, cuando vagaba, por-
qué vagaba, y cuando le tocaba cinchar, porqué lo hacía hasta ex-
tenuarse. Vivir por vivir, sin finalidad, sin porqué ni para qué,
como los peces, para que lo coman...
Es que Ud. compadre, ni siquiera hizo nido y siempre fue
como el tordo, dice Pacheco, arguyendo que todo eso es porque
está aburrido de estar solo, sin compañera. .
Qué esperanza, replica Muniz molestado: no se olvide del
hijo de Don José María! Mire que matrimonio! Y tan linda moza
ella...!
- Pero, murmura Pacheco.
— Nada, compadre Pacheco, nada! Si es linda se la codician
y si es “fiera” para que la quiere? Nada compadre: déjeme volver
a nacer, pero para laborar como el gringo Don Nicola; para arran-
carle gloria a la tierra, para que la tierra dé raudales de abundancia
protegida por brazo inteligente y perseverante, para que el reuma
me tome rodeado de frutos y flores, y para que el blando saludo
de las ramas, sea el vasallaje que nos brinde la vida, al iniciar el
camino interminable de la muerte.
220
CHOCANO
El ‘‘cantor salvaje, autóctono” de América, murió trágica-
mente en Santiago. Dice la prensa que un paranoico le cercenó la
vida a golpes de navaja.
Como a cualquier transeúnte, como a un vulgar cualquiera!
Como si la muerte hubiera querido nivelar con la de los de-
más hombres, la altura genial del más profuso, exaltado y vibrante
poeta de los mares, de las selvas, de las cumbres.
Su musa multiforme, de áureas ensoñaciones, descriptiva,
religiosa o apóstata, lo mismo se congracia con los tiranos, que
canta himnos a la Libertad; musa que se yergue en los picachos,
que es torrencial, que brama en la maraña de los bosques o sube
con los cóndores arriba del Ande, para asombrarse de la epilepsia
del mar y mostrarse esplendorosa del fuego interno que la anima.
Fue un poeta trágico. Mata por una página de crítica y casi
cae en el banquillo por impudores brindados al tirano Estrada.
Huye de un país a otro. Va de un continente a otro.
Canta al Redentor; ensalza a proceres, anima la estrella de
los Pancho Villa y presta aliento a los extorsionistas.
Este poeta enorme “gigantesco como un Tequendama y
complicado como el hombre”, vierte versos, como el torrente
linfas.
Magnífico siempre, ampuloso aunque se arrastre, tornadizo
y siniestro, Chocano es el hijo singular y portentoso del estro
americano.
Su armadura íntima posee las armas de todos los escudos, y
su verso es verbo que resuena como el huracán o arrulla como la
paloma; estremece como la tempestad o es blando como una
ofrenda.
Ha muerto esparciendo belleza en todo palmo de tierra que
pisó.
Su cerebro, que vivió ondeando entre dos eternidades -la
del espíritu y la de la Vida— irá a secarse lejos del suelo que lo vio
nacer: no quieren los suyos que la Patria que lo arrojó de sí, ate-
sore sus despojos, aunque él haya cantado a los Incas de las mon-
tañas de oro, y haya ardido en su pecho el fuego que estremece la
entraña fabulosa del Ande Peruano.
221
DISCURSO SOBRE EL 25 DE AGOSTO
Señoras, Señores, connacionales y extranjeros:
Si el concepto “patria” no tuviera para mí otro sabor y otra
devoción que aquéllos que triunfan en la noche $in auroras del
instinto, no dirigiría a vosotros, señores oyentes, mi palabra cálida
de sinceridad a pesar de su rudo desaliño, humilde en mi lengua,
pero altanera vibrando en mi corazón.
Si adelantáramos una línea en la intrincada maraña del pasa-
do nuestro surgirían evocaciones lústrales, capaces de competir
con aquéllas de los viejos pueblos ^B^llevan sobre sus hombros la
gravitación histórica de los siglos. Como si el Dios de las epope-
yas, como si el Dios de las leyendas, como si el Dios de lo épico
hubiera arrojado en el vientre de cada mujer un héroe, un cruza-
do, un libertador, aquéllos legionarios que brotaron como por sin-
gular encanto en la mañana inmortal de la Calera, habrían de mul-
tiplicar su número y su esfuerzo, para producir el grandioso esta-
llido revolucionario que se gestaba en el alma de los proceres
cuando más oprimía el dogal de la tiranía: Si, comprendo la idea
de Patria, señores, en esta admirable trilogía: LIBERTAD, CIEN-
CIA Y GLORIA.
Cuando en las exaltadas imágenes del cerebro emerge el gau-
cho de la edad pasada, percibimos a la clara luz del sol de su
emancipación, su legendaria silueta, mostrando la vincha blanca y
ancha como la pureza de la finalidad turbulenta y trágica de sus
ideales, enseñando su lanza con un gesto de sangrienta admoni-
ción en la moharra, y hendiendo el espacio con su boleadora, que
aprisiona en sus flexibles tentáculos, al más brillante porvenir na-
cional.
Yo respeto y admiro esos símbolos del gaucho errante due-
ño y señor de la vastedad pampeana, venero el sagrado amuleto
que en los altares nacionales perpetúa la leyenda redentora, in-
maculada y vidente, de nuestra nacionalidad. Y así me forjo la Pa-
tria como hija de su historia, para la fecundidad, para el amor,
para el trabajo heroico. Todos fueron hidalgos y caballeros: Argi-
gas... Artigas es la diagonal de fuego del volcán de la democracia,
tendida en el cielo infinito de la Patria! Lavalleja... Lavalleja es el
huracán de Sarandí, que arrasa con la prepotencia del pabellón
auri-verde. Rivera... es la babel que se desploma sobre las huestes
atrevidas del invasor. Andresito... Andresito es la conmixtión del
león ibero con la cetrina raza charrúa, trozando las cadenas del va-
sallaje; así, señores, entiendo 1a Patria, engrandecida por la con-
tienda. La sangre corre; por las venas abiertas, se aspira en el ester-
tor, de la agonía patricia, el soplo de la redención que se acerca.
Y la redención se plasma en un nuevo pueblo emancipado,
rebelde, y por ser rebelde, libre; en un concierto armónico de cla-
rines victoriosos cuyas notas pasan sobre los mares y las monta-
ñas, sobre los torrentes y las selvas para llevar al Mundo, la buena
222
nueva de que en las tierras de América, se modelan los faunos
de las libertades, con el mismo arte que en los pueblos milenarios,
se les enfrena y esclaviza.
El ideal del generoso Libertador Artigas, no demarca fronte-
ras: su ensoñación, su fraterno abrazo comprende todo lo que
puede abarcar la hora suprema que le arroja a defenderla integri-
dad Cisplatina, penetra con su alma bíblica, el alma de sus pue-
blos que le aclaman y le siguen como a Cristo los dolientes gali-
leos; modela con sus ideas singulares el espíritu de sus hermanos;
arroja todas las simientes del derecho, en el surco que abre el tajo
de su espada, para que nazca y florezcan en él, las fuerzas que han
de producir las patrias futuras, y... luego se hunde en las entrañas
paraguayas para verter el bálsamo de su corazón, sobre los tacitur-
nos desvalidos moradores de aquéllas soledades.
Es la psiquis de este hombre grandioso la que grita sobre el
dorso de la Piedra Alta, “Somos Libres”, y declara “írritos, nulos,
y sin ningún valor”, todos los hechos de la tiranía, todos los avan-
ces sin límites de los conquistadores.
Sobre las márgenes de este mismo rio con neurastenias de
plata, pero más hacia las nacientes-una gran piedra sirvió de tri-
buna hace noventa años a los defensores del organismo demócra-
ta en que debía engastarse el soberano pueblo y fue en aquella
misma tribuna, donde Zorrilla de San Martín, el genial Poeta núes
nuestro, ungió dé aromas y triunfos su inmortal leyenda “ES LA
VOZ DE LA PATRIA, -PIDE GLORIA”
Escuchemos: parece que desde el pasado remoto, un eco in-
terminable repite: 1< PIDE GLORIA”.
Démosle esa gloria, señores, regando el surco con la santa
gota de agua de la frente, y labremos con el buril del trabajo, el
engrandecimiento de lo que llamamos hogar, de lo que llamamos
escuela, de lo que llamamos nación. He dicho.
223
LILY PONS
Sea por Marconi, nuestra viva expresión de gratitud. Si él
no hubiera captado la onda vagabunda, errante en el sutilísimo
éter, nosotros no hubiéramos podido entregar nuestro espíritu a
la emoción sugestionante que causan los cordajes singulares y ma-
ravillosos de la estupenda garganta de la diva.
Cuando la raíz emotiva se hunde en las profundidades del
alma, huye impotente el vocablo, ante la imposibilidad de tradu-
cir la íntima vibración que configura en nosotros un estado psí-
quico extraordinario: lo qu^jü&bra nos ocurre.
La disertación técnica en precisa escolástica musical, daría
una “información” del arte que domina Lily; pero la sensación
que se apodera del espíritu, la trasmigración poética, la escala de
dulzuras infinitas que mueven las intangibles potencias que la Vi-
da aprisiona, -ésas— no se diseñan con signos de pre— establecida
convención, no se pintan con pinceles humanizados de tintes y de
sombras, porque, lo que se refugia en las amplias praderas de lo
inmortal, pertenece a Dios, como a Dios pertenece lo infinito y lo
infinitesimal.
¿Qué organización maravillosa, qué invisible orfebre, hicie-
ron, por excepción, un órgano vital armonioso capaz de producir
el éxtasis, el ensueño o la enajenación? ¿Qué sabio Hacedor, con
el buril de lo imposible, modeló la divina gama de vocales sonori-
dades?
¿Para qué tejer parábolas con pájaros, fuentes y favonios?
La que como Lily Pons, lleva en su garganta las armonías de todas
las orquestas, la que aloja en su laringe todos los misterios del so-
nido de la palabra humana, es superior a esa conciencia universal
de las armonías sub— humanas, porque la cautivante hechicera, es
una realización que se tuvo por imposible. Adelina Patti, cuyo
arte vocal llevó en pos de sí las más inteligentes popularidades del
Río de la Plata, no fue más grandiosa que Lily: Nellie Melva, que
levantó una tempestad en medio a la desconcertante y perpetua
tempestad newyorquina, no es mayor que la imponente diva fran-
cesa, laureada por el público de Montevideo con la frenética locu-
ra de su aprobación singular. Soprano de sopranos, Lily Pons, exi-
mia mujer de origen catalán, extenderá sobre la tierra un hilo de
armonías sutilísimas, como si quisiera ungir los pueblos de castas
diversas, en la emoción virtual del talismán de su voz, frente al pu-
rísimo cielo del arte, segunda naturaleza del hombre civilizado...
Cuando la amarga onda del Océano empuje hacia remotas
playas el navio de Lily, sean para ésta, salud y felicidad, a fin de
que cante como las sirenas de las muertas mitologías, las leyendas
del Mar y el cataclismo de Atlántida.
EL MAESTRO
FROILAN VASQUEZ LEDESMA
De esto hace un año.
Todo un pasado treintenario desfiló ante la visión cerebral:
los cuadros escolares, el tiempo en que vivíamos, las horas alegres
y soñadoras del primer amor, las rutas que el tiempo borra, la vi-
brante juventud sin desencantos, confiada y feliz, todo, todo em-
balsama de embriaguez aquel recuerdo que gira en tomo del maes-
tro amado.
Y ya hace un año.
El amor de un pueblo grato, rodeó sus despojos y le acom-
pañó hasta el borde de la tumba. El llanto de los buenos, la emo-
ción fraterna, se vieron en los semblantes de jóvenes y viejos, de
hombres y de mujeres: es que en aquellos legionarios del dolor,
muchos habían forjado su espíritu en el espíritu del Maestro que
entregamos a la eternidad.
Como si hubiera sido el tronco inicial de una estirpe al que
rodearan sus ramas frondosas, en vida le circundamos de afectos
y consideraciones como al patriarca excelso que ganó el corazón
de su pueblo volcando en él la copa del bien, exprimiendo el po-
mo de sus esencias más deliciosas y sutiles frente al fecundo sol,
risueño y puro, rendimos homenaje a su memoria.
Su vida fue ejemplo de siembra intelectual, de hábil educa-
dor, preparando a las generaciones para afrontar las “resonancias
del camino”.
La historia de Canelones llenará en sus tomos profusos una
página emotiva, cálida de este institutor, poeta y escritor que
terminó de magistrado sus funciones públicas, donde perdurará su
ejemplar hombría de bien, jamás empañada en la ardua lucha.
PERFILES
MARGARITA FIGUEREDO
La categoría de la actividad,
depende de la vocación.
Ruge aún el viejo método y parece que el “catón” será eter-
no, que ha de reinar por mucho tiempo, como elemento primor-
dial de los primeros principios del educando. La incredulidad, mi-
croscópica fortaleza, contra la que se estrella el valor más puro y
eficaz de la ciencia, reina aún ($pF£quél tiempo), en las filas de la
enseñanza nacional. Es necesario que se aproximen a los exiguos
legionarios de la reforma, nuevos abanderados, porque la vieja rai-
gambre llega a las capas profundas del espíritu.
La campaña —esas solitarias poblaciones de tierra adentro—
sufre más que la ciudad, el peso de plomo de la vieja norma. Valo-
res eminentes son llamados a las filas, a fin de ir sustituyendo al
viejo dómine empotrado en la lección de memoria, en la fidelísi-
ma repetición del texto. De esta región, se incorpora valiente y
concientemente, MARGARITA FIGUEREDO, con las energías
que da la juventud, y, desde sus primeros pasos, dio al nuevo pro-
blema pedagógico, toda la importancia y trascendencia que son
capaces de dar a los grandes gestos humanos, un ponderado cere-
bro, y un gran corazón. Temperamento bien forjado, hijo de
aquélla fragua en que se moldearon hombres y mujeres, para re-
dimir la Patria, MARGARITA FIGUEREDO en su devoción sa-
grada por el niño, fue esfoizado paladín de la gran cruzada.
Nada amilana su decidida actitud frente a su grey. Su alma
de mujer, con todas las humanas ternuras, no excluye tempera-
mento enérgico, que afronta la dirección de escuelas difíciles,
como fue por entonces, la de varones en Migues, localidad donde
reinaba el caudillismo semi— bárbaro, cuyo cetro detentaba el ex-
celebérrimo comandante Falero, espécimen famoso, célula male-
volente que mantenían a flore, los mandatarios de la época.
La Srta. de FIGUEREDO, no temió el medio en que iba a
actuar, medio agresivo, donde ni los comisarios calentaban mucho
el asiento. Y allí en Migues, hizo obra proficua, magnificando el
templo de la educación pública, y, con frase persuasiva, despertó
los cerebros infantiles de esa atonía en que otros los mantuvieron,
y actuando de consejera en los numerosos asuntos que aparejan la
intervención del Institutor. La época de su labor en Migues, fue
continuación de una lucha anterior sostenida en esta misma ciu-
dad, contra elementos adheridos al viejo modismo, como a la roca
se adhiere la madrépora. Jamás ha decaído su empeño de luchado-
ra. Aún hoy, vibra su alma ante los problemas escolares. Su actua-
ción en exámenes, comisiones diversas dentro de las actividades
de la Escuela Primaria, contribuyó y contribuye a plasmar con
brazo fuerte, el noble empeño del Reformador.
226
Y ahí está, después de cuarenta anos de lucha, y con singu-
lar clarovidencia, hablándonos de los problemas actuales, a los
que destina preferencia, y pone en ellos amor como en sus mejo-
res días de dinamismo pedagógico, cuando esparcía ejemplos de
gran educadora, tantos como los que esparció y esparce, de acri-
solada virtud.
227
EL COPETIN
Para Américo del Cioppo
En la farsa galante destilando humorismo
Copetín transparente que serojas un ámbar.
Entre locas historias y en absurda hecatombe
Son tus lindos efebos, efebos que pasan . . .
Copetines en torno del figón indecente.
Cabe mesas pringosas, lagrimeando esperanzas,
Copetín aristócrata, de elevados coturnos
En los labios virgíneos de los “sangre más alta”.
En los cielos lejanos de supremos deliros
las montañas mayores en tus hombros cabalgan.
Copetines suntuosos de los nobles señores.
Que en las sirtes del vicio sus miserias arrastran . . .
Copetines de fanto de la turbia marea
De noctámbula gula, de noctámbula traza,
Sois acaso los mismos que llegáis al palacio
Y encontráis a la dueña, fatalmente borracha.
228
CANTAR DE LA ESTRELLA LEJANA
A Don Ramón Cattorda y Díaz ,
en retribución a la gentileza
de su ofrenda.
España tiene tres Ramones, cualesquiera
de ellos prestigiosos en extremo, a saber:
Gómez de la Serna, Pérez de Ayala
y Valle Inclán. Canelones tiene
uno sólo, y se sobra.
Leja estrella que miro
y devuelvo mi mirar,
Por lo mismo que suspiro
Ella no suspirará?
Estrellita en que la luz
es tu razón de existir.
Si vieras cómo me duele
Estar tan lejos de tí!
Pero se que tú me oyes,
Como a tí te veo yo,
Porque mi canto subía
Cuando tu luz descendió.
Tu luz que llegó cansada
Como a ti llegó mi voz,
Pero como eras mi hermana.
Nos comprendimos los dos.
Hermana mía lejana.
Que negro es mi corazón !
Mas el tuyo es dulce y claro
porque está cerca de Dios.
lo. enero 1930
“RUMBOS”
Atahualpa del Cioppo
ACADEMIA NACIONAL DE LETRAS
SOLIS 1446 (Palacio Taranco )
Montevideo - Uruguay
Montevideo, enero de 1978
Señor Intendente Departamental de Canelones
Don Gervasio González
Canelones
De nuestra m ayor considera ción :
Tengo el agrado de comunicar al Señor Intendente que la
Academia Nacional de Letras ha estudiado la obra del escritor y
poeta Don Ramón Callorda y Díaz y por tal motivo ha resuelto
dirigirse a las autoridades Departamentales de Canelones, con la
intención de expresarle el beneplácito que le produciría la publi-
cación de una obra anto lógica de la producción literaria del poeta
de ese Departamento, de cuyo nacimiento se cumple un siglo el
presente año.
A tal efecto el Dr. Ildefonso Pereda Valdés, Miembro del
Instituto, entrevistará en representación de la Academia a las
autoridades Departamentales.
Con tal motivo saludo a usted con la mayor consideración.
Arturo Sergio Visca
Presidente
230
RAMON CALLORDA Y DIAZ
1878 - 1941
Algunos datos biográficos
Ramón Callorda y Díaz nació el 13 de noviembre de 1878
en Las Piedras, departamento de Canelones, fueron sus padres
Don José Callorda Zermeño y doña Angela Díaz de Callorda. Ca-
sado en primeras nupcias con doña Elodia Verdaguer Vidal (tres
hijos). Pasó su niñez en Las Piedras donde concurrió a la escuela
Pública, trasladándose más tarde con sus padres a la estancia de su
abuelo Juan Ramón Callorda que éste poseía en Cagancha, Depar-
tamento de San José, donde se libró la célebre batalla del mismo
nombre: Rivera contra Echagüe, el 29 de diciembre de 1839. Ahí
aprendió las faenas del campo y a orientarse con psicología prácti-
ca extraída de los usos y costumbres de la época.
Siendo niño leía en voz alta, junto al fogón, “El Negro Ti-
moteo” (diario de la época).
Poseído de la febril autodidacia se graduó de Maestro en
1898 ejerciendo el Magisterio Pos-vareliano en Santa Lucía, de-
partamento de Canelones hasta 1912 en la única escuela pública
de aquella localidad dirigida entonces por la prestigiosa figura de
Don Luis Saqués y Molins. Desde 1913 a 1933 desempeñó el car-
go de Secretario-Tesorero de Instrucción Pública. Hombre de múl-
tiples facetas logró amalgamar sus inquietudes intelectuales y lite-
rarias con sus diversas actividades profesionales y comerciales que
le permitieron tranquilidad económica.
Miembro de la Asamblea Representativa durante dos perío-
dos, bajo la Constitución de 1918.
Miembro durante tres períodos de la Junta Electoral de Ca-
nelones. Corredor y Rematador de sostenida actividad en todo el
ámbito departamental durante las décadas del 10, 20 y 30.
En 1922 organizó un Curso Nocturno para Adultos en la
ciudad de Canelones que tuvo singular éxito en aquella época, de-
sempeñando personalmente las funciones docentes y administrati-
vas en forma honoraria por espacio de varios años.
Asumió defensas públicas y privadas de variada naturaleza;
persuadido quizá de que el trazo viril de su pluma acusaba ostensi-
blemente su presencia.
Dentro del conjunto de múltiples tareas ejerció el periodis-
mo en forma ininterrumpida por espacio de más de treinta años
en revistas y periódicos del interior del país y de la capital; “La
Democracia” diario montevideano, los periódicos “Surcos”,
“Rumbos”, “Nuevos Rumbos” y “Espacio” de Canelones, “Los*
Principios” y “El Pueblo” de San José, las revistas “Mundo Uru-
guayo”, “Surcos” y “Delfos” nutrieron sus columnas con frecuen-
tes colaboraciones, firmadas generalmente con el seudónimo de
MAXIMO YUNQUE, sin que haya sido éste únicamente el seudó-
nimo usado.
231
Su estilo, rápido, incisivo y picante, generalmente lleno de
fuego e inspiración, pasa sucesivamente de la ironía a la elocuen-
cia ardiente y sincera. Sus composiciones literarias o planteamien-
tos sobre problemas regionales o departamentales, atrajeron la
atención de la época durante las décadas del 20 y del 30.
Autor de dos obras de extraordinaria originalidad, “Los Idi-
lios de la Granja” sonetos inéditos de 1930, y “LO QUE DICEN
LAS COSAS” obra inconclusa a raíz de su enfermedad.
232
NOTA NECROLOGICA
Aparecida en el periódico “Nuevos Rumbos” del sábado 10
de mayo de 1941 .
RAMON CALLORDA Y DIAZ
Ni alambicamientos, ni lentas maduraciones: escribimos
bajo la inspiración del momento emocional que, repentinamente,
vivimos. Y así nacen precipitadas, ardientes, las palabras, ante el
sacudón de la realidad que es la materia vencida en Ramón Callor-
da y Díaz.
Personalidad singular, polifacética, fue maestro, periodista,
literato. Bajo estos dos últismos aspectos, le conocimos. Poeta, se
mantuvo ajenado a las nuevas escuelas; impresionaba con las imá-
genes de oro que amonedaba én estrofas armoniosas. Prosista, vol-
caba en páginas medulares, interesantes aportes culturales.
Ramón Callorda y Díaz fue, en estos tiempos inciertos, de-
mócrata sincero; defendió con la pluma sus ideas; “que también
eso —como se dijo cuando el sitio de Montevideo— es lucha”. In-
telectual másculo; polemista de innegable nobleza, hombre diná-
mico, puso de relieve las calidades de su espíritu de selección.
“Nuevos Rumbos”, que se honró con sus colaboraciones va-
liosas. despide con emoción al amigo que se ausentó y trasmite a
sus dignos familiares la expresión del sentimiento que tiene de su
aflicción.
Para un trabajo a dar en próxima edición, dejamos glosar,
en más completa forma, la personalidad del intelectual desapare-
cido.
No podemos hacerlo, ahora, en el molde de una nota necro-
lógica. No podemos hacerlo, ahora, que hemos de sentir... y ca-
llar. El dolor empuja al silencio, al repliegue interior. De ahí, la
falsedad de las pintifras, debidas a novelistas, de reacciones ante lo
irreparable; de ahí, también, lo declamatorio, hasta resultar cho-
cante, de los parlamentos de obras donde muchos autores hacen
novelasen el teatro...”
MI HOMENAJE
(Del mismo periódico de 17 de mayo)
Cayó como vivió; sin claudicaciones, con la altivez de su
inmenso espíritu y la satisfacción de su conciencia pura. No supo
de adulaciones, ni renunciamientos, aún en situaciones penosas.
Conservó integral la hidalguía de su estirpe. Jamás se apartó de
sus sentimientos de justicia y redención, por conveniencias perso-
nales. Y como el ave, lanzó la verdad a todos los vientos, como
un manto supremo de su propio ser. La arenga pública fué el ar-
ma que esgrimió en las nobles luchas cívicas. Su voz que tenía la
vibración del trueno, fué anatema contra los falsos apóstoles. Su
233
pluma de fuego, fustigó a los politiqueros, señalándole el verdade-
ro camino del bien. Y fué antorcha en medio de la borrasca, que
marcó derroteros a los hombres de sanos propósitos. Pudo llegar
a las alturas, por sus vietudes y su extraordinaria capacidad, pero
prefirió al halago material, conservar intactas sus virtudes persona-
les natas. Fué un sembrador de ideales puros, que no recogió en
estos tiempos de tanta venalidad, el fruto deseado, pero cuando
madure más el espíritu de los que conocieron la obfa civilista y
ciudadana de este gran corazón, irán a su tumba apretadas colum-
nas a rendirle el homenaje de admiración y respeto que no reci-
bió en vida, por la falta de comprensión de sus conciudadanos.
Su obra olvidada en los archivos de tantas corporaciones guberna-
mentales y partidarias, servirá algún día de ejemplo orientador a
los ciudadanos íntegros e idealistas, que la República anhela pa-
ra su salvación moral y reconstructiva. No pudo la envidia ni la
calumnia roer en su espíritu de bronce. Fué en la adversidad más
fuerte que nunca; sus pasos más firmes y su frente amplia más er-
guida al sol. Podía decir como el poeta: “La adversidad podrá
quitarme el triunfo, pero la gloria no”.
GIL CASULLO.
Del número 27 de diciembre de 1941
UN HOMENAJE A DON RAMON CALLORDA Y DIAZ
Fué un hombre poético. Se distinguió como institutor de
vocación cardinal, de orientación noble; como orador, y fué dis-
tinto al espécimen superficial de largos períodos sonoros y va-
cíos; como poeta, apegado a lo clásico dominador de lo clásico,
dominador de la forma, creador de la imágen que se daba, subir
ta y bella, como una llama. En el periodismo se reveló como la
antítesis del cultivador de lo anodino, del ente de flexibilidades
cortesanas: en ésta actividad fué también maestro, cuya labor fué
seguida con atención y respeto. Ramón Callorda y Díaz no fué
de aquéllos que “mueren para ser enterrados”. Dejó una obra her-
mosa hija de su espíritu, prolongación suya como prolongación
suya son sus descendientes que nos dan, triplicada, una imágen
juvenil, como una restauración milagrosa. Fué de los hombres
con quienes 9e podía conversar en Canelones. “Parleur” intere-
sante, hábil en la esgrima verbal, acusaba un espíritu inquieto,
desvelado por la pasión del arte .
Parte de su obra la dió a conocer en publicaciones como “Nuevos
Rumbos”, que se honró con su colaboración sostenida.
Pero lo más valioso de esta obra, permanece inédito, escondida
al conocimiento público, rico mineral de sus minas interiores. Pa-
ra dentro de breve lapso, se proyecta rendirle un homenaje. En su
tumba será colocada una placa. Varios oradores interpretarán la
oración de sus amigos. Las contribuciones espontáneas para este
acto, puede enviarse a los Clubes Sociales. Será una ceremonia
sencilla de gran valor espiritual.
234
Juicio crítico de Antonio Nicolás Pascal publicado en
“Nuevos Rumbos’’ de fecha 17 de mayo de 1941
RAMON CALLORDA Y DIAZ
Su obra multiforme y Fecunda
Bajo la tarde de mayo, de belleza vulgar. Unos cientos de
personas congregadas en el Cementerio de Santa Lucia. Mirando
el acompañamiento y recordando el público que va a la Necrópo-
lis, con el cadáver de algún figurante de la política o del deportis-
ta cargado de elogios, se pensaba en una disminución y, eso, por
aquéllo de que: selección-reducción, se consideraba como algo
lógico. Se iba a dar sepultura a Ramón Callorda y Díaz, al hombre
que era uno de los representantes de la jerarquía intelectual de
Canelones. No se trataba del versificador, que el vulgo categori-
za como poeta; del chafandín de los triunfos ruidosos y la obra
vacía. Imágen del artista auténtico, de multiforme obra y fe-
cunda, no otra cosa significaba Ramón Callorda y Díaz de quién
alguien, de pronto, comenzó a hacer resaltar los méritos. Un hom-
bre eiyuto, encanecido, parecía merced a ciertos movimientos
nerviosos de la boca, repetir las palabras del orador a cuyo frente
estaba situado. Observándole, dimos en pensar que allí donde
Ildefonso Pereda Valdés, Meló, etc. no faltaban, todos se encon-
traban repitiendo mentalmente las palabras de exaltación y des-
pedida, como en una oración-colectiva- que nuestro personaje
hacía evocar.
Callorda y Díaz fué maestro. Estaba retirado de las acti-
vidades docentes, cuando le conocimos. En verdad nunca dejó de
ser maestro. Más que la influencia de lá propia función, la voca-
ción pdría explicar la persistente tendencia a doctrinar, que es
una de las características de su labor de periodista, colaborador
de distintas* publicaciones. No fué el periodista “standard”, orien-
tado hacia la caza ávida de la noticia y la inflación de su bulto;
perspicuo y pulcro, rebelde a las concesiones al gusto público, no
desmereció ni aún en los momentos de apasionada polémica que
sostuvo con otros colegas y con nosotros mismos: el expediente
lamentable, la burla bufonesca, tenían que ser desconocidos de
quien no había menester intentar rebajar, para encumbrarse.
Veámosle bajo otros aspectos:
“El necio charlatán nos fastidia -escribió Barret-, no con-
cibiendo el talento egoísta; el sabio que calla nos roba”. Hemos
recordado esas palabras del articulista admirable, a propósito de
“Máximo Yunque” -Ramón Cllorda y Díaz— cuya despreocupa-
ción por reunir en un libro su producción literaria, deploramos
siempre. En distintos órganos de la prensa nacional, ha publica-
do innumerables artículos, muchas poesías de corte clásico. Pe-
ro quienes lo hayan tratado y penetrado, esas elucubraciones no
dan la medida exacta de su inteligencia, como algo incompleto,
diríamos, mutilado. Porque el maestro de conocimientos sóli-
235
dos, el “causseur” interesante al que, sin duda, le pesa, como una
cruz, la chatura del medio-fisgoneo, humorismo grueso, días y
días que son, en su vida, como reproducciones de una estampa
incolora -no na dado a conocer sus verdaderas creaciones litera-
rias. Mario Méndez, más sintético, inclinado a la descripción, re-
sulta discreto en su “Arca Nativa”. Callorda y Díaz como cantos
folklóricos, aporta algo excelente con “Los Idilios de la Granja”,
donde se observa una asociación entre el paisaje y los animales
que, así aparecen en un escenario especial. Por varios motivos
esa obra del intelectual de Canelones tendría vida robusta, a nues-
tro juicio: El autor, como en un deseo de aumentar las dificul-
tades, se ha sometido a rigores de perspectiva: sin descuidar la for-
ma, y logrando sorprender con la musicalidad de sus versos, ha
huido del arte demasiado dicho - a que se refirió Clemente Esta-
ble, en un artículo interesante- “pedagogizando por explicativo”,
prefiriendo sugerir, sugerir siempre, ideal moderno; haciendo una
labor en que la falta del don de observación condenaría al fracaso,
ha demostrado reunir cualidades preciosas para ün artista. Ade-
más de “Los Idilios de la Granja”, Callorda y Díaz ha escrito
“Lo que dicen las cosas” prosas rítmicas donde el estudioso que
hay en él tiene oportunidad de manifestarse.
El buen estilo, la visión sagaz, los toques filosóficos, ava-
laron los trabajos reunidos en su último libro que hace deplorar,
una vez más, la ausencia de editores nacionales y el descrédito en
que han caído los incalificables torneos literarios organizados
aquí. Su condición de obras inéditas, explica que no nos ocupe-
mos de “Los Idilios de la Graiya” y “Lo que dicen las cosas”,
con la extensión que merecen, yendo a disecarlas prolijamente. A
éllas nos referíamos, cuando expresábamos que Callorda y Díaz
no había publicado sus verdaderas creaciones, resistiéndonos a
juzgarlo, tomando en consideración su producción más conoci-
da, dispersa. Tal el juicio que, hace años, escribimos sobre el in-
telectual auténtico que ha perdido Canelones.
236
Artículo aparecido en “EL NOTICIOSO”
de fecha 23 de febrero de 1978
NUESTRO EDITORIAL DE HOY
Ha trascendido que la Academia de Letras del Uruguay,
por ponencia de su integrante el escritor y profesor Doctor Il-
defonso Pereda Valdes, acordó gestionar ante el Ministerio de
Educación y cultura la creación de dos premios estímulos para
escritores del interior exclusivamente; uno para obras éditas y
otro para las inéditas. Propuso también el mencionado profesor
y fue aprobado por la Academia, que ésta realice un acto en ho-
menaje a los escritores del interior incluyendo, la ponencia, los
lugares donde se realizaría el hecho: Paraninfo de la Universi-
dad, Auditorio Vaz Ferreira o Palacio Taranco.
Interesa o no interesa para el espíritu que inspira esta no-
ta editorial el lugar que se designe, que indudablemente, jerarqui-
zaría el mismo la sola mención de los lugares escogidos; lo que
interesa sí, de nuestro punto de vista, es la iniciativa de ese al-
tar del saber que es la Academia de Letras del Uruguay v la sen-
sibilidad del Prof. Dr. Pereda Valdes, para ese recuerdo a los escri-
tores del interior no porque hayan sido olvidados, sino porque
ese reconocimiento, salda (también existen “saldos” en las co-
sas del intelecto) de alguna manera, el déficit de silencio en que
descansa la obra que dejaron los que se fueron de la vida, la
que requiere estímulo de este origen y naturaleza.
Al mismo nivel y altura de la iniciativa, en sí, se inclu-
ye por parte del proponente, un hecho cocreto que tiene rela-
ción con Canelones que “El Noticioso” aprueba y apoya:
La edición por parte de la Intendencia Municipal del De-
partamento, con la intervención de su Departamento de Cultura
denominado “Eudoro Meló”, de una antología poética del ex-
tinto don Ramón Callorda y Díaz fallecido hace 38 años. Re-
cordamos el título de uno de los libros: “Los Idilios de la Gran-
ja” tenía, si no lo recordamos mal, material para otro libro
que ordenaba cuando lo sorprendió la muerte.
Algunos de los poemas y sonetos incluidos en el mensio-
nado título fueron publicados en el periódico “Nuevos Rumbos”
que dirigía por aquel entonces Antonio PascaL aue anarte de ha-
ber sido un hombre culto y de fina sensibilidad, filé su gran admi-
rador y el que junto al poeta Carlos María del Cioppo y a Leopol-
do Torterolo Lumaca propietario del periódico fueron los que
más se ocuparon de la obra de Callorda y Díaz y de sus altos
valores intelectuales. La edición de la antología poética del desa-
parecido intelectual, recupera de alguna manera olvidos de valo-
res que, por distintas circunstancias, permanecían en la silencio-
sa oscuridad de la biblioteca o en polvoriento cajón del viejo es-
critorio que fuera confidente del soñador aue se ocultara b^jo el
seudónimo vigoroso de “Máximo Yunque”. De ahí que la propo-
237
sición del académico y profesor que desempeñara una cátedra en
el viejo Liceo de Canelones hoy elevado a la categoría de Institu-
to “Tomás Berreta”, señor Pereda Valdes, corrige de alguna ma-
nera el olvido en que vivió don Ramón luego de su merte. Maes-
tro vareliano, poeta, periodista, orador de su tribuna política y
del acto literario, esta iniciativa a tan alto nivel, lo reiteramos, re-
cupera a un valor olvidado y le daría a canelones la oportunidad
de incluir en su acervo bibliográfico una obra de positivos valo-
res literarios.
La iniciativa que la Academia de Letras ha hecho suya,
motivará la visita del Dr. Pereda Valdes y del Académico Barrios
Pintos de otro integrante de la misma que, conjuntamente con al-
gunos vecinos de esta ciudad y representantes de las instituciones
culturales y sociales del medio, constituirán una Comisión para
visitar al señor Intendente e informarlo de la iniciativa y finalmen-
te la propia Academia de Letras oficializaría la solicitud de la
Antología poética del recordado vate: un hombre noble, humano 1
y de espíritu amplio.
De ahí el apoyo que “El Noticioso” brinda y ofrece a la
feliz iniciativa del Prof, Dr. Pereda Valdes, con la aprobación uná-
nime de la Academia de Letras del Uruguay.
ARTICULO APARECIDO EN EL DIARIO “EL PAIS
EL 21 DE ABRIL DE 1978 -(Pag. No. 11)-
LA ACADEMIA NACIONAL DE LETRAS SE INTERESA
POR LA OBRA DE DON RAMON CALLORDA Y DIAZ
Gestión ante la Intendencia de Canelones.
En el correr de estos días una Comisión del Instituto en-
trevistará a las autoridades departamentales de Canelones, a fin
de expresarles el beneplácito que le produciría la publicaciín de
una antología de la obra inédita del escritor y poeta de Canelones,
de cuyo nacimiento se cumple un siglo el presente año.
En efecto; Don Ramón Callorda y Díaz educacionista
Pos-vareliano, entregó sus intensas inquietudes al periodismo y
a la cultura regional. Revistas y Periódicos del Interior del País
“NUEVOS RUMBOS” y “ESPACIO” de Canelones, “LA DEMO-
CRACIA” diario Montevideano, nutrieron sus columnas con fre-
cuentes colaboraciones, ya de composiciones literarias o planea-
mientos sobre problemas regionales o departamentales que atraí-
an la atención de la época durante las décadas del 20 y del 30.
Obra de justicia, ésta que emprende el Instituto de las le-
tras al exhumar memorias que dejaron huellas de alto valor en el
pensamiento y en la belleza literaria de tierra adentro.
Estamos seguros que miembros de la sociedad de aquélla
época pondrán atención a esta actitud enaltecedora de la Acade-
mia Nacional para coadyuvar en una expresiva y elocuente re-
cordación.
239
SEUDONIMOS UTILIZADOS POR
DON RAMON CALLORDA Y DIAZ
De 1898 a 1907 - VECTOR
De 1908 a 1922 - FRAY GERUNDIO
De 1923 a 1940 - MAXIMO YUNQUE
INDICE
Dedicatoria 1
Prólogo 3
Para el lector 7
LOS IDILIOS EN LA GRANJA
En la granja 1 1
La vaca 12
La ratonera 13
La piara 14
La paloma 15
El colibrí 16
El canario 17
El perro 18
El cocuyo 19
El caballo 20
El conejo 2 1
Las abejas 22
El gallo 23
El gato 24
El gorrión 25
El pato 26
Mangangaes y mariposas 27
La lechuza 28
Lamula 29
El teru-tero 30
El hornero 31
La hormiga 32
La calandria 33
La liebre 34
Las cabras 35
El burro 36
La gallineta 37
El buey 38
Los pavos 39
La granja 40
CANTOS DE AMERICA Y CANTOS PATRIOTICOS
Vuelo de cóndores
Homenaj?
12 de Octubre - América
43
44
45
Pampas y montañas 47
Playas de América 48
CantoaZabala 50
A Mayo de 1810 54
25 de Agosto - Grito de Redención 55
La batalla de Sarandí 57
1811 -La Calero - 1930 59
Relación 60
Soneto patrio 62
Recuerdos patrios 63
Bronces de gloria 64
OTROS POEMAS
A Julio Herrera y Reissig (en la eternidad) 67
Florencio 68
A Delmira 69
Al mirlo muerto 71
A una muñeca de confituras 72
En el cementerio mirando la muerte 74
Cristo redentor 76
Lo que se esfuma 77
Adriana 78
La ermita 80
Anhelo 8 1
Estival 82
Gavroche 83
De mi pasado 84
El membrillero 85
Mi canario 86
El nardo 87
Rosario (el rancho del domador) 88
El ciego Santos 9 1
Pancho 93
Jesús 94
Asonancias 95
En la roca inaccesible 97
Quisiera 98
Psíquicas 99
Convicciones 100
Invernal 101
El enjambre 102
Resurrección 1 03
Invocación 104
Rumores 105
Golondrinas que llegan 1 06
Se van 107
Cuadro 108
Flor de Boulever 109
El prisma de la pampa 1 10
La violeta 112
Lo que se esfuma 1 13
En invierno 114
Soneto 115
Emoción playera 1 16
lo. de Mayo 117
José Pedro Varela 118
Versos a mi amigo Eugenio Casanova 119
Viejo sillón 121
Cuadros 123
Anatema terato lógico 1 24
Carta en verso a Bernardo Pérez de los Campos 125
A una máscara 127
A mi padre 128
Salmo a la torta frita 129
Disculpe 130
Amistad 131
Veinte años 132
La misión 134
Miserias 135
Himnos del río 136
Mis canciones 137
Al pasar 138
Consonancias 1 39
Rosa de octubre 140
Ayer 141
Paisajes 142
El sapo y la rana 143
La perdiz y la paloma 144
El león 145
El zorro y la comadreja 146
La comadreja 147
El cerdo y el pato 148
Al claro de luna 149
Claro de luna 150
Estival 151
En la playa 152
Tres eminencias 153
Rubén Darío
154
Ensueño
155
Muñeca linda
156
En invierno
157
Oración
158
Con el ala rota
159
Tu piano
160
Habla un muerto de hace cien años
161
Tiempo
162
Primavera
163
La primavera
164
Improvisación ante la carreta de Belloni
165
El borracho
166
Gris perla
167
Ayer
168
Soneto (A Ramón y Cajal)
169
Divino jardinero
170
Mi rosal
171
Tu florero
172
Fugaz
173
Sient Nubes
174
La tisis
175
Carnaval *
176
Los pinos
177
Lirio enfermo
178
Evocación
179
Al señor soneto
180
Al ocaso
181
Crisálida
182
Cantares
183
LO QUE DICEN LAS COSAS y PAGINAS EN PROSA
Yo y mi bufete
187
La péñola y el tintero
190
El perro y la cadena
193
La golondrina la antena y el mástil
195
El oro y las arenas
197
El árbol y la hoja
200
Viejo reloj de Nuestra Señora
201
Analfabetismo
202
Fuego fatuo
204
La vida y la muerte
206
La acción judaica
208
Las meditaciones d e Dn. Patricio 210
Historias del Pago 212
Historias del Pago 214
Historias del Pago 216
Historias del Pago 219
Chocano 221
Discurso sobre el 25 de agosto 222
Lily Pons 224
El maestro (Froilán Vásquez Ledesma) 225
Perfiles (Margarita Figueredo) 226
El copetín 228
Cantar de la estrella lejana 229
Academia Nacional de Letras (Nota) 230
Ramón Callorda y Díaz (Algunos datos biográficos) 231
Nota necrológica / o > i_ 233
Nota necrológica 234
Juicio crítico de Antonio Nicolás Pascal 235
Artículo Editorial de “El Noticioso^ 237
Artículo del diario “El País” de fecha 2 1 de abril de
1978 239
* • •
Se termino de imprimir
el 30 de Noviembre de 1980
en los talleres gráficos
de Impresora Mineplan
de Díaz y Neves S.C.
Depósito Legal No. 158.437/80
Comisión del Papel
Art. 79 Ley 13.349
104/296
RAMON CALLORDA Y DIAZ. 1878
Sus primeras composiciones
datan de 1898. La inspiración no conoce límites y se lanza libremente a través de
los campos del ensueño y de la fantasía que constituyen la esencia medular del
romanticismo.
El fuego de inspiración y el entusiasmo vuelven a aparecer en él tanto en la
poesía romántica como en la épica. La sensibilidad es despertada por lo particu-
lar y lo concreto, observa preferentemente los rasgos característicos que separan
los hombres de las cosas y tiende al color y a la diversidad apasionándose tam-
bién de lo pintoresco y humano del ámbito local La naturaleza, entra en comuni-
dad con él, presta a ésta sus emociones que cree volver a encontrar en ella y la
naturaleza, a su vez, se insinúa en él por medio de mil voces secretas, meciéndole,
controlándole, tranquilizándole e inspirándole el olvido y la resignación. Tenía la
inquietud ardiente de saber lo que somos, a donde vamos, y de penetrar el enig-
ma del mundo y al misterio del destino. Su inspiración espiritualista y cristiana
se manifiesta en cantos de fe y de reconocimiento, blasfemia o desesperación.
Descender al fondo del corazón y poner enfrente de nuestras pobres y cortas
alegrías las amarguras, la desilusión y las decepciones; interrogar lo infinito, de-
mandarle el secreto de la vida y de la muerte y acabar de convencerse de este
modo de lo incompleto de nuestro destino, es más de lo que necesita para llenar
el alma de tristeza y alimentar en ella esa melancolía, que fue la vibración perma-
nente del poeta en el deambular de hondas reflexiones.